Capítulo XLVI

2K 237 535
                                    

   Estrujé mis ojos y deslicé mi cuerpo por el sofá. Eran las once de la noche, y el día había sido más que agotador, comenzando por haber tenido que acompañar a Paul al odontólogo y luego ir al departamento a grabar todo el día.

   Paul vestía de una forma muy linda: bóxer rosa y una camisa de terciopelo del mismo color con tirantes delgados.

   Y yo sólo llevaba la ropa interior y el pene erecto.

   —Eh, chicos —Mal soltó un bostezo y se acomodó en la silla de director, que estaba ubicada en las afueras del pasillo, justo al lado de la recámara. Tenía frente a sus ojos una pequeña pantalla que le permitiría ver lo que las cámaras captarían—. Es la última escena por hoy, ¿bien? Hemos adelantado bastante...

   —Lo sabemos —Paul se envolvió entre las sábanas blanca—. Ahg, qué castigo —murmuró, frotando su rostro contra la almohada—. Quisiera dormir ahora.

   Me senté en el borde de la cama, y deslicé mi mano por su cabellera azabache, logrando que él me mirara a los ojos de manera tierna.

   —¿Qué tal tu dientito nuevo, mi amorcito?

   —Ni me lo recuerdes —apartó su mirada de la mía en un gesto grosero—. Lo siento un poquito incómodo.

   —¿Y qué hiciste el pedazo de diente?

   —Lo guardé en mi billetera.

   —Agh, qué asco.

   —¿Asco? Es mi diente.

   Emití una pequeña risita, al tiempo que inclinaba mi cuerpo para depositarle un beso en la mejilla. Seguido de eso, Mal nos indicó que debíamos ponernos en posición para comenzar a grabar la escena.

   —¡Acción!

   Paul envolvió su cuerpo en las sábanas y soltó una risita, al tiempo que me miraba. Yo tomé asiento en el borde de la cama, notando cómo las cámaras que llenaban la habitación se apresuraban en enfocarnos.

   —¿No quieres café? —le pregunté, al tiempo que descargaba el peso de mi espalda sobre la cabecera de la cama.

   —No.

   —¿Sirope?

   —¡No!

   —¿Jugo de piña?

   —¡Arthur, por amor al cielo! —exclamó, haciéndome reír—. Abrázame... No quiero estar solito.

   Incliné su cuerpo sobre el suyo, mientras besaba sus labios de manera suave. Con el pasar de los segundos, el beso se tornó ligeramente violento y mi cuerpo prácticamente estuvo sobre el suyo.

   —Mhm... —gruñí, bajando mis labios hasta su cuello.

   Él rodeó mi espalda con sus brazos, y al instante soltó un grito ahogado.

   —No te lo he metido y ya gimes. Eres una puta de las buenas.

   —¡No, no! —me apartó, tomó la cobija y se cubrió el cuerpo—. ¡Era Adam!

   —¿Qué? —miré hacia atrás, luego lo volví a ver—. No veo nada.

   —¡Obvio que no! ¡Ya se fue! ¡Lo vi, Arthur! ¡Lo ve!

   De reojo vi cómo un asistente de producción encendía un ventilador —que sólo daría aire por un par de segundos— y otro apagó la luz. Todo quedó a oscuras, a excepción de los focos que ayudaban a la tenue iluminación. Mal parecía encantado, ya que la secuencia no había sido interrumpida y todo parecía natural y sin tanta edición, tal y cómo a él le gustaba.

Kisses on the Bottom ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora