Capítulo 42

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—Mamá, ya estoy aquí.

Escuche un pequeño ruido dentro de su cuarto de arte.

—Podrías prestarme atención —dije al abrir la puerta y verla dando pinceladas detrás de un caballete.

—Está con la motocicleta —señalo en dirección hacia el garaje.

—Hola hijo, ¿cómo estás? ¿Bien? Sí, yo también —fingí tener una conversación imaginaria con ella haciéndola reír—. No quieres venir a escuchar.

Ella negó, sé que no le gusta escuchar las problemáticas porque la ponen ansiosa.

—Solo ve a hablar con él —dijo ella—. Luego le diré que me cuente con calma —respondió sin detener sus pinceladas—. Ve.

—Vale —rodé los ojos, definitivamente no lograré sacarla de su momento de tranquilidad.

Me dirigí hacia el garaje para conversar con mi papá, lo escuché moviendo una que otra herramienta, lo supe por el chasquido que estas dan al ser lanzadas unas sobre otras dentro de la caja de herramientas. Abrí la puerta y le encontré arrodillado al lado de la motocicleta.

—¿Qué haces? —cuestione al verlo jugar con la calibración del asiento.

Me miro unos segundos en silencio y luego a la llave en su mano.

—Modifico la calibración del asiento —murmuro.

—Sí, lo sé, ¿pero por qué? —cuestione con curiosidad.

—Voy a regalarla.

Mis ojos se abrieron de la impresión.

—Disculpa, creo que te he escuchado mal ¿Regalarla? —asintió—. Pero si es mi motocicleta ¿Es que la vejez te degrado las neuronas?

—Respétame las canas —Me señalo con la herramienta en su mano—. Y por supuesto que no es tuya, yo pague por casi todas las piezas. Además, va a estar cerca de ti.

—¿Ah, sí? —Lo observé confundido.

Él asintió.

—Se la daré a tu novia, como regalo de graduación.

Si hubiese estado bebiendo algo, seguramente lo estaría escupiendo.

—¿Te has vuelto loco? ¿Qué pasa si cree que la estoy comprando? ¿O si cree que ustedes son de esos suegros metiches que no dejan la relación de su hijo en paz? —Fruncí el ceño.

—Si no me dejas regalarle esta, le regalaré una nueva —Rodó los ojos con fastidio—. Solo quiero ser amable con ella, te hace feliz y pienso que le debo mucho más de lo que ella podría llegar a pensar. O de lo que tú podrías suponer, no quiero cometer el mismo error que con Eliza, quiero que sepa que valoramos el cariño que te tiene y que la aceptaremos como parte de nuestra familia cuando ella quiera.

—Sabes qué... Olvídalo, no vine a hablar contigo sobre mi relación —murmure—, pero hablaremos de esto, después —asegure.

Él se levantó y se recostó ligeramente contra la mesa de herramientas.

—¿Qué sabes de como maneja Ismael sus acciones en la empresa?

—¿Eso es lo que importante que venías a hablar? —cuestiono.

Yo asentí con seriedad.

—Pues la verdad no me meto en sus asuntos mientras haga su trabajo bien, él es socio, yo el director ¿Qué con eso?

—Si te digo que lava dinero, ¿me creerías?

Papá enarcó una ceja y luego suspiro.

—De Ismael me esperaría cualquier cosa, tengo suficientes años conociéndolo para saber que tiene un lado que no le gusta mostrar a nadie —aseguro él—, pero no son cosas que a mí me importen realmente, sabes que yo...

Una tragedia nombrada vida │ST 1│Where stories live. Discover now