Un cuento griego - Parte II

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MARATÓN 3/3


Esa misma mañana, Jesy fue a la casa para disculparse por su actitud de la noche anterior y la encontró pensativa.

—Una dote, por Dios —gimió Jade—. ¡Esto es peor que en la época medieval! ¿Por qué no me lo ha dicho nadie antes?—

—Las mujeres no se suelen meter en esas cosas. Pero, en nuestro mundo, el dinero se casa con el dinero y podría decirse que es Perrie la que llevara los pantalones de esta relación—dijo Jesy encogiéndose de hombros—. ¿No te das cuenta de la suerte que tienes? ¡No eres precisamente Elena de Troya, pero tienes a Perrie!—

¿Pero lo tendría si no fuera la heredera de los Thirllwall? Ese miedo le produjo una nueva inseguridad. Su idea de que le importaba realmente a Perrie le estaba empezando a parecer muy inocente. Quiso que Perrie se lo asegurara más, pero no le habló de la gran dote que iba a aportar. Temió verse ante la posibilidad de una desagradable verdad. De cualquier manera, esa desagradable verdad se fue abriendo camino en su mente...

Perrie no le había dicho nada de amor y no parecía querer estar a solas con ella.

Cuando una noche le pidió una explicación por ese comportamiento tan contenido sexualmente y si era porque la rubia era virgen igual que ella, Perrie estalló airada, como si hubiera insultado su castidad.

—¡No seas tonta! ¿De dónde has sacado semejante idea?—

Ella se ruborizó y musitó:

—Yo solo me preguntaba... Quiero decir... Bueno, ya sabes... me preguntaba por qué tú y yo no... Bueno, ahora que estamos comprometidas...—

—Hemos de esperar a la noche de bodas porque yo te respeto como a mi futura esposa —respondió ella secamente—. Si fueras griega, no tendría que decirte esto.—

Ella no la miró. Por primera vez, le pareció una desconocida y la estaba haciendo sentirse como una intrusa, por mucho que su mente le dijera que tenía derecho a hacerle esa pregunta.

—Estoy empezando a preguntarme qué está pasando aquí. Tal vez esté equivocada. ¿Tú eres virgen, Jade?—

—Sí —respondió ella avergonzada.

—Esto es una locura —dijo Perrie tomándole las manos—. Eres tan tímida que no me esperaba que te pusieras a hablar así y, por un momento, me ha hecho sospechar. No quiero que nadie más te haya tocado...—

—Supón... supón que esperamos, que nos casamos y que descubrimos que no nos gustamos en ese aspecto...— Perrie la soltó con cara de susto.

—¡No seas ridícula! ¿Qué te pasa hoy?—

Lo cierto era que a ella no le apetecía nada ser tratada como una virgen intocable hasta que, cuando Perrie quisiera, le dijera que sí, que entonces podían tener sentimientos sexuales por que estaban casadas. Ella no era su dueña. Pudiera ser que ella la amara. Pero no era su dueña.


¿Qué les pareció este pequeño vistazo al pasado? Los leo.

Appearances|| Jerrie ✔️Where stories live. Discover now