Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.
Virgo y Acuario creyeron que se odiaban todas sus vidas. Pero no era su culpa, sino de sus padres. Ellos siempre habían exigido demasiado de sus hijos, y les habían enseñado a ser los mejores en todo. Acuario nunca entendió bien el por qué, pero disfrutaba de la satisfacción de ser el mejor, o al menos de eso se convenció. Por eso, cuando los dos se encontraron yendo a la misma escuela pupila, comenzó su "odio".
Compitieron cada día de cada año. Las mejores notas, el mejor en debate, en deporte, en todo. E iban cabeza a cabeza en todas y cada una de esas cosas. Eso a Virgo la volvía loca. A Acuario no tanto, pero de todas formas lo fastidiaba que sus padres lo molestaran por no poder ganarle a una chica.
Pero Acuario se cansó. Sentía que se estaba ahogando entre las obligaciones y las expectativas. Por eso, aquella noche, a eso de las doce, se escabulló hacia la habitación de Virgo, con una propuesta algo loca en mente. No estaba seguro de que ella fuese a aceptar, peor tenía que intentarlo. Tampoco sabía si era buena idea, ya que no conocía mucho a Virgo, por lo que tuvo que obligarse a no pensar en eso.
Mirando a su alrededor, Acuario tocó la puerta de la habitación de Virgo, rogando porque no lo atraparan. Cada segundo que ella tardó en abrir hizo que su nerviosismo aumentara más y más. Ahí afuera se arriesgaba a que lo atrapaban, y, si lo hacían, se arruinaría todo su plan.
–¿Que haces acá? –le preguntó ella, cansada y confundida.
Acuario entró a la habitación y cerró la puerta.
–Me voy a escapar –susurró él, para no despertar a la compañera de Virgo–. No soporto más este lugar, y sé que a vos te exigen lo mismo que a mi, así que quería preguntarte si te gustaría venir conmigo.
Virgo se había quedado sin palabras. Sabía que lo lógico era decirle que no, pero una parte de ella le impedía negarse sin haber escuchado todo su plan.
–Si dijera que sí –susurró Virgo–, ¿Cuál sería el plan?
Divisó la sonrisa de Acuario a través de la penumbra. Aunque le costara admitirlo, Virgo sabía que Acuario era lindo. Que le cayera mal no significaba que estuviera ciega. Pero nunca había creído sentir algo por él, hasta que sonrió de esa forma.
–Tengo una cabaña a dos horas de acá. Cuando llegamos, conseguimos un auto y nos vamos –susurró–. Sé que queres venir, no lo piensas tanto.
Para la sorpresa de ambos, Virgo le hizo caso. Armó dos bolsos con todo lo necesario y se escabulleron a mitad de la noche, con el corazón en la garganta y la adrenalina recorriendo su cuerpo.
3 meses después
Las cosas habían ido bastante bien en esos meses. Fueron de pueblo en pueblo, viviendo de favores que Acuario conseguía y del ingenio de Virgo. A veces dormían en el auto y otras en posadas, pero, si eso era lo que tenían que hacer para librarse de sus padres, lo harían –o al menos eso pensaba Acuario, Virgo no estaba muy segura.
