Artificios ❲ Park Jimin ❳ | Terminada.

Capítulo 51: "Es su casa, señora Park"

Narra Blue:

Al día siguiente, el padre y hermano de Matt llegaron a recoger su cuerpo para repatriarlo a España. Desde que Matt murió entre mis brazos, mis manos no han dejado de temblar; sentí tanta culpa al enterarme de que la madre de Matt murió de cáncer, y que por ese motivo estuvo ausente todos estos meses. He lastimado de una manera tan catastrófica a los Harvert, su hijo murió por mi culpa, él se sacrificó por mí, a pesar del daño que le había ocasionado.

Sin darme cuenta, había vuelto a llorar de manera descontrolada en mi habitación del hospital.

— Blue, por favor, deja de llorar. No has parado de llorar desde que falleció Matt. No te culpes de lo que paso, amor — me dijo Jimin, por enésima vez.

Jimin ha estado conmigo desde que aquel horripilante día; no sé a despegado de mí, ni para ir al baño. En parte, sé lo agradezco; si no fuera por él, no tengo idea de como haría con mis dos pequeños; de hecho en su cuidado, las enfermeras han sido de perfecta ayuda. 

Sinceramente, no sé si algún día me repondré completamente de esto. Me siento tan rara y sin ánimos, sin embargo debo mostrar lo mejor de mí, delante de mis gemelos; a pesar de que  son pequeños, ellos sienten todo y no quiero transmitirles mi pesar y tristeza.

— Vamos a salir de esta, ¿de acuerdo? — me intentó animar, Jimin —. Somos una familia, y lo haremos juntos. 

Me esforcé mucho, para devolverle como respuesta una sonrisa leve. 

— Sobre los medios... No te preocupes por nada. Harrison, se está ocupando de todo. No hay nada, porque preocuparse — volvió a hablar Jimin, al ver que no respondía.

— ¿Tus fans no me odian? — Jimin me miró confundido —. Digo, ¿no? O sea, se enteraron de golpe que nos vamos a casar y que tenemos gemelos — comenté, nerviosa.

Su confusión fue cambiando poco a poco, por una sonrisa. 

Negó con la cabeza.

— El fandom ha madurado mucho, y no, no te odian. Al contrario, te admiran mucho, los medios han hablado mucho tu coraje y valentía por tus hijos — me comentó, Jimin.

Asentí varias veces, al entender lo que trataba de decirme.

Hoy saldría de alta, el doctor nos dijo que la herida estaba sanando muy bien, y que solo unos puntos se rompieron, pero ya lo resolvieron. Jimin empezó a guardar mis pertenencias y la de los bebés, para poder salir del hospital. Elle se había encargado de vestir a los bebés para la salida.

Me puse unos pantalones flojos por mi herida, con una casaca. Opté también por unos lentes oscuros, los medios no podían notar mis ojos hinchados. Peiné mi cabello, para darle un toque más ordenado.

— ¿Lista? — pregunto Jimin.

— Sí — le respondí, intentando formar una sonrisa.

Jimin tomó a Megan entre sus brazos y yo a Dylan; caminamos despacio hasta el estacionamiento, en donde nos esperaban Harrison y Elle.
Como era de esperarse, los medios estaban atrincherados en las puertas principales del hospital. A penas nos divisaron, se acercaron a nosotros y empezaron a lanzar preguntas:

—  Blue, ¿cómo llevas está nueva etapa de tu vida?

La más hermosa de mi vida, pero debo superar lo que pasó. Respondía mentalmente.

— ¿Cuándo se casarán?

— Blue, ¿volverás a New York?

Volver a New York, ni siquiera lo había pensado antes.

— Señores, les pido un poco de respeto hacía nuestro espacio vital. Ambos estamos viviendo esta nueva etapa en nuestras vidas. Pronto sabrán noticias de la familia Park — respondió Jimin decidido y serio. Lo miré  por varios segundos, nos había llamado "La familia Park".

— Blue, ¿cómo llevas lo de tu madre en prisión?

Aquella pregunta, si me incomodó, no lo puedo negar.

— Chicos, cómo siempre he dicho. Sólo tengo un padre fenomenal, el señor Daniels. Con lo que respecta a esa mujer, mis abogados están en el asunto — respondí con firmeza.

Jimin entendió mi incomodidad, él se despidió educadamente de la prensa para luego dirigirnos al auto.

Subimos al auto en la parte trasera, adelante estaba Harrison y Elle en el copiloto.
Ellos me saludaron animadamente, con gran alegría por verme. Benjamín condujo a su manera, digo a su manera, porque se fue por una ruta completamente desconocida para mí, yo nunca me había dirigido a mi casa por esta ruta.

Fruncí el ceño, al vernos entrar a un vecindario desconocido.

— ¿Qué hacemos aquí? — pregunté, intrigada.

Vi como Elle aplaudió silenciosamente. ¿Qué demonios traman?

— Chicos, les agradezco su gesto. Pero, no estoy de ánimos para fiestas sorpresas. Quiero ir a mi casa — dije agotada, mientras bajaba del auto.

Jimin me miró con una sonrisa, para luego depositar un beso en la frente de nuestra pequeña, Megan.

— Estamos en tu casa, duh — respondió Benjamín, escogiendo los hombros.

— He sufrido una caída, una cesárea forzosa, luego salvé a mis hijos, mis puntos se abrieron... Pero, no he perdido la memoria, muermos — les dije con obviedad.

Jimin se acercó a mí con una gran sonrisa marcada en su rostro, sus pequeños ojos estaban entrecerrados. Reí al ver sus ojos en forma de arroz.

— Futura señora Park. Esta es la casa de la familia Park Grey — me dijo con orgullo.

Elle aplaudió llena de emoción; tal fue su emoción, que terminó abrazando a Benjamín. Este abrió sus ojos de par a par, estaba rojo como tomate. Aún se moría por mi prima.

— ¿Estás de broma? — pregunté, hecha un manojo de nervios —. Park Jimin, no juegues con eso — advertí.

El negó con su cabeza, para luego añadir:

— Es tal como la describiste. Tiene un gran jardín; una chimenea, para mantenernos cálidos en el invierno; una biblioteca enorme, llena de todos los libros de tus escritores favoritos; un ... — soltó Jimin, sorprendiéndome. Lo interrumpí.

— ¿Cómo sabes todo eso? — pregunté perpleja.

— El diario rosa que perdiste hace muchos años, ¿lo volviste a encontrar?

— No, se me perdió — respondí con inocencia. Hasta que capté la indirecta — ¡Fuiste tú!

— No. Yo lo encontré, pero nunca me diste la oportunidad de devolvertelo.

Park Jimin, sabía más de mí, de lo que creía.

Mi prima tomó a Dylan, para luego darme las llaves de mi casa, de la casa Park. Caminé llena de entusiasmo hacía la puerta, quería conocer todo por doquier. La puerta se abrió haciendo un leve sonido.

— ¡Bienvenidos! — gritaron en unísono, llenos de regocijo.