Capítulo XXXV

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   No pude evitar sentir un poquito de miedo. El hecho de que un número desconocido llamara a una figura pública daba mucho de qué pensar y, por supuesto, de qué temer.

   —¿Con quién desea hablar? —le pregunté. No le confirmé mi nombre, al menos no hasta estar seguro que era inofensiva.

   —Con John Lennon... ¿Eres tú?

   —¿Sobre qué?

   —Es sobre un acuerdo que logré entablar con Martin. Le pedí que por favor me dejara ilustrarlos. Es para una exposición de arte en el museo.

   —Lo siento, pero Martin no ha informado sobre eso. Que tenga buenas noches. —Y colgué.

   Rápidamente y sin ni siquiera pensarlo dos veces, busqué el número de Martin y lo llamé. Necesitaba aclarar eso. Repicó tres veces.

   —John, ¿en serio me llamas a esta hora? Le prometí a mi esposa que íbamos a cenar sin interrupciones.

   —Lo siento, lo siento. Pero necesito preguntarte algo urgente. Acaba de llamarme una tipa diciendo que tú le diste permiso para algo de una exposición de arte.

   —¡Ah, sí! ¡Yoko Ono! ¿Te llamó ella?

   —¡No lo sé!

   —Le di tu número para que puedan hablar sobre eso. Ella es artista y me pidió dibujarlos a ustedes mientras están grabando. Es para una exposición de arte que se realizará en los próximos días. Está muy interesada y le dije que sí.

   —¿Y por qué le diste mi número? ¿Eres loco? Me asusté.

   Escuché su risa.

   —Sí, sí. Lo siento, debí avisarte. Ahora, si me disculpas, debo colgar. —Y lo hizo.

   Solté un bufido y me sentí terrible por haberla tratado de esa forma; pero en sí fue culpa de Martin porque no me avisó que ella me iba a llamar, ni mucho menos de lo que planeó fugazmente. Así que, para intentar reparar lo que había hecho, decidí llamarla.

   —¿Sí?

   —Eh, lo siento. Acabo de llamar a Martin y me habló de lo que planeas hacer. Lamento ser grosero, pero es que no tenía ni idea de lo que estaba pasando.

   —No, no —carcajeó—. Descuida. Está bien. Discúlpame tú a mí porque creí que ya sabías.

   —No, de ser así no te hubiera colgado.

   —Uh, está bien. Ya no importa. ¿Te agrada la idea de lo que voy hacer?

   —¡Sí, por supuesto! —me senté en el borde de la cama, al tiempo que deslizaba la mano por mi cabello—. Sí me gusta la idea.

   —Entonces creí que podría comenzar mañana de una vez.

   —Me parece bien. ¿Cómo planeas hacerlo?

   —Martin me dijo que yo podía estar en sus set se grabación.

   —¡Oh, sí! Claro, está bien. Si él te dijo que sí, pues no hay ningún problema.

   —Perfecto. ¿Van a grabar en la biblioteca desde las nueve, verdad?

   —Sí, a esa hora.

   —Entonces estaré allá. Nos vemos mañana, John.

   —Oh, sí. Está bien. Yoko es cómo te llamas, ¿no?

Kisses on the Bottom ➳ McLennonWhere stories live. Discover now