Capítulo III

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   La misma escena se repitió alrededor de veinte veces. O era porque yo olvidaba mi línea, o porque Paul lo hacía, o la mayoría de las veces porque Mal encontraba un detalle que no quedaba bien, o porque nada más nos partíamos de risa.

   Toqué la puerta, Paul la abrió e intenté adaptar mi rostro a una expresión de asco y de rechazo, aunque él se veía muy tierno y gracioso vestido así.

   —¿¡Qué clase de bicho raro eres tú!?

   De inmediato, Paul se escondió detrás de la puerta y adoptó un semblante avergonzado.

   —¿Me puedes decir qué carajos eres? —le pregunté, recordando con detalle la línea siguiente—. Hace rato te vi vestido como... oh, mierda... ¿eres transexual, verdad?

    —¡No, por supuesto que no! Pero..., dime... ¿qué querías? Omite mi ropa, por favor.

   —Es imposible.

   —¿Qué se te ofrece?

   —Lo que me faltaba... tener un vecino rarito.

   —¿Qué se te ofrece? —volvió a preguntar. Definitivamente Paul era un actor excelente: exteriorizaba muy bien las emociones de nervios y vergüenza.

   —Me preguntaba si tenías un destapador de cerveza.

   —Ah, no —negó con la cabeza—. No tomo.

   Emití una pequeña risita irónica, para darle un toque al asunto.

   —Me lo imaginé. Desde aquí se ve lo delicado que eres.

   —Bueno, ¿se te ofrece algo más? Debo irme, estoy ocupado.

   —¿Ocupado? ¿Ocupado en cosas femeninas? —volví a reírme, al tiempo que sacudía mi cabeza en modo de reproche—. Dime, ¿no te da vergüenza vestirte así? Pareces rarito.

   —Ehm, yo...

   —¡Corte!

   Paul y miramos a Mal, quien se levantó de la silla donde estaba para estirar sus brazos, y soltar un bostezo.

   —¿Hubo algo malo? —le pregunté.

   —No, la escena quedó perfecta, pero aquí es donde debería entrar Stuart y no ha llegado.

   Bufé. Si había algo que odiaba, es que los demás personajes llegaran tarde o que faltaran al set de grabación.

   —Pero revisando el guión —Mal Evans lo tomó entre sus manos—, luego de que aparezca Stuart con el lienzo y los pinceles, John dice dos líneas nada más y se va. Así que podemos grabarla ahora, para que luego los editores la unan y quede como si los tres estuvieran en la misma escena. Luego toca con Jane en la biblioteca, pero vamos a saltar esa también porque ella está saliendo de un resfriado.

   —De acuerdo —asentí. Un asistente me facilitó el guión, y leí un par de veces lo que tenía que decir. Luego volví a dárselo—. Estoy listo.

   —¡Acción!

   —¿'Cariño'? —crucé los brazos y miré a Paul. La cámara estaba enfocando mi rostro, y otra el de Paul—. ¿Ustedes son... pareja?

   Paul titubeó—: Uh, sí.

   —Lo que me faltaba. Tener vecinos gays. Aléjense, cuidado y me contagian de su asquerosa homosexualidad.

   Me di la vuelta, abrí la puerta del departamento y me adentré, cerrándola con fuerza, para aparentar indignación al respecto.

   —¡Perfecto! ¡Qué estupendo! Muy natural, John.

Kisses on the Bottom ➳ McLennonWhere stories live. Discover now