—¡Nos trajo pastel!– interrumpió Taehyung con una gran sonrisa —estaba delicioso, sobre todo por la mermelada de fresa que escurría por encima en forma de gotitas, era muy roja–.

Jungkook sintió que el corazón se le detenía por un momento.

—Ya veo– asintió Namjoon con tranquilidad.

—¿Cómo te hiciste esas heridas?– preguntó Min con voz baja y ronca pero firme e imponente apuntando a las rodillas raspadas de Taehyung.

El rubio agachó la mirada para verse como si no hubiera notado jamás aquello, Jungkook giró apenas un poco hacía ellos.

—¿Ésto?– se acarició las heridas —tuvimos sexo en el suelo y me quedaron así. Kookie no es nada amable– sonrió.

La mandíbula de Jungkook crujió por la intensidad con la que apretaba los dientes. El agente Jung tosió ligeramente incómodo.

—Tae...– negó Jungkook intentando mostrarse inalterable.

—¿Qué?– el rubio preguntó inocentemente —creí que lo mejor con la policía era no decir mentiras–.

Min analizó al rubio sin agregar nada más, luego pasó la mirada hacía Jungkook y caminó de regreso a sus compañeros hundiendo las manos en sus bolsillos.

—Bueno, creo que ustedes fueron los últimos que vieron al joven Soohyun con vida, ¿hay algún detalle que pudieran recordar de ese día?–.

—Creo que tenía el ojo un poco irritado– respondió Taehyung —le recomendé ir con un oftálmologo–.

Jungkook quería callarlo de un puñetazo.

—¿Cree que pudo haberle ocurrido algo en el trayecto de regreso a su casa?– intervinó Jungkook, fingiendo preocupación.

—Es probable– asintió Namjoon y continuó —si pudieran cooperar con nosotros se los agradeceríamos– sacó una tarjeta del bolsillo interno de su saco y lo extendió hacía Jungkook.

—¿De dónde se mudan?– volvió a hablar Min, observando las cajas apiladas.

—Seúl...– respondió Jungkook apenas audible mientras fingía leer los datos escritos en la tarjeta.

Min emitió un sonido indescifrable de asentimiento y emprendió el camino de regreso al Cadillac pero se detuvo.

—¿Sus nombres?– dijo, ladeando la cabeza.

—Jeon Jungkook, señor– respondió el pelinegro sintiéndose cada vez más tenso —él es mi pareja, Kim Taehyung–.

Los ojos traviesos del nombrado se iluminaron.

—¡Nos casáremos el próximo verano, de hecho!– corrigió.

Jungkook se mordió el interior de la mejilla.

—Háganlo fuera del país, los matrimonios del mismo sexo están prohíbidos aquí, lo saben– advirtió el agente Jung hablando por primera vez mientras guardaba su libreta de notas y esbozaba una radiante sonrisa.

Jungkook sintió cada celula de su cuerpo vibrar y supo que Taehyung había sentido lo mismo cuando en menos de cinco segundos el rubio estaba a su lado observando con más atención al agente.

—Eso haremos– aseguró el rubio, sonriendo ampliamente.

Jung sonrió aún más y Jungkook estuvo tentado a tomarlo y arrastrarlo hasta el sótano en ese mismo instante. Su visión periférica notó la manera en la que la mano de Taehyung se movía espasmodicamente como si quisiera igualmente tomar algo o mejor dicho a alguien. Sin duda ambos tenían gustos parecidos.

Los tres agentes se alejaron hasta subir al interior del auto y arrancar. Taehyung se quedó de pie ondeando la mano a modo de despedida en su dirección.

—Necesito su cabeza en mi colección, Kookie– pidió casi como una súplica.

—Los plicías están prohíbidos– Jungkook finalmente pudo respirar mejor.

—¡Pero también te gustó!– se quejó Taehyung, azotando el pie caprichosamente sobre el suelo.

—¡No me jodas porque estoy a nada de romperte la cara a puñetazos! ¿No pudiste ser un poco menos obvio?–.

Taehyung rodó los ojos.

—¿Qué importa que sepan que fuimos nosotros? Pudimos simplemente haberlos matado a los tres–.

Jungkook empezaba a creer que Taehyung no tenía ni una pizca de sentido común. Era imposible, a ese paso los atraparían y por algún motivo había notado algo inquietante en la mirada de Min. No estaban a salvo ahí.

—¿Qué opinan?– preguntó Namjoon apenas alejarse un poco de la casa, lanzando miradas por el retrovisor hacía la peculiar pareja que acababan de visitar

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—¿Qué opinan?– preguntó Namjoon apenas alejarse un poco de la casa, lanzando miradas por el retrovisor hacía la peculiar pareja que acababan de visitar.

—El rubio no mostraba ni un poco de preocupación– comentó Hoseok en el asiento trasero del auto —quizás simplemente no le interesaba– se encogió de hombros.

Yoongi observaba por la ventanilla viendo como el paisaje cambiaba.

Son ellos, pensó.

Sweet Killer::KVWhere stories live. Discover now