Capítulo V

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   A mí me había parecido muy insoportable e histérica. No era como otras que pedían fotos de una forma muy amable y te regalaban una sonrisa a cambio de un abrazo. Aún así no la traté mal, ni nada por el estilo.

   Cuando la paz reinó en la cafetería, Paul y yo nos sentamos en una mesa de la esquina, muy lejos de la ventana. A veces solían colarse los paparazzi y de seguro se armaría un escándalo en los medios si nos veían juntos.

   —¿Y bien? —di un pequeño sorbo de chocolate caliente—. ¿Cómo es Stuart en el set?

   —Horrible —carcajeó—. No, de veras. Discute muy seguido y me detesta. Es buen actor, eso no lo niego, porque a la hora de grabar es absolutamente como el rol que interpreta.

   —¿El novio de tu personaje, no?

   —Ajá —asintió, luego de beber un pequeño sorbo—. Tiene una personalidad bastante obstinante. Es muy problemático trabajar con él. No es que quiera hablar mal, solo que... que no se siente como tú y yo. Me explicó —carraspeó—: a mí parecer nos desenvolvemos muy bien, y hasta ahora no hay problemas entre nosotros. Y eso es muy distinto con Stuart.

   —Claro, claro. Lo entiendo. He oído que él es bastante... problemático y discute muy seguido.

   —La paciencia de Mal es infinita. No sé cómo es que lo tolera.

   Me encogí de hombros.

   —Es su trabajo.

   —Y sí que lo es —re rió entre dientes—. Oye, ¿y cómo van las cosas con...?

   —¿Cynthia?

   —Ella —afirmó—. Olvidé su nombre por un instante. ¿Cómo están ustedes?

   —Bien —contesté, agitando levemente la taza y logrando que la crema batida se confundiera con la bebida caliente—, muy bien. Cynthia está trabajando con lo de su diseño de modas, y sabes.

   —Janie ama las colecciones de ella. Dice que lo hace muy bien.

   —¿Tu novia? ¿Ella no es modelo?

   —Ujum, sí. Lo es. Siempre anda de aquí para allá con sus desfiles. De vez en cuando voy, cuando tengo tiempo.

   —Igual yo. Cynthia tiene que ir a New York dentro de poco para la semana de la moda. Creo no poder ir porque estoy grabando.

   —Bueno, es nuestro trabajo y nos gusta, ¿no?

   —Así cómo a ellas les gusta el suyo —terminé de decir. Él asintió, bebiendo el último sorbo de chocolate—. ¿Pedirás un taxi?

   —Lo más probable porque Jane me dijo que me llevaría el auto mañana a primera hora, antes de salir.

   —Pero puedo llevarte yo. Si es que no te molesta, claro.

   —¿De verdad lo harías? —él se sonrió—. ¡Estupendo! Entonces vamos, no quiero llegar tan tarde a casa porque debo... o debemos aprendernos las líneas de mañana.

   Tomé la taza, di el último sorbo, y la dejé en la mesa, para luego levantarnos al compás y dirigirnos hasta la salida.

   Antes de abrir la puerta, alcancé a escuchar una pequeña conversación de las meseras. Una le decía a la otra: "Si colocamos los labios en las tazas cuenta como un beso indirecto. Quiero hacerlo."

***

   Caroline aplicó polvo compacto sobre mi rostro, al tiempo que otro acomodaba los botones de mi camisa blanca. Luego de eso me coloqué un suéter gris, que combinaba con mi pantalón y resaltaba de los zapatos negros.

Kisses on the Bottom ➳ McLennonWhere stories live. Discover now