Capítulo XXXVII

1.7K 253 1K
                                    

   Las horas de la mañana que pasé con Yoko fueron de las mejores. Hablamos de nuestros gustos, sobre nuestro trabajo y nos reímos bastante.

   Pero en la tarde volví para seguir grabando las escenas. No tenía ni idea qué había hecho Paul, aunque supuse que durante toda la mañana había estado con Jane.

   Yo estaba en el departamento de enfrente, donde se grabaría la escena. Yo vestía una camiseta ligeramente holgada de color gris, pantalón de lana blanco y un par de calcetines negros.

   Me recargué sobre el sofá, en medio de un bufido y miré a Mal. Este estaba sentado en su silla de director y en una esquina del living, acomodándose las mangas de la camisa blanca.

   —¿Cómo está todo? —inquirió cuando nuestras miradas chocaron—. Con..., ya sabes. ¿Qué tal estuvo todo allá?

   —No sé para qué preguntas, Mal, si de seguro ya lo sabes porque Martin te lo dijo.

   Resopló.

   —Sí, lo sé. Pero quiero saber cómo te sientes tú al respecto.

   Encogí los hombros.

   —Tampoco me pongas como la víctima de todo, ¿eh? No quiero que sientas lástima por mí. Él fue sólo un mal rato en mi vida, ¿sabes? Y ya pasó. Ya es pasado, en serio... O sea, deja de creer que me afecta porque no me afecta que esté con Jane y que tenga una cosa de pequeña de ella, no, para nada. O sea, ¿yo? ¿Estar triste y llorar por Paul? No.

   Mal me miró sin expresión alguna. Tal vez él más que yo sabía que estaba mintiendo, y quizá sí, pero estaba decidido a dejar de sentirme triste por eso.

   Iba a ser difícil porque —al menos yo— nos enamoramos de una forma muy rápida, y de seguro costaría más tiempo sacarse ese mal rollo.

   —Por favor, John —dijo—. Te sientes...

   —Sí, pero ya no. Estoy intentando no sentirme mal porque estoy rodeado de personas maravillosas que pueden hacer de mí vida una mejor.

   Evans se sonrió con auténtica ternura.

   —¿Yo soy una persona maravillosa?

   —¿Tú? ¡Bah, no! Eres irritante porque a cada rato dices: "¡corte, corte!" Estúpido hombre azul.

   Él se rió a carcajada, y la risa ligeramente chillona que emitía, me dieron a mí ganas de reírme.

   Pero Paul la interrumpió haciendo acto de presencia en el departamento. Vestía un pantalón de mezclilla, zapatillas rojas y un delgado suéter negro.

   Ni siquiera me miró, sólo se dirigió hacia Mal.

   —Ya estoy listo. Hubo un problema con mi vestuario, pero ya está todo en orden.

   —Ah, perfecto. Entonces a sus posiciones, chicos —indicó—. Paul estará afuera y John aquí, luego abren la puerta y comienzan. ¿Leyeron bien sus guiones, no?

   Ambos asentimos.

   —Bien.

   Al decir aquello, Paul salió de lugar, cerrando a puerta a su paso. Inmediatamente fui hasta la cocina y agarré un vaso de vidrio con jugo de piña, estuve unos segundos hasta que Mal indicó que la escena debía comenzar. Entonces fui hasta la puerta cuando esta sonó, para poder abrirla.

   Las cámaras que estaban en el departamento nos enfocaron, así como las que estaban en el pasillo, grabando el momento exacto en que Paul tocaba el timbre.

Kisses on the Bottom ➳ McLennonWhere stories live. Discover now