Capítulo 28

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—¡Amelia! —corrí por el pasillo del apartamento arrastrando la almohada conmigo, necesito encontrarle—. ¡Amelia! ¡¿Dónde estás?!

Se escucharon caer cosas en la cocina. Me di un golpe mental al reconocer que no he pasado por la cocina aún, me acerque despacio refunfuñando en voz alta. Me posiciono al lado del marco de la puerta y la miro mover el sartén haciendo saltar una tortilla por todo lo alto, la señalé con la mano con la que sujeto aún la almohada y ella sonrió al verme.

—Siéntate, estoy terminando el desayuno —Puso la sartén a un lado para poder mover las manos mejor—. Le puse papas y las salchichas están allá —Señalo una sartén más pequeña donde chisporrotean por el calor—. Has tenido otra pesadilla, cierto —afirmo al mirarme con seriedad.

—No me gustan, esas salchichas... —refunfuñe apretujando la almohada contra mi pecho e ignorando su pregunta.

—Te las comerás —Hizo algunos ruidos con la boca que imagine, son sus quejidos dándome órdenes.

—Eh... —Arrugue el rostro—. Me lo tienes que pedir con amabilidad.

Ella se quedó unos segundos inspeccionándome.

Sé que se preocupa por mis pesadillas, pero es algo que aún no puedo controlar. La sensación de su sangre corriendo por mis manos mientras muere en mis brazos, el brillo abandonado sus ojos azules, su cabello rubio teñido de rojo, su piel pálida salpicada y su cuello cortado. Las voces de todos culpándome de su muerte, incluso las voces de mis padres, ella en un ataúd y el silencio en una oscuridad abismal donde ya no existe su sonrisa. No puedo entender como ella controla sus pesadillas, cuando yo me derrumbo cada vez que aquellas imágenes atormentan mis sueños.

—Come —Ordeno, luego de poner el plato en frente de mí, con la mitad de la tortilla y un par de salchichas—. ¿Por qué llevas mi almohada contigo?

—Yo... —balbucee mientras la dejo a un lado—. Creo que aún estaba medio dormida cuando la tome.

Nos quedamos en silencio durante unos minutos.

—Hoy saldremos —Metí un bocado de tortilla a mi boca—. ¿Leonardo nos acompañará a comprar la ropa para la fiesta?

—Creo que solo iré yo —dijo encogiéndose de hombros, mientras mastica.

—¿Sí? —cuestione.

Ella asintió.

—No me habías dicho que ya le pasaste la invitación a Rebeca, cuanto complot hay entre ustedes.

—No fui yo. Aunque sí tenía su invitación lista, pero cuando se lo pregunte, me dijo que Jackson la llevara... No sabía que su familia está invitada —Sus cejas se juntaron mientras su mirada estudia con detenimiento el tenedor a un lado de su plato—. Al fin sabremos de quién es hijo realmente ¿No lo crees?

—Cierto... —rasque mi barbilla—. Creo al fin poder comprobar mi teoría de que es hijo de la mafia —Le di una sonrisa al verla rodar los ojos—. Ay vamos, no seas amargada.

Mi mirada juguetona se convirtió en una seria al notar que no parece estar muy feliz. Su rostro se giró unos momentos hacia la ventana de la cocina y luego se giró a verme con una media sonrisa, que no duro mucho tiempo.

—¿Paso algo entre tú y Leonardo?

—Creo que vamos muy rápido —Se encogió de hombros restándole importancia mientras sigue devorando su comida.

—Vale... —alargue la palabra—. Dejaremos esto para otro momento —Me encogí de hombros al igual que ella—. Ahora, come más rápido. Se supone que pasarían por nosotras a las ocho y media. Y, son las ocho y quince.

Una tragedia nombrada vida │ST 1│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora