Recuerdo 4. El último funeral

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Mayo, 323 después de la Catástrofe

La plaza se llenó poco antes de que sonaran las campanas de misa, pero el número de asistentes decrecía con cada entierro: siendo el decimotercero aquel mes, la gente empezaba a cansarse un poco de tanto funeral.

El ejército organizó una marcha conmemorativa, se cubrió su ataúd con el emblema y se le echaron pétalos de rosas blancas a su paso. La banda de música acompañó a los portadores vestidos con el uniforme militar de ceremonias, con las campanas de sonido de fondo.

Cuando entramos en la iglesia, pudimos encontrar sitio en los bancos principales por primera vez. La familia de Mark —Joseph, sus padres y dos hermanos más pequeños— se sentaban en el primer banco, junto al ataúd.

El sacerdote cruzó la nave inundando el espacio con humo de incienso hasta llegar al altar, y a él se unió el diácono seguido del monaguillo. Cuando vi a Darek tras de Peter, vestido con un atuendo blanco, le lancé un saludo disimulado; él me vio pero no respondió.

Una vez en la tarima, pronunció una oración por el difunto y su voz reverberó por toda la sala; después su padre subió a decir unas últimas palabras y por último el sacerdote, como en cada funeral, aprovechó la ocasión para soltar su sermón sobre la efimeridad de la vida y recordar que es necesario que las almas se renueven.

Después de la comunión, me acerqué a saludar a Darek, que empezaba a recoger los utensilios.

—Hola —le saludé, lleno de ilusión por volver a verle después de tanto tiempo. Había estado muy ocupado con mis estudios y Darek tenía un horario de salidas muy limitado, y más ahora con sus estudios religiosos.

—Hey. —Su saludo me dejó igual de helado que su tono de voz.

—Vamos a dar una vuelta después del entierro, ¿te apuntas?

—No puedo.

Su frialdad me descolocó y ya no supe cómo reaccionar.

—Eh... Vale. Pues... Ya nos vemos.

Incómodo, me di media vuelta para irme, arrepintiéndome al instante de haber intentado preocuparme por invitarle a salir.

—Mik, espera.

Me giré recuperando la esperanza.

—Mañana por la mañana tengo un hueco, si quieres.

—No puedo... Tengo clase hasta las tres.

—Vale —dijo, y retomó su tarea.

Me fui sin despedirme debido a la indiferencia que mostraba. No le daba mayor importancia, Darek era así. Comprendía que, desde que había perdido a su padre de aquella forma tan horrible, se había aislado del mundo. Me contó que tenía dificultades para dormir y solía sufrir pesadillas. Y aunque me resultase tan complicado quedar con él, seguía insistiendo porque era mi amigo. Y porque me gustaba pensar que, después de todo, yo era la única persona en la que de verdad confiaba.

Me reuní con mis amigos en la puerta de la iglesia, entre la marea de gente, y nos fuimos sin prisa hacia el cementerio donde terminaría el funeral.

Los tres caminamos en silencio. Yo no tenía ganas de hablar después de haber intentado ser simpático con Darek y haberme llevado una decepción. Gabrielle debía de estar pensando en lo que le habíamos contado antes acerca de aquellas muertes, y David simplemente se había vuelto retraído en presencia de Gabrielle, algo que no le había pasado hasta que me confesó que estaba enamorado de ella.

—Gabrielle —dijo David mientras caminábamos hacia allí—, ¿qué hacéis en vuestra escuela?

—Oh, pues ahora estamos en un proyecto muy importante —dijo con énfasis—. Nos han dado un muñeco a tamaño real de un bebé a cada una y estamos practicando lo de ser madres. Es muy divertido, tienes que estar todo el puto rato pendiente de él aunque sea un pelele, por si llora o se mea o esas cosas que no va a hacer nunca. Ah, antes de empezar las prácticas nos explicaron cómo se hacen los bebés, con pelos y señales. Fue muy interesante. Y explícito. ¿Sabéis que cuando dos personas se casan pero, pasado un tiempo, no han consumado, el marido puede legalmente anular el matrimonio?

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