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En el número 33 de Chou en los suburbios de Seúl vivía un monstruo, pero nadie lo sabía.

Oculto bajo la fachada de un simple ciudadano promedio intachable, respetuoso y honesto Jeon Jungkook podría fácilmente ser considerado el hombre perfecto ante los ojos de la sociedad, una sociedad que evidentemente no veía más allá de aquella sonrisa tímida y “bondadosa”.

Claro que era un hombre común y corriente, salvo por el pequeñísimo gran detalle de ser un metódico y casi perfeccionista asesino. Pero bueno, para él era simplemente un pasatiempo cualquiera como coleccionar estampas o ir de pesca pero mucho más interesante que los anteriores. Y es que no había nada más relajante que ver el rostro aterrado de un joven chico segundos antes de morir o escuchar la forma suplicante en la que ruega por su vida mientras el dolor de la tortura se abre paso a través de sus venas y lo único que deseea es que todo se detenga.

Pero eso es ser demasiado poético, incluso para alguien como Jungkook, por lo que es necesario agregar que simplemente lo hace por diversión.

El otoño de ese año no sólo había llevado consigo el frío, las lluvias y la neblina intensa sino además la llegada de un tierno y adorable joven a las puertas de su casa, como si alguien hubiese decidido simplemente servirlo en bandeja de plata.

De pie frente a él se encontraba un rubio de piel acanelada, mejillas cinceladas, ojos expresivos y sonrisa geométrica que captó su atención en apenas un segundo. Jungkook jamás había conocido la definición de perfección y pureza hasta que sus ojos lo encontraron.

—¡Buen día, mi nombre es Taehyung y vengo a ofrecerle una propuesta que no podra rechazar!– canturreó el chico sin dejar de sonreír, apretando un par de folletos entre sus manos.

Taehyung.

Incluso su nombre era bonito. Parecía tan tierno, adorable e inocente. Jungkook debía, necesitaba corromperlo, tomarlo y destruirlo de todas las formas humanamente posibles. Lo deseaba tanto que incluso estaba temblando. Taehyung sonreía tímido y nervioso, sus ojos eran un reflejo de alma puritana y Jungkook decidió que ese muchacho sería su próximo juguete favorito.

—Entonces, ¿desea donar para la causa?– preguntó inseguro luego de haber soltado toda la propuesta.

Jungkook ni siquiera había puesto atención a lo que fuera que hubiera dicho aquel joven, simplemente sonrió de la manera amable que tanto lo caracterizaba y soltó el dinero sin pensarlo. Taehyung sonrió emocionado y agradeció una, dos veces dando rápidas reverencias y se marchó tan rápido como había llegado.

Y a partir de ese momento, Jungkook lo siguió, acechó y posteriormente cazó.

No fue difícil en realidad. Taehyung resultó ser un chico excesivamente despistado, aunque claro, aquello era parte del encanto que Jungkook se encargaría de destrozar.

Vivía en una casa pequeña acompañado únicamente por un pez dorado y mucha comida chatarra. Tenía una rutina diaria como cualquier otro chico y la confianza de dejar las ventanas descuidadamente abiertas.

Perfecto. Era perfecto para Jungkook.

Taehyung se removió en la cama sintiendo algo extraño

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Taehyung se removió en la cama sintiendo algo extraño. Era el tipo de sensación que recorría tu cuerpo cuando sientes que alguien te observa. En medio de el sueño deseó abrir los ojos pero no pudo y en cambio frunció el ceño y se giró nuevamente sobre la cama hasta quedar boca arriba.

Algo lo había despertado. Un sonido. El sonido de la madera del suelo crujiendo ante el peso de una persona al caminar. Alguien se movía cerca de él.

Apretando los puños y removiéndose inquieto, finalmente abrió los ojos. Parpadeó lentamente intentando enfocar algo en la oscuridad y le pareció ver a alguien de pie a lado de su cama sonriéndole de oreja a oreja.

Aturdido, alzó la mano hasta encender la lámpara a lado de su cama. Giró de regreso pero no había nadie allí, en cambio logró divisar la puerta de su habitación cerrándose muy lentamente.

—¿Hola?– incluso él mismo se sintió estúpido cuando habló con voz ronca y pesada pero dejó de parecerle tonto cuando sin duda recibió una respuesta.

Quizás aún estuviera medio dormido pero si que había escuchado a alguien responder... ¿O no?

Giró en busca de su celular, el reloj apuntaba las 11:27 p.m y el silencio en el vecindario sólo ayudaba para que fuera más fácil escuchar sonidos de todo tipo. Sintió que estaba algo paranoico cuando incluso le pareció escuchar a alguien silbando muy cerca.

Decidió salir de la cama sólo para confirmar. Lanzó una mirada al corredor pero no escuchó otra cosa más que silencio. Quizás en verdad estuviera enloqueciendo, pensó mientras regresaba a la cama y permanecía sentado a orillas del colchón esperando cualquier otro movimiento pero nada ocurrió.

Finalmente suspiró y seguidamente bostezó para caer sobre su lugar y estirarse cual gato. Mientras él se removía nuevamente intentando conciliar el sueño, Jungkook permanecía bajo la cama esperando a que su pequeña presa volviera a dormir.

Duerme... Duerme, pensaba al tiempo que lo escuchaba acomodarse y suspirar. Las manos de Jungkook giraban el cuchillo de cazador de punta curva con suavidad. La paciencia siempre era algo que lo caracterizaba pero con alguien como Taehyung era difícil mantener la compostura. Le cruzó por la mente enterrar el cuchillo hasta atravesar el colchón y destrozarle el torax en repetidos movimientos, imaginaba la sangre tíbia y deliciosa derramándose sobre las sábanas, filtrandose por la cama hasta escurrir para caerle en el rostro. ¿Qué sabor tendría? ¿Qué expresión pondría aquel hermoso rostro? Su cuerpo hormigueo.

Paciencia... Paciencia muy pronto sería suyo.

 Paciencia muy pronto sería suyo

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Sweet Killer::KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora