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Con el inicio de invierno y la llegada de las vísperas navideñas llegó también la visita casi constante de Kim Taehyung a la casa con el número 33 en Chou, Seúl. El rubio no sólo iba a intentar asesinar al dueño de la casa sino que igualmente se aparecía para ver televisión, dormir, tener sexo y comer. Taehyung vivía prácticamente con Jungkook, y empezaba a levantar tensión... y sospechas.

—¡No, no, no y no!– Jungkook caminó rápidamente hasta él y de un sólo tirón, hizo que Taehyung bajara los pies de su mesa de centro en la sala. —¡No!– repitió, apuntando a Taehyung como si se tratara de un cachorro mal educado al que tenía que reprender.

Taehyung frunció el ceño y sacando el bat de beísbol detrás de los almohadones del sofá donde se encontraba recostado, dejó ir un golpe certero que partió por la mitad la mesita en un estruendo.

—¡Si, si, si y si!– respondió como niño caprichoso.

Jungkook caminó hasta el mueble del televisor y sacó el arma que ocultaba detrás de un doble cajón, cargó y apuntó a Taehyung dispuesto a volarle la cabeza pero de pronto alguien llamó a la puerta.

—Mierda...– masculló entre dientes y bajó el arma.

Dando una última mirada al rubio, quien lo observaba con un gesto molesto y enloquecido, se dirigió a atender, ocultando la semi automática en la cinturilla de su pantalón en la espalda. Una sonrisa amable ocultó sus ganas de querer asesinar al tipo en su sala.

—¡Hola, vecino!– saludó una mujer de cara redondeada, ojos hiperactivos y sonrisa coqueta apenas abrir —espero no interrumpirlo–.

Dijo lo último lanzando una mirada por encima del hombro de Jungkook como si quisiera ver algo de donde sacar chisme.

—Nada de eso– Jungkook habló con voz suave y confiable, haciendo uso de sus habilidades actorales de vecino ejemplar —¿en que le puedo ayudar?–.

—Vengo a invitarlo a la reunión de consejo de vecinos mañana, discutiremos las medidas de seguridad que se debe tomar en el vecindario para evitar algo como lo que ocurrió con el hijo de los Park– explicó la mujer extendiendo un folleto en su dirección.

Jungkook extendió la mano para tomarlo pero alguien más se le adelantó.

—Vaya, ésto suena taaan aburrido– exclamó Taehyung antes de bostezar y usar el folleto para limpiarse la nariz.

La mujer parpadeó desconcertada y aturdida. Jungkook sintió que la sangre le hervía, por un momento quiso tomar al rubio por el cabello y estampar su rostro contra la puerta hasta dejarlo irreconocible. No planeaba perder su perfecta fachada de hombre ejemplar sólo por un idiota como ese.

Jungkook tensó la mandíbula y de pronto sintió la mano de Taehyung haciendo un suave recorrido por su espalda hasta detenerse en el arma que mantenía oculta bajo su playera, el rubio la tomó y presionó el cañón sobre la espina dorsal. Taehyung le sonrió como si lo retara a hacer o decir algo, Jungkook sintió la adrenalina correr por sus venas haciendo bombear su corazón con fuerza hasta que se encontró a si mismo respirando rápidamente hasta jadear, su pecho subiendo y bajando en movimientos apenas controlados.

—Volveré más tarde– anunció la mujer que aún permanecía en la puerta.

Jungkook se había olvidado de ella.

—Mejor ya no vuelvas– sonrió Taehyung y cerró la puerta ante el rostro estupefacto de la mujer.

Apenas cerrar, Jungkook lo tomó y lo arrastró hasta las escaleras que llevaban al sótano de la casa. Taehyung hacía girar el arma en su mano como si fuera un juguete, se lo llevaba a la boca y reía sintiendo la fuerte presión que Jungkook imponía en su agarre.

Sweet Killer::KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora