Capitulo 10: Un par de copas

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- ¿Para dónde vamos? - Calle preguntó para si misma, tomando su celular y buscando el WhatsApp de Poché, haciéndole una llamada.

No duro ni un momento sonando, cuando ya la otra había contestado.

– ¿Que sucede, cachorrita? – Poché preguntó con un tono suave.

« ¿Cachorrita? Ni que fuera un animal » Pensó la castaña, aunque no protestó en voz alta – ¿Para dónde vamos? – preguntó.

– ¿Como te sientes? – Poché contestó con una pregunta, causando que la castaña levantara una ceja y jadeara incrédula.

– Yo pregunté primero – Está protestó.

– Depende a lo que me contestes, te diré para dónde vamos – La mayor contestó desinteresada.

Calle se quedó callada, observando el carro de la otra, mientras cuadraba sus pensamientos.

– Estoy bien – Mintió, pues no sabía ni cómo explicar lo que sentía.

– Vamos para mi casa – Poché comentó – Antes de que protestes, cachorrita, se que tienes tú mente demasiado llenas de preguntas, no soy muy experta, pero puedo intentar ayudarte – Está finalizó colgando la llamada, al no querer darle una oportunidad a Calle para que hablara.

– No, eso si es un descaro, cuando me baje del carro le voy a pelear – Calle frunció el ceño molesta al ver que le habían colgado.

Entre murmullos y maldiciones, pensaba en la peli-azul al no poder sacarsela de la mente mientras la seguía.

Una vez llegaron, se estacionaron al frente de un portón de metal, el cual fue abierto, dejando apareces un sujeto con traje, inclinándose al cristal de Poché, antes de mirar al carro de Calle y asintió, hechando se hacia atrás, dejando que pasaran.

– No puedo creer que está es su casa – Calle comentó alucinada con el sitio de dos pisos, en color blanco y marrón, toda una mansión para así decir.

Estacionaron los autos frente a la estadía, entregándoles las llaves a uno de los sirvientes, que los iba a llevar al garaje.

– ¿Vives aquí tú sola? – Calle preguntó, aún viendo los detalles de sitio, pues eran delicados y hermosos.

Poché llevo su mirada hacia la chica, y sonrió ausente – Por ahora sí – Contestó caminando y subiendo los escalones, que tenía para llegar a la entrada.

– ¿Por ahora? – La castaña volvió a preguntar levantando una ceja con curiosidad visible en los ojos.

– Mi hermana menor sea quedado en los dormitorios de su universidad, hasta las vacaciones del primer semestre – Está contestó simple, sin mencionar más nada.

Al entrar, la castaña se quedó sin aliento, al ver lo hermoso que se veía, siguiendo a la peli-azul de cerca, pues pensaba que si se alejaba, se podía perder fácilmente.

– Aquí está la sala, espérame, en lo que busco algo – Poché anuncio señalando al lugar.

Los sofás eran negros, lo cual así que destacarán entre las blancas paredes. Al adentrarse más, había un librero pegado a la pared de fondo, junto con una TV, al lado izquierdo en la pared había un estante, donde habían varias fotos, de diferentes edades de la peli-azul, sin embargo, de un cierto punto hacia ahora, la chica salía sola.

Se sentó en el sofá, mientras seguía observando las otras cosas que se dispersaban en el lugar, antes de que Poché apareciera con dos copas y una botella de vino. Demandó a las sirvientas que se encontraban en el lugar, que se fueran.

– ¿Por qué estás tan sola? – Calle preguntó sin pensar, llevando su mirada nuevamente a las fotos.

Poché frunció el ceño, dejando salir un suspiro abrumador – Quería tirarme la foto sola – Contestó simple.

La castaña llevo su mirada hacia la chica, notando en los ojos de esta, una tristeza... Y un vacío inmenso, por lo cuál solo asintió. Observó cómo Poché coloco las copas en la mesita frente a ellas, y se sentaba, abriendo la botella, sirviendo un poco en ambas.

– ¿Porque estabas tan tarde en la calle? – Poché preguntó simple, su voz suave y delicada, tomando las copas, y entregándole una a la castaña.

« ¿Para qué tendría que decirte? Eso es personal, ni siquiera te incumbe » Calle pensó, observando su reflejo en el líquido de la copa.

Poché se percató del conflicto y la mirada pensativa que tenía la chica, a lo que se inclinó un poco, llevando su mano al mentón de la chica, y con delicadeza hizo que está levantara la vista, quedando frente a frente.

– Oye, cachorrita, no pienso juzgarte ni nada, simplemente me preocupa – La peli-azul musitó.

La castaña se quedó observando los ojos de la chica, notando un sincero interés y cariño en estos, casi perdiéndose en ellos, sintiendo como la distancia entre ellas se hacía más inexistente.

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