Capítulo XXVII

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   Lo único que escuché después fue el pitido constante que indicaba que la llamada había sido finalizada. Aún así, no podía apartar el móvil de mi oreja. Estaba atónito.

   Paul pareció percatarse de eso, porque se acercó a mí a paso lento y con el ceño fruncido.

   —¿Qué sucede, Johnny Boy?

   Tragué de forma gruesa y lenta, mientras me dignaba a apartar el móvil de mi rostro. Lo guardé en mi bolsillo junto con mi mano, y solté un leve suspiro.

   —Cynthia terminó conmigo.

   Enmudeció, pero adoptó un semblante de sorpresa y lamento.

   —Mierda —dijo, segundos después, acercándose un poco más a mí, de tal forma que la conversación quedara más en privado—. Agh, Johnny. Lo lamento, de veras. Debes sentirte terrible y...

   —No.

   —¿No? —volvió a fruncir su ceño—. ¿'No' qué?

   —Es que... e-es que estoy sorprendido, es todo.

   —¿Sorprendido por qué? —me lanzó una mirada curiosa.

  —Porque no me siento mal por eso. Quiero decir: no me siento mal porque hayamos terminado..., y eso es lo que me sorprende.

   —Bueno —sentí alivio en su voz—, al menos tú estás bien y te sientes... bien. ¿Quieres que vayamos a algún lugar más privado?

   —No, no —negué con la cabeza—. Estoy bien.

   —¿Seguro?

   —Sí, lo estoy —asentí—. Es que... Eso, pues, lo que te dije.

   —¿Y eso por qué? O sea, ¿por qué no... sentiste nada?

   Encogí los hombros.

   —No lo sé. Sólo me dio igual y ya... Y no entiendo por qué. No entiendo por qué me importó una mierda una relación de tres años y diez meses.

   —Porque tal vez... p-porque tal vez hay otra cosa más importante en tu vida que una relación de tres años y diez meses.

   Lo miré a los ojos, y sentí una sensación extraña en mi estómago, similar al de las "mariposas". Me resultó imposible no esbozar una leve sonrisa.

   —Creo que ya sé de qué se trata.

***

   Nos preparábamos para grabar. A pesar que París me gustó, nada se comparaba a la sensación de estar en mi ciudad natal, haciendo las cosas que más me gustaban, con la persona que más me gustaba.

   Estábamos esperando la indicación de Mal para comenzar la escena en el departamento, y mientras tanto decidimos repasar el guión, sentados en el sofá del living. Las cámaras aún estaban siendo acomodadas por los técnicos.

   Yo vestía una franelilla y un bóxer, y una asistente estaba aplicando agua en un atomizador sobre mi cabello, para darle el aspecto de húmedo. Paul sólo llevaba su albornos y el cabello ya húmedo.

   —John, no se te olvide que mañana tenemos que estar temprano en Apple para lo que dijo Mal el otro día: lo de hacer que las chicas se acerquen y podamos firmales cosas. Olvidé el nombre.

   —¿Por qué me dices 'John'? —aparté la vista del guión, y lo miré—. ¿Por qué?

   —¿Cómo que por qué te digo 'John'? Porque te llamas 'John'.

Kisses on the Bottom ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora