Capítulo XXXIX

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   Una vez más, todo estaba listo para grabar. Desde muy temprano había estado en el departamento porque Mal prometió que el día sería agotador.

   Nuestras prendas no eran para nada complicadas, ya que eran únicamente el bóxer, además de tener el cabello desordenado.

   Durante mi estadía, Paul y yo sólo intercambiábamos las palabras necesarias: "Hola", "Sí", "No", "Mal dijo aquello", "Mal dijo lo otro", y así.

   A pesar que me moría de ganas por hablarle, abrazarlo y llenarlo de besos por la emoción de que ya estaba realmente sin ninguna clase de relación ni bebé de por medio, me abstuve violentamente.

   Lo que él me había hecho no era algo que iba a pasar por alto.

   —Muy bien, chicos —Mal se detuvo en el umbral de la puerta del baño, donde nos encontrábamos nosotros. Vestía una camisa verde menta, producto del regalo de aniversario de su esposa la noche anterior—. Como siempre les digo: sean muy naturales y expresivos. Les di tiempo para que se aprendieran el guión, así que creo que todo está en orden.

   —Uh, sí —asentí, cruzándome de brazos. Me abstuve que descarar el peso de mi cuerpo en la pared de cerámica porque de seguro estaba bastante fría—. Comencemos de una vez.

   —Claro que sí —asintió. Señaló la ropa que estratégicamente estaba en el suelo—. Paul, ahí está el móvil que usarás en la escena. Tú entras primero que John.

   Ambos salimos del baño, luego de las palabras de Mal. A pesar que el lugar era pequeño, las cámaras lograron acomodarse de forma estratégica. Eran dos: uno en la entrada y la otra escondida en la bañera cubierta por la cortina de baño.

   Mal tomó asiento en el pasillo. Frente a él había una pequeña pantalla que proyectaba lo que las cámaras graban. De esa forma nos vería.

   —¡Acción!

   Paul entró al baño tallándose un ojo y siento captados por las dos cámaras. Mientras él sacaba el móvil de su bolsillo y leía los mensajes —que de seguro los editores colocarían—, yo aguardé afuera hasta que él gritara mi nombre.

   Conté tres segundos para adentrarme al baño de manera exasperada y simulando sorpresa al respecto.

   —¿¡Qué pasó, puta!?

   El 'puta' no estaba en el guión, pero decidí agregarlo para darle un toque a la escena. A Mal le gustó, puesto que no interrumpió la escena.

   En seguida me dio el móvil, el cual tomé y simulé leer los mensajes que sólo contenían nuestros próximos diálogos para ayudarnos a refrescar la memoria.

   —No es nada —le dije, recuperando el aliento—. Él sólo quiere llamar la atención y hacer que tú vuelvas con él.

   Soltó una bocanada de aire y me arrebató el móvil. Volvió a leer los mensajes.

   —¿Por qué dices eso? ¿Y si se mató de verdad?

   —Jimmy, si está muerto... ¿cómo crees que escribió el último mensaje? 'Ay, fue un fantasma', no, esas cosas no existen.

   —Ah, verdad —me miró con un toque de tranquilidad—. No tiene sentido.

   —Novio bruto; puta bruta.

   —¡Agh, cállate! —me proporcionó un empujón que me hizo reír a carcajadas—. ¿Será que está bien?

   —Uy, sí. Debe haberse bebido una botella entera de jugo de frutas para pasar el mal amor de gas que le dejaste.

Kisses on the Bottom ➳ McLennonWhere stories live. Discover now