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Taehyung saltaba y saltaba casi salvajemente empalándose a sí mismo sobre el grueso falo de Jungkook mientras él lo observaba usarlo prácticamente como consolador. Jungkook seguía sus movimientos sin participar realmente en el acto y Taehyung tampoco parecía interesado en dejarlo entrar al juego. El sonido ronco de sus gemidos y el golpe de los glúteos contra los muslos de Jungkook se esparcía en la habitación como eco.

Cuando el cuerpo desnudo y sudoroso de Taehyung se arqueó en el aire y tiras de semen salieron disparadas, el rubio suspiró sonriendo satisfechamente y se apartó.

Jungkook observó su erección aún latiendo, tan húmeda y desatendida, chorreando líquido preseminal. Taehyung se paseaba por la habitación buscando ropa limpia con calma.

—Voy a usar una de tus playeras– dijo, abriendo y cerrando cajones.

El rubio se inclinó a tomar uno de los bóxers limpios, los ojos de Jungkook analizaron el contraído y punzante agujero de Taehyung aún derramando el lubricante que había utilizado para prepararse. Con un resoplido, el pelinegro dirigió su mano a la ardiente erección entre sus piernas y empezó a masturbarla en movimientos rápidos buscando su propio orgasmo ya que a Taehyung sólo le había interesado alcanzar el suyo.

Correcto. Entonces en la mente de Jungkook revoloteaba la idea de alejarse del rubio demente. Seúl era una ciudad complicada en la cual vivir pues todo mundo parecía más pendiente de lo que hacían los demás. Jungkook llevaba ya cinco años en esa ciudad y se sentía sofocado, necesitaba un poco más de aire fresco por lo que vivir en una zona provinciana no sonaba tan mal. Además comprar una casa lejos de la civilización, sin vecinos molestos rondando era perfecto, nadie escucharía los gritos.

Ya tenía una vivienda en mente. La desaparición de dos de sus vecinos cercanos había despertado el interes de la opinión pública y últimamente todo mundo estaba atento ante cualquier cosa. Taehyung llevaba mucho tiempo apareciendo por ahí y los vecinos sospechaban. Quizás no lo acusaran de asesino directamente pero empezaba a haber rumores de su sexualidad. Eso no era aceptable, ser gay quebrantaba su fachada de hombre perfecto.

Esa misma tarde, Taehyung se enteró de sus planes de mudarse y no lo tomó precisamente bien.

—¿A dónde te vas?– preguntó pero no era una pregunta casual o curiosa, no, la forma en la que lo dijo fue más bien furiosa y demandante.

—Lejos y no necesitas saber nada más–.

—¡¿A dónde vas?!– exigió el rubio con aquel tono caprichoso de niño con síndrome de emperador.

Jungkook no respondió y a los pocos segundos escuchó la puerta principal cerrándose con un estallido que por poco hizo volar las ventanas.

Dos semanas después, el camión de mudanzas permanecía frente al número 33 de Chou y la mirada curiosa de los vecinos se sentía desde las ventanas. Le tomó a Jungkook empacar y almacenar todas sus cosas en menos de media semana. Se vio obligado a sellar su cuarto de juegos levantando un muro de ladrillo en la puerta que daba al sótano para posteriormente cubrirla con tapiz de pared, si tenía suerte no sería encontrada hasta años después.

Obviamente hubo sospechas pero él siguió actuando tan normal y relajado como siempre. Por otro lado, Taehyung no había regresado por lo que todo estaba en paz.

La casa que había elegido se encontraba a las afueras de Chuncheon a una hora y media de la ciudad principal. Era una pequeña comunidad agricola en donde rara vez llegaban forasteros. La casa había estado en venta durante años pero nadie había querido comprarla por una razón; hace años una chica de diecisiete años había asesinado a toda su familia mientras dormían y luego se había colgado desde las vigas del techo.

La historia era interesantes pero no impresionante, Jungkook sabía de asesinatos mucho más sangrientos como el de su vecina, por ejemplo, la cual Taehyung había hecho sufrir un poco demasiado antes de darle una muerte más o menos digna. Le había extirpado los ojos para que no volviera a cometer el error de espiar a sus vecinos, el rubio había soltado la carcajada al recordar que la mujer no iba a tener oportunidad de espiar de nuevo a nadie más, y la asesinó. Ahora Jungkook conservaba sus senos en un recuadro y...

¿Por qué estaba pensando en Taehyung?

Jungkook aceleró tomando carretera abierta en dirección al pequeño y desolado poblado con el camión de mudanzas detrás. Olvidaría su vida cotidiana de citadino promedio y se adaptaría a la vida rural, necesitaba dejar los asesinatos de lado por al menos un tiempo. Tal vez uno o dos años, después volvería a tomar su pasatiempo favorito, por ahora le apetecía ser "normal" para variar.

Llegó antes que el camión de mudanzas y aprovechó para estacionar correctamente su auto y échar un vistazo al interior. Apenas abrir el olor podrido de sangre coagulada y carne humana cocida lo recibió. Arrugando la nariz, caminó en busca del origen y lo encontró en la cocina.

—¡Bienvenido, amor!– saludó Taehyung, meneando algo que hervía en la estufa que Jungkook había mandado llevar apenas tres días antes. —La comida casi está lista– caturreó el rubio sin dejar de sonreír.

Jungkook se recargó contra el marco de la puerta y observó las partes humanas sobre la isla de la cocina, el fregadero y hasta en el suelo. Alcanzó a diferenciar el riñón de alguien y una lengua colgando al borde de la tabla de picar.

—¿Desde cuando te va el caníbalismo?– preguntó Jungkook sin inmutarse, cruzándose de brazos.

Taehyung tomó el brazo izquierdo de algún pobre idiota que había sido lo suficientemente estúpido como para confiar en si carita de bebé y empezó a cortar los dedos para luego vaciarlos en la olla.

—Me abandonaste– murmuró Taehyung.

—No eres un cachorro y yo no soy tu dueño–.

—¡No piensas lo mismo cuando me pones a cuatro!– rugió el rubio, tomando el cuchillo con puño furibundo y girando hacía Jungkook. —¡Cuando te pregunte a dónde vas, debes responderme, odio cuando no me responden, odio cuando quieren deshacerse de mí, lo odio!–.

Jungkook resopló. ¿Acaso nunca se libraría de ese loco? ¿Y por qué se sentía incluso aliviado de volver a verlo?

—Bien... Pero tu limpiaras esto– asintió —¿a cuántas personas tienes ahí exactamente?– preguntó alzando el cuello para intentar ver algo dentro de la olla con agua rojiza hirviendo.

Taehyung se encogió de hombros.

—Unas tres tal vez– y siguió partiendo el brazo con esfuerzo.

Jungkook no sabía cómo era que Taehyung había descubierto la ubicación de su nueva casa y tampoco tenía ánimos de preguntar. En ese momento sólo pensaba en inclinarlo un poco más al frente, bajarle los pantalones y hacer su camino al interior apretado del chico pero los de la mudanza estaban por llegar.

—Vamos a ver– tarareó Taehyung, tomando el cucharón con el que meneaba la "sopa".

Jungkook lo observó tomar un poco del interior de la olla, algo parecido al cartílago de una nariz ondeó en el agua negruzca con toques rojizos.

—Prueba un poco, darling– sonrió burlón y se acercó a Jungkook esquivando los charcos de sangre en el suelo.

El pelinegro arqueó una ceja cuando Taehyung le acercó el cucharón a los labios. Jungkook olfateó el desagradable aroma, sopló un poco y bebió.

—Sabe asqueroso, bebé– se burló y no mentía, aquello era terriblemente asqueroso.

—¿Qué tal la carne?– Taehyung sacó una encía con los dientes aún incrustados y la carne despellejada en esa zona.

Jungkook suspiró.

—Te aseguraste de que no tuvieran alguna enfermedad ¿no?– preguntó desconfiado pero aún así chupó los dientes y le dió un mordizco a la piel rosacea de las encías —muy dura– dijo y se apartó.

Taehyung tomó el cartílago que nadaba en el caldo y lo masticó con expresión burlona.

—¡Perfecto~!–.

Sweet Killer::KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora