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–¿Quien es? –preguntó Tauro, al ver que Leo le sonreía a su teléfono, cabeceando para ver si llegaba a leer algo de la pantalla.
Estaban en el pequeño comedor de su nuevo departamento, esperando a que llegara la pizza que habían pedido porque ninguno tenía ganas de cocinar aquella noche, los dos estaban muy cansados.
–Un amigo –respondió, empezando a molestarse.
El signo de tierra había estado muy celoso últimamente, y eso fastidiaba demasiado a su novio, quien tenía muchos amigos ¿Es que ya no confiaba en él? Además, vivía haciendo todo tipo de preguntas, que Leo se estaba cansando de responder.
–¿Cual? –insistió Tauro, todavía intentando espiar la pantalla.
–Es Piscis. Me está contando que se comprometió y quiere que sea el padrino.
–Oh. –murmuró el toro, acomodándose en su silla, algo nervioso.
Leo estaba empezando a hartarse del comportamiento de Tauro. No entendía porqué ni cuando había dejado de confiar en él, y no sabía en que momento el autoestima del chico había bajado tanto como para creer que lo dejaría por cualquiera. Era una estupidez.
–¿Seguís hablando con Piscis? –preguntó después de unos dos minutos.
El signo de fuego se levantó de la mesa, empujando la silla hacia atrás, haciendo que esta se caiga. Se había cansado. No podía estar tranquilo dos segundos, porque Tauro empezaba a atacarlo con sus preguntas. Si no confiaba en él ¿Por qué no se iba de una vez?
–¿Que te pasa? –preguntó el toro, sorprendido ante el movimiento brusco.
–Estas más insoportable que nunca, eso me pasa –dijo Leo, sonando mucho más brusco de lo que pretendía, pero no se retractó –No paras de hacerme preguntas. Tenes que saber en donde y con quien estoy TODO EL TIEMPO –fue subiendo el tono de voz gradualmente, cada vez se enojaba más –Parece que ya no confías en mi.
–Eso no es cierto –murmuró Tauro, sintiéndose un poco culpable.
–¿Ah, no? ¿Y lo que pasó recién? –Leo negó con la cabeza, empezó a caminar por el lugar como un animal enjaulado –Estoy harto. Si no paras con tus celos, vamos a tener que terminar.
–Solo tengo miedo de perderte –dijo el signo de tierra de forma casi inaudible porque le daba vergüenza expresarlo en voz alta, pero el otro chico lo escuchó.
Eso ablandó un poco a Leo, no estaba acostumbrado a que su novio dijera ese tipo de cosas. Tal vez estaba exagerando un poco, pero en serio no le gustaba el que desconfiaran de él, en especial cuando sabía que no le había dado ninguna razón para que lo hiciera.
En los días que siguieron, los celos de Tauro bajaron bastante, ya no preguntaba todo cada dos por tres, y Leo estaba de mucho mejor humor ahora que sabía que su novio confiaba en él.
–Va a venir Géminis a cenar mañana –comentó el toro mientras almorzaban, esperando que su novio se emocionara por conocer a alguien tan importante para él. No fue el caso.
Leo se enderezó de repente.
–¿Géminis?
El era el mejor amigo de Tauro de toda la vida. Se conocían desde que tenían memoria, ya que sus madres eran amigas y prácticamente se habían criado juntos. Siempre se habían llevado muy bien, pero cuando terminaron la secundaria, el signo de aire se fue a otra ciudad para estudiar periodismo, por lo que no se veían muy seguido y estaban bastante emocionados por verse. Leo, en cambio, no estaba tan feliz por esa reunión.
Siempre hubo algo en Géminis que lo hacía desconfiar de él. Nunca lo había tratado mal ni le había dicho nada ofensivo, ni lanzado alguna indirecta, pero era la forma en la que hablaba, que hacía que todos le prestaran atención... el león estaba seguro de que siempre estaba planeando algo malvado. Pero no le dijo nada a Tauro, no quería tragarse su orgullo y decirle que ahora él era el celoso.
El resto del día pasó relativamente normal, Leo estaba un poco raro, pero nada serio, según Tauro. No se volcó a tocar el tema.
La noche siguiente, Géminis llegó para cenar y al león no le gustó como saludó a su novio. Solo eran mejores amigos que se conocían desde que tenían memoria, eran prácticamente hermanos y no se habían visto en meses ¿Que derecho tenía a abrazarlo?
Los tres se sentaron a cenar. El león intentó comportarse lo más normal posible, pero se daba cuenta de como la atención de Tauro estaba cien por ciento concentrada en su amigo, tanto que le tuvo que pedir cinco veces que le pasara la mayonesa hasta que se hartó y se levantó para agarrarla. Estaba empezando a molestarse. Se sentía dejado de lado entre todas las anécdotas de las que no había sido parte y, además, a Géminis le encantaba hablar, así que no había mucho tiempo para hacer comentarios. Terminó de comer tan rápido como pudo y dijo que se iría a dormir, estaba harto de que, por más que lo intentara, nadie le prestaba ni la más mínima atención.
Después de un rato ahí acostado sin hacer nada, Leo escuchó como la puerta del departamento se cerraba y Tauro entraba a la habitación que compartían y se acostaba al lado de su novio.
–¿Que pasó durante la cena? –le preguntó.
–¿Que qué pasó? Nada, solo que ME IGNORASTE TODO EL MALDITO TIEMPO. –dijo Leo molesto. No pretendía hablarle, pero se le había escapado, y no se retractaría.
El toro sonrió casi inconscientemente, le parecía gracioso que los roles se hubieran invertido, ahora Leo era el que estaba celoso. Tal vez ahora entendería aunque sea un poco por qué le hacia tantas preguntas todo el tiempo.
–No fue a propósito, solo no lo veía hace mucho... –dijo el signo de tierra, abrazando a su novio. De verdad estaba cansado, pero no quería irse a dormir hasta estar seguro de que todo ese tema estaba resuelto.
–¿Por qué sonríes? –preguntó Leo, indignado.
–Te ves lindo celoso –dijo Tauro, su sonrisa se ensanchó –Ahora ¿Podemos dormir?
Este capítulo es para @ladyZalir espero que te haya gustado 💙
