Capítulo 39: A solas con su fragancia

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Calle se mordió el labio inferior, mientras dejaba que la fragancia de la peli-azul invadiera sus fosas nasales, haciendo que el vello de su cuerpo se erizarán, y su respiración tomara un ritmo más calmado.

« Ese beso... Fue tan correcto, tan único... Jamás había sentido algo así... Sus labios encajaban tan perfectos con los míos, maldición, me siento como un niño pequeño cuando recibe su regalo de Navidad »

Pensó mientras sumergía su rostro en la suave tela de la almohada de su compañera, dejando su mente volar nuevamente.

« Aquí es donde ella duerme todos los días, su cuerpo haciendo contacto con estas mismas sábanas cada noche... Que envidia... Cómo quisiera ser yo quien la calentará »

Dejó salir un leve gruñido, el cual fue opacado con la almohada, antes de estirarse, dejando salir un bostezo.

« Joder, me siento tan cansada »

Se quitó el pantalón; algo que hace de costumbre a la hora de dormir pues no le gustaba como se sentía la tela dura e incómoda de los pantalones mientras dormía. Una vez arrojó la pieza de ropa hacia el suelo, volvió a acomodarse en la cama, como toda una dueña de esta; ocupando casi todo el lugar. No duró ni unos segundos, cuando ya Morfeo se la había llevado entre sus brazos dejándola en un profundo sueño.

‹ Las yemas de sus dedos hicieron contacto con su abdomen, causando un jadeo sorprendido trabarse en su garganta, al sentir el contacto frío y ligero de la peli-azul, uno casi inexistente pero que no se duda de que estuviera. Su recorrido paso desde su ombligo, hasta su cuello, subiendo un dedo por debajo de su mentón, obligándola inconsientemente a acercar su rostro hacía el de ella, quien sonrió al ver el control que tenía en la castaña. Sus labios se rozaron, enviando una leve onda de tentaciones por su cuerpo, haciéndola jadear pesadamente, mientras esperaba por el tan deseado beso de la mayor. Poché sonrió de lado, viendo como la castaña cerraba los ojos en anticipación, a lo que la otra accedió, inclinándose y besando a la pequeña con dulzura...›

Calle se despertó, con el sonar de su móvil, algo molesta al ser sacada de aquel hermoso sueño; dejó su mano recorrer por la cama, antes de encontrar el aparato que en esos momentos odiaba, observando quien fue el causante de su despertar.

Al encender el móvil, observó dos mensajes de la mayor, decidiendo hacerle una pequeña travesura. Sin leer correctamente los mensajes, se sentó en la cama, retirando la blusa de su cuerpo, y arrojándola hacia un lado, mientras se volvía a acomodar en esta, cubriéndose un poco con la sábana, antes de tomarse la foto. Luego de cinco imágenes diferentes; al no estar satisfecha de cómo salía, escogió una y se la envío, luego de leer uno de los mensajes. Cuando volvió a enfocar lejos de su travesura notó el primero

« ¿Que tendrá que mostrarme? »

Se preguntó a si misma, al salir del chat, se quedó observando a la imagen qur tenía de fondo de pantalla; Sebastián la estaba abrazando por la espalda mientras una sonrisa se dibujaba en ambos rostros.

« – ¿A dónde te crees que tú vas? – la voz furiosa del chico la amenazó, sintiendo el agarre en su brazo, cada vez con más fuerza emitiendo más dolor en la chica. Forcejeo con su mente, y su boca al sentir como las palabras se hacían un nudo en su garganta impidiendo a que estás salieran, mientras era arrastrada hacia la habitación, arrojándola con brusquedad en la cama... »

Sacudió su cabeza, sabiendo para dónde iba encaminando se sus pensamientos, a los que con ojos borrosos, busco en su galería cambiando la foto, por una de ella sola. Dejando salir un suspiro, se levanto de la cama, caminando hacia donde se localizaba su pantalón, y lo tomaba, colocándose lo antes de salir de la habitación al sentirse hambrienta.

En camino hacia la cocina, se detuvo a observar unos cuadros que colgaban de la pared, percatandose de una chica de pelo castaño largo, abrazando a Poché. Fijándose bien en estos, observó qye eran varios los que ella se encontraban junio, a lo que incendio una llama de curiosidad... Y celos, en la chica.

Nuevamente sacudió su cabeza, despejando se de cualquier pensamiento negativo que la invadiera, terminando su recorrido hacia la cocina, donde se detuvo al frente de la nevera, inspeccionando el contenido.

« Me preguntó cuando llegará »

Se pregunto a si misma, mientras decidía en prepararse un emparedado, inconsciente de que la puerta delantera era abierta, y cerrada con sigilo.

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