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El patriarca Thirlwall

—¡Tienes una familia muy animada, Alexander! —dijo Leonard al padre de Perrie—. Pero esa que acaba de salir es una serpiente. No me gustaría ver que Jesy esté de nuevo en posición de hacerle daño a Jade.—

—¡Ha actuado como una loca! —dijo Debbie—. ¿Quién hubiera pensado que fuera así?—

—Pueden estar seguros de que esa joven no va a poder causar más problemas de eso me encargo yo —afirmó Alex—. Pero creo que todos hemos tenido ya demasiado por una noche.— Perrie estaba junto a la ventana, en silencio, quieta y sin mirar a nadie.

—Es cierto —dijo Leonard dándole la mano a Jade, que se levantó—. De paso, me llevo a mi nieta a casa conmigo.— Perrie pareció salir entonces de su abstracción.

—¿Qué dices, Leonard?—

—Que me la llevo a mi casa. No te la mereces. En mi casa, ella será protegida y valorada adecuadamente.—

—Leonard...—

—Perrie está tan afectada como todos, —intervino Alexander—. Todos somos conscientes de lo mucho que debemos disculparnos con Jade por la forma en que la hemos tratado antes y ahora. Somos conscientes de nuestros errores y prejuicios...—

—Vamos, Jade —dijo Leonard tirando de su mano, ella lo siguió sin saber muy bien que hacer—. Has perdido a una buena mujer, Perrie Edwards.— le dijo, para salir con Jade siguiendolo con la cabeza gacha.

Cuando salieron de la casa, Leonard se rio.

—¡Esto le dará algo que pensar a mi nuera! ¿Viste que caras pusieron? ¡Todos esos gemidos y lloros! ¡Los Thirllwall somos gente de acción!—

—Pero abuelo... yo... no quiero dejar a Perrie...—

—Yo sé lo que hago. Esto es temporal. Ahora que estás casada, Perrie es bienvenida a pasar la noche en mi casa.—

—¿Cómo lo va a poder hacer si no está con nosotros?—

—Jade, esta noche ella se sentía tan culpable y amargada como estupefacta, y siento lástima por ello. Cuando vio a su esposa marcharse, pasó del estupor al pánico... ¡Algo mucho más saludable! ¡No tengo la menor duda de que estará llamando a nuestra puerta antes de medianoche! Por otra parte, yo me equivoqué cruelmente contigo y también tengo cosas que remediar.— su abuelo sujeto firmemente su mano.

Cuando llegaron a la villa de Leonard, les dio la bienvenida su madre, que tenía un magnífico aspecto.

—¿No tiene buena cara? —dijo Leonard orgullosamente—. El buen aire de Grecia ha hecho el milagro.—

Ni Leonard ni Jade quisieron preocupar a Norma contándole lo que había sucedido, sin embargo Jade les habló de su embarazo. Leonard se quedó pasmado, celebró tan avanzada tecnología y descorchó una botella de champán. Su madre preguntó entonces dónde estaba Perrie.

—La verás en el desayuno —dijo Leonard sin hacer caso de la forma en que lo miró Jade.

Su madre la condujo a una espaciosa habitación de invitados y ambas a se sentaron en un sofá para charlar.

Al cabo de un rato, Norma se fue a dormir y, ella decidió que aún era temprano para dormirse así que se quedó pensando en lo rápido que había pasado el tiempo, en la forma en la que se había vuelto a enamorar de Perrie, en que si ella la quería de igual manera, y del hijo que esperaban y una sonrisa se apodero de sus labios poco después, llamaron a la puerta y entró su abuelo muy serio. No dijo nada, se limitó a apartarse y, entonces, Perrie apareció a la vista.

¿Listos para el final? Los leo.

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