Capítulo 22: No puedes huir de ello

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Calle salio de la habitación del gimnasio, dejando a la peli-azul sola, mientras caminaba entre la multitud, escuchando su nombre ser llamado.

– ¿Donde estabas? – Sebastián preguntó molestó, mientras la observaba con una mirada penetrante.

– Estaba con Poché, quería aclarar unas cosas, y preguntarle porque me había besado – Está comentó, omitiendo parte de la información.

– ¿Donde está ahora esa desgraciada? Le voy a enseñar a que respeté lo que no es suyo – Este musitó, dejando ver lo furioso que está que estaba.

– ¿Cuando acá dije que era tuya? – Está preguntó en un tono burlón, levantando una ceja inquisitiva.

– Hasta te está cambiando – Este finalizó, con un sopló incrédulo.

Luego de unos segundos, Sebastián empezó a caminar, por impulsó está lo siguió, antes de percatarse de lo que sucedía, ya el chico había empujado a la mayor, haciendo que la castaña se molestará pero algo impedía que reaccionara.

Una vez el conflicto entre ambos empezará, y la mayor lo acabará, un nudo se formó en la garganta de la menor, al ver la mirada molesta que está le regalaba. A pesar de que la peli-azul, ya no la miraba, está mantuvo su mirada en la espalda de esta, siguiéndola hasta quedar parada en la entrada, viendo como se montaba en el carro y se alejaba.

Sacudió su cabeza, volviendo en si, corriendo hacia sus cosas extrayendo su celular, buscando el contacto de la chica y marcando lo. La llamo unas siete veces, de las cuales todas fueron ignoradas, después dejándole uno que otro mensaje.

– La maldita creo que me fracturó la nariz – Sebastián comentó gruñendo, mientras se tocaba suavemente la nariz.

Calle le regaló una mirada en blanco – Quien te manda – comentó a secas, empujándolo y caminando hacia la salida, se detuvo y desvío la mirada hacia el chico – ¡Terminamos! – Comentó molesta, antes de bajar los escalones de la casa, pasando por el lado de su vehículo, y continuando a pie hasta la casa que tenía con el chico.

Mientras iba caminando, las diferentes expresiones de la peli-azul se hicieron vividas en su mente.

« La hiciste llorar por tus inseguridades, a la verdad que ella no te merece ¿Esperas que te reciba con una sonrisa cuando la vuelvas a ver? Yo te recibiría con una patada, ¿Por qué le provocaste lágrimas? ¿Por un chico que no valía la pena? Eres tan patética » Calle llevo sus manos a su cabeza, jalando se el pelo mientras dejaba un gruñido salir de sus labios « Ella es demasiado para tí, mucho más ahora luego de lastimarla »

– No era mi intención lastimarla – Está jadeo en desesperación, recordando la tristeza cuando prácticamente rechazo a la mayor – No podía detener mis palabras – Está se maldijo, no haberla seguido antes.

« Vamos, acéptalo, tú solo querías jugar con ella, apesar de que le habías dicho que tú no eras un juego, ni siquiera la defendíste cuando Sebastián la confrontó » Calle dejó salir un grito, mientras comenzaba a correr.

Ella corrió, como si puedo realizar de esa forma escapar de sus pensamientos, su respiración empezaba a agitarse, y su mente poniendo en blanco; su corazón comenzaba a acelerar su ritmo. Cuando sus piernas comenzaban a pedir a gritos piedad, al no saber cuánto tiempo había estado corriendo, fue bruscamente detenida, por un dolor agonizante en el pecho, donde se encontraba su palabra.

Al respirar profundo varias veces, intentando de tranquilizarse, llevo su vista hacia su pecho, percatandose de la línea que tenía de un lado a otro encima de la letra, aunque no hubiera sangre, está se encontraba abierta.

– ¿Que mierdas? – Está se preguntó a si misma, llevando sus dedos hacia la herida, dejándo rozarla, sintiendo un leve ardor – ¿Poché? – fue lo primero que vino a su mente.

Sacudió su cabeza « ¿Que si le paso algo? ¿Por qué te preocuparía? No sientes nada hacia ella... O ¿Si? Que manera de expresarlo, tal vez ni siquiera quiera saber del amor por tú culpa »

– ¡PARA! ¡QUE ESTO YA SE ACABÉ! – Está grito con los ojos cristalinos, mientras, volvía a empezar a correr.

« ¿Que? Ahorra que piensas en lo estúpida que eres, ¿Te arrepientes? Venga, deja de ser tan inmadura e idiota, acepta que es tu culpa que ella se haya hecho algo, que su humor cambié ¿Te diste cuenta como te miró al salir? Seguramente ella no quiera saber nada de tí »

– ¡ALGUIEN QUE DETENGA ESTO! – comento, poniendo un pies en la carretera a la vez, que una luz se aproximaba.

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