Capítulo 20: Palabras en mi contra

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– No es lo que quiero – Poché musitó apenada, quitando las manos de su rostro, observando la expresión atónita de la castaña.

– ¿No? ¿Entonces por qué me besaste? – Está preguntó molesta, mientras observaba como la peli-azul usaba sus codos, para impulsarse hacia arriba.

– No me refiero a esto – Comentó depositando un leve beso en los labios de la chica – Lo que no quiero es hacerlo en este momento, no quiero tener alcohol en mi sistema, mucho menos ser producto de una infidelidad – Está aclaró, dejando su cabeza caer hacia atrás un poco, mirando el techo – No soporto verte con él, te quiero solo para mí – Está confesó, dejando a una castaña perpleja.

Calle se mantuvo en silencio por unos minutos, muy eternos para la mayor, que empezaba a sentirse nerviosa, causando que su cuerpo empezará a temblar.

« ¿Ella me quiere solo para ella? Se molesta... ¿Tiene celos? Por dios esto no puede estar pasando, yo ni siquiera sé que sentirme con esto... ¿No quiere ser parte de una infidelidad?... Pero ya nos besamos, prácticamente ya lo es» sus pensamientos se detuvieron, al sentir el leve temblor que dejaba radiar la chica, al notar lo mucho que se estaba demorando.

– Lo lamento – Fue lo que salió de los labios de la castaña, negando con la cabeza « ¿Como que lo lamentas? ¿Que mierdas estás diciendo Calle» pensó para si mismo – Es verdad, no podemos hacer esto, después de todo aún estoy con Sebastián, y no estoy lista para lo que sea que es esto – Está finalizó, levantándose de encima de ella, y observándola « No tengo ni la mínima idea de porque esas fueron las palabras que acaban de salir, pero no es lo que quiero, maldición, porque no logro controlar mis palabras »

Calle dejó salir un soplo, escuchando su nombre ser llamado desde el interior de la casa, dejándole saber que ya tenía que regresar con su novio.

Poché se quedó callada, y paralizada en el lugar mientras analizaba palabra por palabra lo que la chica le había dicho « Esto no debe ser verdad, dime que ella no acaba de decir eso » Se quito los guantes, arrojándolo a en una esquina de la habitación, y se subió el traje, y comenzó a caminar fuera de este. Al llegar a la sala, donde la mayoría de la gente se encontraba, alguien la empujó, haciendo que se tambaleara, hacia al frente; en un movimiento rápido logro estabilizarse, pero aún así se golpeo en el brazo con la pierna, llamando la atención de la mayoría de la gente en el lugar.

– Pero que mier... – Está comenzó antes de ver quién era.

– ¿Como te atreves a obligarla a hacer cosas que ella no quiere? – Sebastián grito – ¡Que descaro el tuyo con intentar robarle la novia a otra persona! –  Este finalizó levantando la voz.

Poché levantó una ceja « ¿Obligarla? ¿Que carajo? » está llevo la mirada hacia la castaña quien tenía las manos cubriendo su boca – ¿Ahora dices que yo te obligué? – Está hizo una mueca incrédula.

Sin decir más nada, camino hacia Sebastián y lo agarro por el cuello de la camisa – Que sea la última vez que tú me toques o me subas la voz – Está gruño con molestia, subiendo su mano y golpeándolo en la nariz al momento que lo soltaba, haciéndolo caer de espaldas al suelo.

– ¡Estoy sangrando! ¡Estoy sangrado! – El chico comenzó a decir en pánico, mientras se aguantaba la nariz y se levantaba del suelo, corriendo hacía el baño.

– Patético – Está musitó, mientras se dirigía a la puerta, pasando por el lado de la castaña, regalando le una mirada molesta que sólo duró unos segundos, antes de que mirara hacía la salida.

Está ignorando el bullicio lleno de euforia, y burla hacia el chico, caminó hacia su auto, encendiendo lo y marchandose. De camino a su casa, su móvil comenzó a sonar, al verlo de reojo, divisó el nombre de la castaña, el cual ignoró, siguiendo a su casa.

Al llegar y bajarse del auto, ignoró a sus empleados, no dirigiendoles ni una palabra, ni siquiera a Hoffman, quien le había preguntado que le ocurría. Subió a su habitación, cerrando la puerta a sus espaldas, y quitándose la ropa, mientras caminaba al baño. Una vez en este, se observó en el espejo, hasta que la rabia se apoderó de ella.

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