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—¿Sabes?– Taehyung avanzó por la colina entre la maleza enroscada bajo sus botas oscuras, triturando pequeñas ramas y hojas secas a su paso. —No me importa que el mundo piense que estoy loco porque yo sé que quien está loco es el resto del mundo, es sólo que ellos mismos no pueden medir su propia demencia. La verdad es que todos tenemos un poco de locura, pero unos somos más honestos que otros, algunos decidimos demostrar más nuestra falta de cordura. Y ya que nosotros dos somos honestos entonces eso significa que somos los más cuerdos–.

—Suena como si quisieras justificar lo que eres– Jungkook se detuvo en la cima de aquella colina respirando el aire fresco que se filtraba a través de las copas altas de los árboles. —No importa si estamos locos o cuerdos, a final de cuentas todos terminaremos muriendo y qué mejor que morir sabiendo que hicimos lo que nos apasionaba–.

Taehyung meditó las palabras por un momento y decidió que Jungkook se veía más sexy de lo normal en aquella ropa completamente negra. Quizás las personas tenían razón y cuando alguien empezaba a gustarte lo veías todo bajo un filtro que hacía ver el mundo muy hermoso.

—¿Listo?– preguntó Jungkook.

Taehyung asintió y ambos se colocaron sobre el suelo rodeados por la maleza del bosque nocturno, escuchando los sonidos que brotaban a su alrededor, el cántico de los grillos, el viento, era como escuchar al bosque respirar. Jungkook sacó los arcos y las flechas de su mochila, le dio un juego a Taehyung y un par de visores. El rubio tomó todo, se colocó el protector de dedos, encendió la visión nocturna y lanzó una mirada al bosque. Divisó una lechuza, un par de ardillas y entonces, un joven chico con ojos y manos vendadas caminando a trompicones entre los árboles.

—Tengo a uno en la mira– dijo, preparando el arco y una de las flechas que se había colgado en la espalda.

—Yo tengo a otro– anunció Jungkook, observando con sus propias lentes de visión nocturna a modo de anteojos al hombre que se arrastraba a gatas por el suelo, llorando y temblando.

Taehyung sonrió, tomó la flecha y la acomodó pegando su mano al rostro, inhaló y exhaló muy lentamente para luego soltarla. El arco hizo un movimiento rápido que dejó el sonido de un latigazo en el aire y la flecha desapareció en medio de la noche envuelta en un zumbido. Taehyung observó hasta que el proyectil dio contra la corteza de un roble cerca de su presa, alertandolo.

—Fallé– se quejó con una mueca y giró para observar a Jungkook.

—Novato– se burló el menor quien ya estaba en posición perfecta.

Taehyung observó la manera en la que Jungkook tomaba tan tranquilamente su flecha, haciendo tensar el arco y apuntaba antes de dejar ir el proyectil cuya punta atravezó en pocos segundos la cabeza del hombre a rastras. El cuerpo cayó sin gracia, Taehyung rechistó molesto.

—Lo haré mejor ésta vez– dijo y giró de regreso hacía su presa pero ya no estaba a la vista, había huído.

El rubio se mantuvo unos minutos intentando localizar al chico que había estado cazando mientras Jungkook buscaba a otro de los ocho que habían secuestrado en el camino y arrojado ahí. El zumbido de las flechas volaba haciendo eco en la distancia cada vez que Jungkook encontraba una nueva presa. Taehyung localizó a una mujer, la misma mujer canosa de edad avanzada que había sido tan tonta como para confiar en ellos.

La pobre permanecía pegada a la corteza de un tronco caído sollozando mientras intentaba quitarse la venda de los ojos. Taehyung apuntó a ella y disparó la flecha haciendo que se encajara en su pierna derecha cuando en realidad había intentado apuntar al pecho. Un grito desgarrador brotó de los labios de la mujer y Taehyung resopló.

Sweet Killer::KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora