Capítulo 41

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Luego de comprar los ingredientes para el postre, mi mente empezó a divagar, estoy entre emocionado y confundido con los pensamientos que fluyen por mi cabeza, debo admitir que parezco un adolescente hormonal ante la simple idea de rozar su piel, tengo ganas de muchas cosas.

Una sonrisa se extendió en mi rostro ante ese pensamiento.

El camino de regreso se hizo corto, han pasado como mucho unos veinte minutos, ya que dude en comprar algunos ingredientes, suspire al entrar al edificio. Cuando llegue a mi apartamento, escuche un par de voces detrás de la puerta.

Abrí la puerta y mientras más me acerco a la cocina, empiezo a dudar de que se trate de Dalia mirando la T.V. o su celular, la segunda voz se me es conocida. La piel se me erizo con un escalofrío, si es quien yo creo, las cosas se van a liar.

—¿Por qué él? ¿Por qué no otra persona? —escuche a Dalia preguntarle—. Debe haber alguien más.

—Solo él me puede ayudar con esto, será más fácil si me dejan explicarlo —escuche responder a Eliza—. Tienes que saber que muy poco me importa interponerme en su relación, solo vine a buscar ayuda.

—Que conveniente que llegaras justo cuando inicio una nueva relación —espete dejando las cosas sobre el mesón.

Ambas se giraron a verme, ya que estaban ensimismadas en la conversación, la duda me embargo al ver sus ojos con los que me imagine una vida entera, mirarme entre rabiosos y suplicantes. Sé que está conteniendo el darme una respuesta despectiva, debe estar muy desesperada como para tragarse sus propias palabras.

—¿Qué haces aquí? —cuestione acercándome a Dalia.

Dalia me abrazo por la cintura, solo me quedaré de pie a su lado.

—Quiero que me ayudes —afirmo Eliza.

—¿En qué podría ayudarte yo? —La observe confundido—. Como para que vengas a mi hogar —empecé a decir—. Como si nada hubiese pasado.

—Mira... —Eliza me señalo con un dedo, dio un suspiro pensando en algo que decir—. No vine a arruinar tu relación, es la quinta vez que lo digo en el día, me da igual con quien hagas tu vida y estés feliz. Si estás feliz, eso es lo importante y sin importar lo que pienses; todo lo que dije, e hice, también lo realicé pensando en ti. No es justo vivir una mentira, una en la cual tú también vivías —suspiro con cansancio, como si lo hubiese hablado anteriormente con cien más—. Te quise siempre como un amigo, lo suficiente como para no seguir viendo cómo te hacían sufrir, como todos querían controlar tu vida y la mía, solo por ser lo más conveniente. Como todos te veían frágil y fácil de romper, sin importar lo que pienses, sé que lo que hice fue lo mejor para ambos —aseguro sin dudar de sus palabras—. Yo quería dejar de fingir y tú merecías algo real, eres un buen hombre, siempre lo tuve claro y me sentía mal cada día al verte encerrado en esa pequeña burbuja de fantasía de que todo sería perfecto —Hizo silencio—. Eres demasiado ingenuo y fácil de engañar, deberías pensar más en lo que tú deseas y no solo en qué hacer para complacer a los demás. Si nadie más luchaba por lo que en verdad nos merecíamos, yo tendría que hacerlo sola...

La miré en silencio unos segundos, ella tiene razón, fue la que se enfrentó a todos para desarmar la mentira desde los cimientos, solo necesito un pequeño empujón para tomar las cosas en sus manos y romperlo todo, pero eso no quita el hecho de lo mucho que me lastimo. Ella pudo haberme pedido ayuda antes, pero ya no importa, no se puede volver atrás.

—¿Por qué hablaste mal de mí, si piensas eso? —cuestione presionándola un poco más.

—Tu padre empezaba a presionarme, mi padre también, la única que hizo el intento de comprenderme fue tu madre. Luego del accidente, si te visité, te vi recostado en la camilla y me dije a mí misma que ambos merecíamos libertad —murmuro con algo de congoja—. Desde ese momento en que te vi recostado casi sin vida, me esforcé cada día en ir en contra de todos, así que eso incluía no hablarte, no podía dejar que te aferraras a la idea de que todo era perfecto como estaba. Así te pagué que hubieses tenido el accidente el día de nuestro aniversario y todo el esfuerzo que hiciste durante nuestra relación —arrugo el borde de su falda—. Tienes sus virtudes, ser criada por alguien que manipula a todos, aprendes una que otra cosa interesante, además, fue mi padre quien casi te mato.

Una tragedia nombrada vida │ST 1│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora