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Escorpio entró al viejo departamento a eso de las tres de la mañana. Dejó su chaqueta de cuero sobre la vieja silla que estaba junto a la puerta y dejó la pistola cargada sobre la mesa, intentando no despertar a Piscis, quien demora a unos metros. Ambos vivían en un mono-ambiente, donde, a parte de la pequeña mesa y la silla, solo había un colchón y una cocina pequeña.
Recordaba a la perfección como se habían conocido. El estaba en un callejón, buscando al hombre que le debería pagar por algunas "entregas" que había hecho, y se encontró con una chica pequeña y delgada a la que habían echado de su casa. Desde que él la ayudó aquel día, Piscis no se había separado de él. De eso hacía un año. Ambos habían comenzado a trabajar juntos. Escorpio se encargaba de mover contactos, y ella de controlar los números y los favores para poder sobrevivir.
Al escucharlo llegar, ella se despertó. Se había quedado dormida en el piso, mirando hacia la única ventana, esperando a que él volviera. Siempre la preocupaba cuando salía durante la noche.
–Deberías haberte ido a la cama. –le reprochó Escorpio. Con "cama" se refería a un viejo colchón que había en una esquina. Solo era de una plaza, por lo que los dos no entraban y tenían que turnarse, aunque por lo general él la dejaba dormir allí toda la noche.
–Fui a dar un paseo... –mintió él, sin querer decirle que había estado con una chica, se sentía mal por haberla preocupado por nada.
Su vida siempre había sido así, hacer negocios con gente peligrosa durante el día y volver a cualquier hora de la noche por haberse estado divirtiendo un poco, y pensó que Piscis no cambiaría nada de eso. Pero se había equivocado. Nunca nadie se había preocupado por si había comido o había esperado toda la noche para asegurarse de que volviera bien. Hacía que quisiera pasar más tiempo ahí.
–Anda a dormir. –le dijo él.
Ella lo abrazó.
–Que descanses. –tras decir eso, la rubia se acostó en el colchón y se hizo una bolita.
Escorpio se sentó a su lado y la observó dormir. No podía decir que no era preciosa, y también era mucho más inteligente de lo que aparentaba. "¿Estaré enamorado de ella?" se preguntó. Negó con la cabeza, espantando el pensamiento mientras la cubría con su chaqueta. Una novia equivaldría a una debilidad. No podía permitirse sentir algo por ella, no si quería mantenerla a salvo. El había enojado a muchas personas capaces de lastimarla mucho.
Al día siguiente, Escorpio se fue mientras Piscis dormía. Tenía que encontrarse con un hombre al que le debía mucho dinero, y, aunque iba armado, sabía que la pistola no le serviría mucho, ya que él nunca estaba solo. Solo tenía la mitad del pago, pero esperaba poder conseguir algunas semanas más para tener el resto del dinero. Esperaba lograrlo.
