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Taehyung sollozó bajito antes de que su lloriqueo se convirtiera en un gemido. Jungkook aseguró el arnés de castidad con más fuerza sobre el pene erecto del rubio y ajustó las correas de muñecas y tobillos que lo mantenían casi flotando en el aire. El cuerpo desnudo se mecía con cada pequeño espasmo y la boca del mayor se encontraba amordazada, sus ojos bendados, bolas anales en su contraída entrada y la vista era impresionantemente excitante.

—Taehyungie debiste haber dicho que lo sentías– reprochó Jungkook, tomando el pequeño látigo de cuero con trenzas. —De haberlo hecho en éste momento no estarías siendo castigado–.

El nombrado sollozó y se removió haciendo que las correas que lo mantenían suspendido en el aire se tensaran aún más contra su piel, provocando dolor. Jungkook se aproximó a él, observando el pene rojizo y lo húmeda que se encontraba su entrada, escurriendo del lubricante que había usado para meter las bolas anales.

—Apuesto a que se siente muy incómodo– continuó puesto que Taehyung no podía responderle salvo por los gemidos y jadeos que soltaba —me encantaría poder ayudarte, pero esto es un castigo y no sería justo– dijo, al tiempo que acariciaba el glúteo izquierdo del rubio con la punta del látigo antes de dejar un áspero y sonoro golpe.

La piel se puso roja al instante y Taehyung se estremeció, haciendo que las correas se incrustaran en sus muñecas hasta encajarse en la piel.

—Creí que habías prometido que no matarías sin mi consentimiento de nuevo, apenas me distraje un poco y no sólo asesinaste sino que igual trajiste a éste tipo a la casa– fue entonces que Jungkook giró hacía el sujeto amarrado a la silla.

Era un chico quizás un poco menor que ellos, había llegado hasta ahí creyendo en las falsas mentiras de Taehyung quien no tenía problemas para engañar a sus presas. Les prometía noches de sexo, besos dulces y caricias interminables pero al llegar lo único que encontraban era una muerte segura. A Jungkook no le importaba realmente, de hecho le gustaba usar la belleza y aparente inocencia de Taehyung para atraer tipos idiotas. El problema era cuando el rubio jugaba solo por su cuenta y no lo invitaba.

Ahora tenía al pobre chico bien atado a la silla con cinta adhesiva gris, con la boca bien sellada y el rostro de terror que siempre buscaba dejar en sus víctimas. Ahora sólo faltaba hacerlo tener los ojos bien abiertos mientras castigaba a Taehyung, de pronto tener público era emocionante.

Fue así como decidió simplemente tomar una fina y afilada cuchilla, acercarse al tipo, tomar sus párpados uno por uno y rebanarlos. Para cuando terminó, los ojos del muchacho lucían rojos y acuosos, sus lágrimas eran literalmente de sangre mientras se retorcía en su lugar. La carne ardía dolorosamente por el flujo salino de las lágrimas haciendo que fuera una tortura lenta y despiadada que no podía parar. Ahora cerrar los ojos era un bello recuerdo que el sujeto jamás volvería a exprimentar. Su vista estaría siempre fija en ellos y Jungkook sonrió triunfal.

—Observa, te daré el mejor espectáculo que puedas imaginar antes de morir, la buena noticia es que morirás con los ojos abiertos, agradeceme luego– sonrió el pelinegro, dando una palmadita en el hombro del chico quien gritaba detrás de aquella fornida capa de cinta adhesiva, intentando expresar con gritos ahogados su dolor.

Jungkook lo ignoró y caminó de regreso a Taehyung quien se mantenía suspendido, meneando las caderas para que las diminutas bolas anales dieran sobre su próstata sin lograr absolutamente nada. Jungkook rió casi enternecido, tomando el anillo para tirar hasta sacar la larga tira de bolas de manera rápida y sin cuidado. Taehyung se estremeció y jadeó escupiendo un poco de saliva en el proceso por entre la mordaza.

Jungkook se abrió el pantalón, tomando su propia erección en la mano y dando unos pocos tirones para ponerla más dura aún. Taehyung esperaba incapaz de ver o hablar, tan sólo imaginando lo que podría venir después. Jungkook se acercó colocándose entre las piernas ampliamente abiertas del rubio, penetrando de una estocada certera.

Sweet Killer::KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora