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Virgo estaba tranquila tomando un café ante de ir a la escuela, alguien se sentó en frente de ella.
–Hola, princesa–dijo Géminis.
Por alguna razón, le decía así desde que se habían vuelto amigos, y no parecía dispuesto a cambiar el apodo sin importar lo mucho que Virgo se quejara.
–Creí que ibas a faltar hoy, por el examen de Historia –comentó ella, intentando que no se note lo nerviosa que estaba. Si, le gustaba Géminis, al igual que a la mitad de las personas en su escuela (y digo mitad, porque a la otra mitad no le gustan los hombres).
El sonrió y negó con la cabeza.
–Le voy a decir que se murió mi gato o algo así, seguro la vieja esa se lo cree.
Si hubiera sido otra persona, ella le hubiera dado un largo discurso sobre porque no tenía que hacer eso, pero, como era Géminis y él estaba sonriendo de esa forma, no le dijo nada.
De repente, Virgo tuvo ganas de meterse abajo de la mesa y hacerse una bolita. Vio como la sonrisa de Géminis se ensanchaba, lo que solo podía significar una cosa; Leo, la persona de la que gustaba la otra mitad de la escuela (Géminis incluido) estaba ahí. Lo único que hacía que Virgo no se alejara totalmente del muchacho era que Leo tenía novio, y él no podía soportar tantos rechazos solo.
–Estaba pensando que podría mandarle flores... –dijo él.
–La última vez que le mandaste flores fueron rosas en San Valentín y a su novio no le gustó. Estuve dos horas sacándote las espinas de la cara –le recordó ella.
–¿Chocolates?
–Los últimos terminaron en la basura.
–¿Ropa?
–Se ofende si le compras el talle equivocado.
–¿Una carta?
Virgo se sorprendió al darse cuenta de que Géminis nunca le había mandado una carta a Leo, ya que él usaba cualquier medio para llamar su atención. Era un poco raro.
–Tal vez funcione –dijo ella, dubitativa.
–¿Me ayudas a escribirla?
A pesar de que él lo preguntó sin ninguna mala intención, ella sintió como si la hubiesen apuñalado y estuvieran moviendo el cuchillo dentro suyo, pero ya estaba acostumbrada, por lo que solo asintió, sacó papel y comenzó a escribir. Al final, terminaron la carta diez minutos antes de tener que ir a clase y era 99,9% de Virgo, excepto que Géminis escribía para que no se notara la diferencia de las letras.
–Sos una genia –dijo él, para después dejar un beso en la coronilla de Virgo e ir a darle la carta a Leo.
Ella suspiró y guardó sus cosas para ir a Biología, preparándose mentalmente para el berrinche que haría el rubio cuando Leo lo rechazara, como siempre. No había una semana en la que no pasara, ni una en la que Virgo no jurara que ya no lo iba a ayudar, ni una en la que ella rompiera esa promesa.
–Psst, princesa –susurró Géminis en medio de la clase.
–¿Que?
–¿Me explicas esta pregunta?
Y, con eso, él se refería a que ella le pasara todas las respuestas, como solía pasar, pero esa vez, no tuvo tanta suerte. La profesora lo escuchó.
–Si prestara atención en clase, no necesitaría que su novia se lo explique. No me hagan hacer que se muevan.
La profesora se fue y Virgo devolvió su atención hacia el cuestionario, intentando hacer menos evidente lo sonrojada que estaba porque Géminis no había dicho nada cuando la señora dijo que era su novia. Unos minutos después, ya lo había terminado.
–Princesa –susurró él –por favor.
Ella puso su hoja en el borde de su mesa para que el pudiera ver mejor y copiar las respuestas. "Tenés que aprender a decirle que no" se dijo Virgo, pero la sonrisa de Géminis le sacó cualquier tipo de validez a ese pensamiento.
–Gracias, siempre me salvas –dijo él, justo antes de que la campara sonara.
Ambos entregaron sus hojas y salieron de el salón.
–Ahí está Leo –dijo Géminis –Me parece que le gustó la carta.
–Yo mejor me voy, esta viniendo para acá ¿Nos vemos en tu casa?
El asintió y ella salió. No quería ver lo que seguía. Estaba a mitad de camino hacia la casa de el rubio, cuando este la alcanzó corriendo.
–¿Y? –preguntó ella.
–Me dijo que era muy lindo y todo, pero que prefería a su novio. No tiene sentido.
"En realidad, tiene mucho sentido" pensó ella, pero no lo dijo, sabía que no era lo que él necesitaba en ese momento.
Caminaron en silencio hasta que llegaron a la casa de Géminis. La madre de él estaba en La Cocina dijo que les llevaría galletas en un rato, así que ambos subieron a la habitación del chico, hambrientos.
–Me rindo –dijo él, comiendo una galleta –si ella no me quiere, va a haber alguien que si. Me harté.
Virgo se sorprendió al oír eso. El nunca había dado ningún indicio de darse por vencido respecto a Leo. Por lo general, solo se quejaba un rato y empezaba a planear una nueva estrategia.
–Ya era hora –dijo ella –Llevas un año obsesionado con Leo.
Géminis pensó un poco en eso. Era cierto, llevaba mucho tiempo intentando conquistarla y volviendo loca a Virgo, pero ella siempre había estado ahí para el. Y, ahora que estaba intentando poner fin a su obsesión, ahí estaba ella, dispuesta a darle una bofetada si llegaba a volver a intentar conquistar a Leo.
Y, en ese momento, se dio cuenta de porque Virgo siempre había estado ahí. Ella siempre tenía esa mirada triste que tenía él cuando Leo lo rechazaba. Estaba enamorada de él.
–¿Pensando? ¿Te sentís bien? –bromeó ella, pero él ni siquiera sonrió. –¿Géminis?
Virgo ya estaba confundida porque él no respondía, pero se confundió todavía más cuando se dio cuenta de que la estaba besando.
–¿Que... –ella ni siquiera podía encontrar las palabras para expresar todo lo que le pasaba por la cabeza. Estaba confundida, asustada, feliz...
Géminis la abrazó. Virgo, todavía sin entender que estaba pasando, apoyó su cabeza sobre el hombro del chico.
Este capítulo es para @LaJo-El espero que te haya gustado 💙
