Capítulo XLIX

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   Corrí lo más que pude y subí las escaleras para intentar alcanzarlo. Fue imposible: él tenía demasiada delantera. Sin embargo, logré llegar a la recámara poco después.

   Su risa burlona me hizo molestar un poquito.

   —¡Eres bottom, eres bottom, eres bottom! ¡Ñiñiñiñiñiñi!

   —¿Eso crees? —crucé los brazos y me encaminé poco a poco hasta posicionarme frente a él.

   Celebré internamente cuando lo noté intimidado.

   —Pues sí —replicó—. Sí. Eres bottom porque llegaste de último.

   —Date la vuelta, mi amorcito.

   El rubor de sus mejillas lo delató, y la sonrisa que se formó en sus labios me hizo tomarlo de la cintura y plantarle un estruendoso beso en los labios.

   —Date tú la vuelta, Johnny Boy. Deseo ver tu trasero plano.

   Él se rió cuando mi semblante se tornó muy serio.

   —Trasero plano, ¿eh? —crucé mis brazos, fingiendo estar ofendido. A decir verdad lo estaba un poco—. Mmh, bien...

   —Pero tu traserito plano me encanta —me dio un beso en la mejilla—. Y a ti te encanta el mío, ¿verdad qué sí?

   —Tu trasero gordo me insta hacer cosas sucias...

   Me miró pícaro.

   —A vomitar, por ejemplo.

   Su semblante se tiñó de sorpresa y molestia, y no tardó mucho tiempo en darme un empujón, haciéndome reír a carcajadas.

   —¡Qué grosero y cochino eres, John! ¡No te rías, qué a mí no me da risa! ¡Agh, te odio!

   Descargué el peso de mi cuerpo en la cama y extendí mis brazos, para luego dedicarle una mirada cómo diciéndole que tomara la iniciativa para venir hacia mí y tener sexo.

   No lo hizo, y al parecer no tenía pensado moverse de ahí porque permanecía con sus bracitos peludos cruzados y su ceño fruncido.

   —¿No vas a venir?

   —¿Para qué? ¿Para qué vomites? Porque eso es lo que te causa mi trasero, ¿no?

   Estiré mi brazo, tomé su mano y lo jalé hacia mí, provocando que lograra sentarse sobre mis piernas. Al tenerlo ahí, logré sentarme y acomodarme aún más, para envolver su cuerpo en mis brazos y darle un par de besos en la mejilla.

   —Te amo, tonto.

   —¿Así mi trasero te dé ganas de vomitar?

   No pude evitar reírme. Parecía un bebito malcriado.

   —No me dan ganas de vomitar —le dije—. Me excita.

   —Ah..., ahora te excita.

   —Mmh, sí —besé su hombro desnudo y todavía húmedo, para luego llevar mis manos hacia su cintura y proceder a bajarle el bóxer—. Quiero verlo.

   De pronto, emitió una pequeña risa.

   —Yoko no tiene culo.

   —Agh, Paul —bufé—. ¿Otra vez hablando de ella? No la recuerdes.

   —Es que sus nalgas parecen dos rebanadas de queso. ¡Agh, no! ¡Voy a odiar el queso el resto de mi vida y yo amo el queso!

   —Deberías amarme a mí —susurré a su oído, apretando una vez más su cintura. Él emitió una risita y procedió a bajar su bóxer de manera lenta, logrando que mi intimidad se tornara rígida—. Mmhm...

Kisses on the Bottom ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora