Capítulo XVIII (Parte 4)

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"¿Por qué lo hice? ¿Qué era esto? Es algo pequeñamente particular, algo realmente extraño y no sé lo que es. No me gusta, simplemente no me gusta lo que sea esto. Noches como esta son las que me hacen pensar en el por qué lo besé por primera vez, que hacen que me arrepienta pero... también me gusta el cambio que me produce cuando está cerca porque cuando me siento mal y triste, él está ahí para levantarme y cuando hablo por horas, él no me interrumpe. ¿Acaso es él de verdad? ¿Que no estoy soñando?

Todos los días, él me dice lo cuan especial soy, que nunca se rendiría conmigo y me hace sentir enganchada a ciertas emociones. No puedo pelear contra lo que sea que sea esto, esta inevitable atracción que se esparce por la habitación cada vez que él entra. Y entonces recuerdo mi lema: Vive para ti, al final siempre serás tú sola.

No, quizás debería dejar el egoísmo a un lado."

Callé unos segundos, recordando cuando escribí eso y suspiré. Pasé las páginas y leí algo de cuando fuimos a Disney.

"Creo que no había sonreído tanto como lo había hecho hoy, creo que no le había sonreído tanto como lo había hecho hoy. Supongo que nunca sentí lo que era ser necesitada, querida... tal vez debería comenzar a aceptar lo que sea que me esté pasando.

¿Qué más puedo escribir si ya lo he pensado?"

Y leí los pensamientos de aquel día. Al terminar, Jefferson sonrió y me besó para proseguir con sus anotaciones. Así pasamos el resto de la noche hasta que lo convencí de jugar en la Xbox el resto de la madrugada.

Al tiempo tuvimos dos cenas más en donde se repetía lo mismo: Llegábamos a un punto en donde él se emocionaba e irradiaba felicidad y de repente aquello desaparecía abruptamente, como si recordara algo, como si pensara que algo de lo que él fuera a decir me desagradaría y yo sabía la respuesta pero no quería incomodarlo hasta que él quisiera decírmelo.

El día después de la segunda cena.

Abrí los ojos y me los froté, vi que Jefferson aún estaba dormido y me le quedé viendo. Sonreí y le pasé una mano por su cabello delicadamente para no despertarlo, se veía hermoso y tranquilo así. Me levanté y decidí darme una ducha.

A los dos minutos de haber entrado en la regadera, escuché que la puerta se había abierto y sabía que él estaba sonriendo. Me cubrió los ojos.

-Buenos días.-Susurró en mi oreja. Me soltó y me volteé para besarlo.

-Buenos días, lindo.

-No, linda tú.

-Oh cállate.-Me besó.

Aquel momento se sentía bien, uno que otro beso esquimal y luego nos reíamos. Terminamos de ducharnos y mientras nos vestíamos, me dijo:

-¿Te acuerdas cuando pensamos que no llegaríamos a este punto? Oh, mira quién ríe ahora. Aquel de allá arriba nos puso millones de obstáculos y pudimos pasar sus pruebas, ¿no te emociona eso?-Terminé de colocarme el vestido playero y me acerqué a él.

-Pues, lo he pensado por un rato y contigo ya sé que tengo exactamente lo que necesito. No puedo creer que me convencieras con tus hechizos de amor.

-Tú fuiste la que se arrastró por mí.

-Cállate egocéntrico que tú eras el que me suplicaba para que estuviera contigo. –Sorpresivamente, me tomó de las piernas y me cargó en su espalda.- ¡No!-Él reía orgulloso, bajó y me colocó en el sofá. Comenzó hacerme cosquillas.

-¡Retira lo que dijiste!-Ambos reíamos.

-¡Nunca!

-Dijiste la palabra mágica. –Me besó dulcemente, parecíamos unos colegiales cuando experimentan lo que es el amar a otra persona, nos sentíamos aún jóvenes. De repente, él estaba sentado en el piso y yo me acomodé en el sofá.- ¿Sabes? He pensado últimamente sobre nosotros y todas las preguntas que nunca contestamos y... solo quiero que sepas que por todas las veces en las que te he decepcionado, lo siento. –Agarró mis manos y las besó.- Sonríes más de lo que deberías y eso me gusta porque sé que eres feliz conmigo.

-¿Y por qué me estás diciendo todo esto?-Se acercó para, lo que yo creía, besarme pero entonces él se levantó y me besó en la frente.

-Porque te amo con mi vida y porque haría todo por ti.-Subió un momento y al instante bajó a sentarse a mi lado, acostándose en mi regazo.

-¿Cómodo?

-Es sábado, pequeña. Tú siempre te acuestas en mi pecho.-Solté una pequeña risa y le acaricié el pelo.

-¿Estás bien?-Le pregunté después de unos minutos.

-¿Por qué lo dices?

-No sé, hace rato estabas como que hiperactivo, ¿querías hacerme algo?

-Bueno, quería sorprenderte en el desayuno pero te levantaste antes. –Calló unos segundos y luego se levantó.- Sube a tu cuarto, todavía puedo sorprenderte.-Salió volando a la cocina y se me quedó mirando. Reí y subí.

~♥~

En cuanto Elizabeth subió, fui directo a la cocina a preparar unos waffles. Después de montarlos, saqué el sirope de chocolate, unas fresas, crema batida y saqué de la nevera el jugo de naranja. Busqué la bandeja de desayuno y coloqué ahí el plato, comencé a servir los waffles e hice un corazón con el sirope, en el centro puse las fresas y les eché la crema batida más chocolate... Estaba demasiado empalagoso ese desayuno pero sé que ella lo amaría.

Serví el jugo de naranja y saqué del bolsillo de mi pantalón la caja del anillo, lo abrí y lo miré fijamente: Ya era hora, el miedo no me ganaría esta vez... ¿Cuántas chicas pueden hacerme sentir así? Elizabeth se había convertido en la elegida, en el amor de mi vida. Dejé que pasara mucho tiempo y conseguía más razones para temerle a este gran paso porque recordaría lo que sucedió la última vez pero ahora... Sé que Elizabeth no permitiría que me sintiera de nuevo así, que nunca me dejaría en el altar y que jamás volvería a esa situación. Puse la caja detrás del vaso y subí con cuidado las escaleras. Cuando entré, reí al verla "dormida" y le dije:

-Buenos días, pequeña. –Dijo con una gran sonrisa.- Desayuno para mi niña.-Rió y se sentó en la cama, le coloqué la bandeja en el regazo y la besé para sentarme a su lado.

-Lindo detalle del chocolate, estás muy romántico últimamente.-Dijo mientras comía una de las fresas, yo solo estaba ansioso por ver su rostro cuando bebiera el jugo.

-Bueno, de vez en cuando me gusta sorprender a mi chica.-La besé y ella rió.

-Eres el mejor, Jeff.

Comió un poco más y finalmente levantó el vaso, mi corazón comenzó a latir con locura y cuando iba a colocar el vaso de nuevo en la bandeja, se congeló.

-Oh, esto lo explica todo.-Sonreí a medias con los nervios a mil.

-¿Lo sabías?

-Digamos que encontré el anillo en tu segunda gaveta cuando me mandaste a buscar tu libreta y mi diario hace varios días atrás, decidí revisar porque tenía mis sospechas. Tienes miedo, ¿verdad?

-Elizabeth, a veces creo que intercambiamos radicalmente los roles.-Me sonrió tiernamente.

-Bueno, he pasado mucho tiempo contigo Ben.-Le devolví la sonrisa.

Agarré la caja y decidí poner la bandeja en la mesa de noche, la tomé de la mano para levantarla de la cama y hacer esto bien. Me puse de una rodilla y abrí la caja:

-Te amo pequeña, por siempre nunca puede ser suficiente para mí, sentir que estoy lo suficientemente cerca de ti y... solo quiero que me prometas que siempre estarás feliz a mi lado porque mientras estemos juntos, no hay ningún otro lugar en el que prefiera estar. Así que... mi amada Elizabeth Alexandra Collins Thompson, ¿aceptarías casarte conmigo?-Asintió frenéticamente mientras lloraba.

-Sí, sí, sí, sí. Acepto, mi dulce Ben.-Saltó a mis brazos y me besó. Reímos al ver que casi tumba la caja.

Le coloqué el anillo con lágrimas de felicidad y ella me volvió a besar, la abracé fuertemente porque el camino a la felicidad había aceptado a continuar conmigo por siempre.    


Nota de autor: Espero que les guste, ya se viene el epilogo!

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanWhere stories live. Discover now