Perdón y olvido

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Tres días más tarde, Jade se dio a si misma la enhorabuena. Ya no lloraba.

Por suerte, era cierto que el barco tenía todas las comodidades imaginables, así que no se aburría, pero tampoco podía dejar de pensar las últimas palabras de la ojiazul antes de marchase. Perrie la había amado hacía diez años y todo habría ido perfectamente entre ellas si no hubiera sido por las mentiras de Jesy.

Le molestaba sobremanera el hecho de que la hubiera abandonado en el yate después la noche que habían compartido. Tal vez acostarse con ella había sido como una especie de reto para Perrie. O simplemente era que se había aburrido de ella. El doctor había asistido a revisarla y al parecer todo estaba bien, sólo tenía que colocarse una pastilla ovular todas las noches, pero hacerla aún más fertil y que pudiera concebir un hijo con otra mujer. Aunque esa mujer fuera Perrie.

Estaba claro que, fuera de la cama, Perrie la odiaba. ¿Por qué? Una vez, la había amado, pero Jade le había hecho daño. El perdón y el olvido eran palabras desconocidas para la rubia y estaba completamente decidida a vengarse. 

Jade había comprometido su sentido del honor, la había avergonzado delante de la gente. Se daba cuenta demasiado tarde de lo que eso significa para la sociedad griega. Ahora Jadey entendió que podía aceptar la versión de Perrie de esa famosa noche. Jed debió drogar la bebida de Perrie e invitar a la ex novia al club. Todo aquello estaba muy lejos en el pasado y, aun así, seguía envenenando el presente y causándole a ella un dolor inimaginable.

¿Por qué tanto dolor? ¿Y por qué estaba echando de menos tanto a Perrie? Debería haberse alegrado de que no estuviera, pero no era así. También le dolía que Perrie estuviera amargada.

Cinco días después de la marcha de Perrie, ella se decidió abandonar el barco. Ya que le daban la oportunidad de viajar, no la iba a desaprovechar y no se iba a quedar en el barco sin nada que hacer salvo tomar el sol y pensar en una esposa que la había dejado abandonada un día después de la boda.

El capitán del barco hablaba un excelente de inglés y, cuando ella le dijo que le gustaría visitar Málaga, en España, a él le pareció perfecto.

Perrie no se había puesto en contacto con él desde su marcha, cosa que a ella le venía muy bien para sus intenciones.

Cuando el barco atracó en el puerto de Málaga, como una especie de exorcismo ella le pidió a una de las doncellas que le cortara el cabello unos veinte centímetros y le gustó el resultado. El capitán pareció un poco asustado cuando ella apareció lista para desembarcar, con una bolsa de viaje en la mano. Ella le dijo que volvería en una semana y luego salió del barco como una prisionera en busca de su libertad. Pero el capitán casi le echó abajo los planes cuando le dijo que había algunas formalidades que llevar a cabo antes de que pusiera pie un país extranjero.

De todas formas, al cabo de menos de media hora Jade había rellenado todos los papeles y ya estaba de camino. Como había leído los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irvingt, tenía listo todo el itinerario. Se dirigió a Granada para ver los maravillosos jardines, la Alhambra y el Generalife. Tomó el tren en Málaga, pero cuando llegó ya era por la tarde. Como quería disponer de más de un par de horas para explorar la Alhambra, buscó una pensión en la ciudad para pasar la noche.

A la mañana siguiente, estaba en la entrada del monumento cuando una larga limusina plateada se detuvo a su lado. Damianos salió de ella con rostro inexpresivo y le abrió una de las puertas.

—Señora Edwards.— Jade se quedó helada. 

¿Cómo la habrían encontrado tan pronto?


Capítulo dedicado a florcelina por estar al pendiente de todas las historias y por comentar en cada capítulo. Gracias, vales un mundo!

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Appearances|| Jerrie ✔️Where stories live. Discover now