Capítulo 45

417 50 2
                                    

Al llegar a la universidad, mi celular vibro con un mensaje de Rebeca, abrí la bandeja para leer.

Cuando tengas un tiempo llámame para vernos.

Le respondí diciéndole que llegara hasta la universidad y de allí iríamos a otro lugar, su casa no queda tan lejos de aquí.

Di una corta caminata por la universidad dirigiéndome hacia el salón de la profesora Luisa, toque la puerta disimuladamente, sé que está desocupada porque es su hora libre, pero aun así quiero asegurarme de que esté dispuesta a recibir a alguien. La puerta se abrió y su rostro maduro y ojos rasgados por la edad apareció, me sonrió de medio lado. A pesar de ser una mujer estricta y muy seria durante sus clases, cuando se trata de ayudar a un alumno por lo general acepta complacida.

—Hola —Su ronca voz me saludo—. Pasa. ¿Qué ocurre esta vez? —cuestiono con algo de gracia.

Ya que he estado rondando las opciones de mi tesis como unas mil veces y cada mínima duda corro a preguntarle a alguno de los tutores, tome una silla y la acerque a su escritorio, me senté en esta y suspire.

—Vea, ya tengo todo listo, el planteamiento del problema, la necesidad, la justificación de mi investigación. Etc. Pero, cada vez que estoy a punto de escribir lo que he concluido con mi investigación. Como el nombre lo dice: «Cuidados intensivos en la amputación de una extremidad» me pierdo, es como no sé.

—Es algo común no saber cómo concluir el tema. Mira, lo que yo te recomiendo como docente es que seas crítica contigo misma ¿Qué has logrado con la investigación? ¿Entiendes el punto al que querías llegar al hacerla? La necesidad de hacerla te da una pista. La importancia que tienen los cuidados de una herida de tal escala, no solo una importancia médica. Si no, posiblemente algo que impacte emocionalmente a la persona. Tu trabajo no solo es una investigación de campo corriente —aseguro paseando su vista por el escritorio, organizando papeles—. Debes ver, desde tu punto de vista, en que ayuda al paciente recibir un cuidado minucioso de sus heridas y por supuesto, la repercusión de esto. Empezar a escribir algo es fácil, llegar a su desenlace es de dificultad intermedia, por lo general lo difícil es concluir el tema. No te estreses, solo analízalo —concluyo.

—Gracias —suspire, no muy segura de mis capacidades—. Voy a tomar su consejo, es difícil no estresarme con esto a veces, siento que voy algo atrasada y quiero estar al día, pero haré las cosas bien —Me levante con lentitud de mi asiento analizando lo que me había dicho.

Me dirigí a la salida de la universidad, no puedo evitar pensar que tal vez fracasaré, ese pensamiento se ha vuelto recurrente en los últimos días, pero no me rendiré, sé que tengo el potencial para lograrlo. Me senté en un banco para esperar a Rebeca, ella apareció unos minutos después caminando mientras juega con la pajilla de un empaque de jugo. Su mirada perdida sobre el suave movimiento del plástico me intranquiliza un poco, ya que parece estar en otro mundo. O al menos eso es lo que he aprendido durante nuestra amistad, si hay silencio en su voz y su sonrisa se vuelve una línea recta. Significa que está analizando algo de verdadera importancia o que se le acabó la bebida. Una de dos.

Se sentó frente a mí con una sonrisa algo forzada, ella hizo el amago de sonreír, pero sus comisuras no terminaron de elevarse por completo.

—¿Quieres tener un día de chicas? —cuestione—. Ya sabes, ir a comprar unos helados y sentarnos por allí a comer pollo frito para olvidarnos un rato de todos los problemas —Levante mis cejas sabiendo lo mucho que la comida chatarra llama a su estómago.

—Yo quiero comer cosas fritas —asintió para ella misma—. Pero mira —señalo un punto bajo su mandíbula con un dedo—. Me están saliendo barritos —Hizo puchero—, aunque no importa, tomaré el riesgo —sonrió con cierta ternura, lo cual me hizo reír.

Una tragedia nombrada vida │ST 1│Where stories live. Discover now