La casa era en si... Vacía.

No había gran cosa. Pocos muebles, ningún adorno o decoración, tan sólo unas pocas fotografías de la pareja que parecían recientes, incluso las luces de la casa eran pocas. Todo lucía oscuro. Sin embargo algo que llamó la atención de Yoongi fue el excesivo aroma a desinfectante y limpiadores.

—¿Ahora que desea?– Jungkook se cruzó de brazos, a la defensiva.

—Sólo saber el por qué su pareja nos ocultó el hecho de que conocía a una de las víctimas– Yoongi sacó la fotografía de Minjae —fueron pareja durante un año ¿no cree que debió haberlo comentado?– preguntó ahora dirigiéndose a Taehyung.

Jungkook giró hacia el pelirrojo sintiéndose ligeramente traicionado. ¿Eso significaba que no había sido el primero en meterle el pene? La decepción...

—No creí que tuviera importancia– Taehyung se encogió de hombros, mordiendo su labio.

—Respuesta equivocada, joven Kim– negó Yoongi —además descubrimos sobre la muerte de su madre, joven Jeon. No es que tenga que ver con el caso pero...–

—Basta– lo interrumpió Jungkook —¿viene a acusarnos de algo o no?–.

—Aún de nada, sin embargo, mis compañeros se encuentran ahora mismo en Seúl investigando sus antiguas moradas. ¿Cree que encontraran algo interesante?– sonrió. —Estoy cerca de atraparlos, malditos enfermos. Se creen los putos amos pero les diré un secreto, no todos los policías somos buenas personas–.

—¿Entonces por qué no nos has matado, hijo de puta?– Taehyung dió un paso amenazante al frente.

—Creo que prefiero verlos en una prisión de máxima seguridad lejos de la comodidad de su casa conviviendo con otros bastardos como ustedes. Pero más que nada me encantaría que las familias de todas esas personas que asesinaron los vean a los ojos y los mal digan mientras son condenados a pena de muerte y cuando les vayan a poner la inyección letal yo estaré ahí junto con todas esas familias ríendome en su puta cara–.

Jungkook tensó la mandíbula, Taehyung frunció el ceño.

—¿Eso harán, Kookie?– preguntó preocupado —¿nos van a matar de una manera tan poco ingeniosa?–.

—¿Quieren mi consejo?– Yoongi caminó a la puerta —mejor matense ustedes mismos. La próxima vez que venga a ésta casa será con otros veinte autos de policía y listo para arrestarlos, cargando todas las pruebas en mi mano–.

El detective se marchó dejando silencio en la casa. Taehyung giró hacía Jungkook con los ojos muy abiertos.

—No quiero morir de esa manera– se quejó —¿no podrían al menos asesinarnos arrojándonos a botes llenos de ácido o algo así?–.

Jungkook le dirigió una mirada vacía.

—¿Te molesta más la manera en la que vayamos a morir que el hecho de que estén a punto de atraparnos? Tú si que estás a otro nivel, Kim Taehyung–.

El pelirrojo ladeó la cabeza confundido.

—Ven acá– Jungkook lo tomó de las manos y lo obligó a sentarse en el sofá de la sala —escucha, si fueron a mi antigua casa en Seúl, encontrarán todo lo que hace falta para culparme. Presta mucha, mucha atención... Van a atraparme a mí primero yo negaré que tú tuviste algo que ver. Me llevarán y probablemente no vuelva a verte, quiero que te vayas, vete muy lejos ¿si? No dejes que te atrapen, yo...–

—¡No!– Taehyung se puso en pie de un brinco —¡no podemos acabar así!– frunció el ceño. —¡Hay que irnos juntos, Kookie!–.

—Si nos vamos nos buscarán, yo me quedaré para darte tiempo de salir de aquí...–

—¡No!– los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas —¡no podemos separarnos, debemos estar juntos siempre, creo que si salimos ahora mismo podremos...!–

—Taehyung– el menor acunó el rostro del pelirrojo entre sus manos —creo que hasta aquí llega nuestra pequeña aventura romántica. Fue buena mientras duró pero sabíamos que no sería por siempre, al menos yo siempre lo supe. Era evidente que nos atraparían, fuimos descuidados y dejamos muchos cabos sueltos, era sólo cuestión de tiempo, sin embargo, no quiero que te atrapen a tí. Él tiene razón, no todos los policías son buenos, podrían lástimarte–.

—¡No me importa!– lloriqueó.

—Pero a mí sí–.

Jungkook tomó a Taehyung y lo abrazó con fuerza sintiendo que aquello era lo más cercano a una despedida que pudiera imaginar.

—Quiero que te vayas ésta misma noche– le dijo —yo me haré cargo de detenerlos aquí, les daré pistas falsas y trataré de evitar que te sigan–.

Y mientras Jungkook hablaba, Taehyung mantenía la mirada adolorida fija en otra parte, pensando, analizando.

Jungkook se alejó y subió a darse un baño, preparándose mentalmente para lo que enfentaría. Taehyung se puso en pie, escribió una nota rápidamente y salió disparado hacía la salida, se movió silenciosamente sin voltear atrás, derramando ligeras lágrimas mientras su corazón se aplastaba. Se alejó, buscó transporte y fue directo al lugar donde había estado antes, lleno de policías y maleantes.

—¡Min Yoongi!– gritó, casi rugiendo cuando entró a la comisaría.

Todas las miradas se centraron en él. El nombrado apareció desde una oficina siendo acompañado por una mujer de rostro redondeado y ceño fruncido y otro hombre alto. Taehyung soltaba lágrimas amargas al tiempo que alzaba las manos frente a todos.

—¡Fuí yo!– gritó —¡yo asesiné a esas personas en Daegu, Busan y Seúl, asesiné al vecino amable, a una mujer embarazada, a un ebrio idiota, al tipo de la discoteca, a todas esas personas en el parque de atracciones y a la esfera de humanos que encontraron en el bosque ayer! Los descuartizo, me deshago de las partes en basureros, se las doy de comer a perros callejeros, las arrojo en ácido y muchas otras cosas más. Los archivos que tienen no son ni la mitad de todas las personas que he asesinado y la verdad es que no me arrepiento de nada y si me dejan libre seguiré haciendolo ¿y saben que más? Ustedes los policías son muy malos en su trabajo porque si no hubiese venido a confesarlo yo mismo quizás nunca me habrían atrapado lo cual es muy patético–.

Todo mundo guardó silencio, atónitos, confundidos. Seguramente la mayoría imaginaba que se trataba de una mala broma pero Yoongi sabía que era cierto, siempre sospechó que las víctimas eran muchísimas más. Sabía que Taehyung no mentía.

Suspirando, se acercó hasta el pelirrojo.

—Kim Taehyung, tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas puede y será usado en tu contra...–

El pelirrojo se dejó arrestar sin oponer resistencia, el celular de Yoongi vibró en su bolsillo, lo sacó para leer el mensaje y sonrió.

—Adivina qué– dijo en burla —ya tengo a tu novio también– continuó, alzando el celular para que Taehyung pudiera verlo.

La fotografía del sótano de la antigua casa se veía en estado precario. Residuos de sangre ya seca, los instrumentos de tortura que Jungkook había dejado, las paredes reforzadas y un lindo cádaver completamente en descomposición atado a la mesa metálica al centro de todo el lugar apareció frente a su rostro.

—También hice eso, Kookie no hizo nada– respondió.

—Fue muy ingenuo de tu parte entregarte de ésta manera– sonrió Yoongi.

—Es ingenuo de tu parte creer que Jungkook estará en casa esperándote con té y galletitas a que vayas a arrestarlo– la sonrisa del pelirrojo fue sinceramente macabra.

Yoongi endureció el gesto.

—¡Preparen un equipo iremos a arrestar al compañero de éste, Suran, llevátelo!– se acercó un poco más al oído de Taehyung y murmuró —veamos quien es más rápido–.

Taehyung contuvo las ganas de responder, sólo esperaba que Jungkook hubiera hecho caso a la nota que le dejó. Le había dado una ventaja de una hora y esperaba que la hubiera aprovechado.

—Te quiero, Kookie– murmuró para sí mismo.

Sweet Killer::KVWhere stories live. Discover now