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Virgo estaba terminando de poner la mesa con su madre. Los invitados llegarían en cualquier momento. Aquel día, iría a cenar un viejo amigo de su padre a su casa, con su nueva esposa y su hijastra.
El planeaba comer lo más rápido posible para después irse a su habitación, pero sus planes cambiaron drásticamente al ver a la hijastra del amigo de su padre. Escorpio. Las botas altas de la castaña resonaron en el viejo piso de madera, atrayendo la atención de todos.
La mayor parte de la cena consistió en los padres riendo y las madres intentando probar que su hijo era mejor.
–Virgo está a punto de terminar la secundaria con promedio de diez.
–Escorpio también, y consiguió dos becas universitarias.
–Virgo consiguió tres y ya lo estamos entrenando para que herede la compañía familiar.
–Escorpio quiere empezar su propio negocio.
Mientras tanto, los adolescentes se quedaban callados a menos que les preguntaran algo. A ambos les parecía que esa pequeña competencia entre sus madres era totalmente estúpida, pero sabían que no era bueno intentar pararlas.
–Escorpio acaba de terminar un curso de fotografía –dijo la madre de la chica, justo después de que terminaran el postre.
–Virgo hizo uno el año pasado –dijo la dueña de la casa, con su mejor sonrisa falsa –Tiene sus cámaras y álbumes arriba, Escorpio puede subir a verlos con él si quiere.
Sin levantar mucho la vista, ella asintió y siguió a Virgo escaleras arriba. Se estaba hartando de que su madre la usara para presumir, no podía esperar a irse a la universidad, lejos de ella.
–¿Crees que se den cuenta si no vuelvo a bajar? –preguntó, considerando salir por la ventana.
–Teniendo en cuenta de que la conversación gira entorno a nosotros, si –dijo él, sentándose en su cama.
Ella dio una vuelta por la habitación, examinando el lugar. Su mirada pasó de las cámaras y medallas colgadas, a un escritorio perfectamente organizado, a una estantería llena de libros. Se detuvo a observarlos. Tenía de todo, desde historia, hasta cuentos para niños.
–¿Te gusta leer? –preguntó él, acercándose.
Escorpio se encogió de hombros, intentando no mirarlo.
–Mi mamá siempre me hizo leer sobre ciencia y un par de clásicos, pero nunca me dejó leer otra cosa, ni siquiera "Harry Potter", le parece una pérdida de tiempo. Me castigó cuando se enteró de que una amiga me había prestado "Ciudades de papel".
–Que triste –murmuró él.
Se quedaron hablando un rato más, hasta que la familia de ella se fue.
