Capítulo III

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Día 824.

-Buenos días.-dije entrando a su cuarto a la mañana siguiente. No me respondió.

No había notado la mesa que había cerca de la pared, así que dejé mis cosas allí sacando nada más que el bloc de notas, mis lentes y el bolígrafo. Agarré la silla y le pregunté:

-¿Cómo se llama tu banda favorita?-Ella subió la cabeza, pues, estaba abrazando sus rodillas y la cabeza se encontraba allí.

-¿Cómo?

-Tu banda favorita, aquella que querías escuchar cuando te enfadaste con tu madre.

-¿Por qué?

-Bueno, a lo mejor tenemos más cosas en común de la que podemos creer.

-Pues cuénteme sobre usted doctor Stan, veamos si realmente tenemos algo en común.-Le hablé sobre mi prometida y mis gustos musicales con la esperanza de que ella me contara, aunque fueran dos palabras, más sobre sí misma. Miré fugazmente a las cámaras y ella lo observó, hizo un gesto con la cara que terminó convenciéndola de que no hablaría. Te lo dije John, pensé.

-Señorita Collins, entiendo que no quiera contarme nada sobre su vida pero por lo menos me gustaría escucharle decir algo que realmente no valga la pena contar.-Ella se rió y su risa era algo cínica, aunque sé que le dolía, lo vi en sus ojos.

-Oh doctor Stan... ¿Qué le puedo decir sobre lo miserable que era mi pasado? Jamás se lo he contado a nadie y usted piensa que logrará sacarme algo. –Bufó.- ¿O qué tal si le digo algo ficticio? Eso es mejor y es lo que siempre le he dicho a los otros doctores.-Se acomodó en la cama estirando sus piernas y apoyando su espalda contra la pared. Le seguí el juego.

-Antes de que comience con su relato ficticio... ¿Le gustaría que apagara las cámaras?-Si John no lo haría, era mi deber hacerlo... por ella. Sus ojos me miraron sorprendidos y vio a su alrededor, a las cuatro cámaras de la habitación, una en cada esquina en el techo.

-Por favor.-Murmuró tímidamente y allí, en ese momento, vi lo orgullosa que podía ser.

Sé que me metería en problemas en cuanto saliera de aquí pero mi única intención es que Elizabeth se sintiera cómoda. Agarré la silla en la que estaba sentado, me monté y las apagué.

-Gracias.-Susurró cuando volví a sentarme.

-Nadie te lo había preguntado antes, ¿Verdad? –Asintió. Vi como la tristeza volvía a su cara.- ¿Todo bien?

-Sí, solo que... olvídelo.-Sacudió su cabeza y se pasó las manos por su pelo.

-Se supone que debo hacerte sentí mejor, ¿no es así? Elizabeth, lo hago por tu bien.-Ella me miró fijamente por varios minutos.

-Doctor Stan, gracias por apagar las cámaras.

-Eso no era lo que ibas a decir pero no insistiré.-Ella se paró de la cama, se acercó y se agachó agarrando mis rodillas.

-¿Por qué haces esto?-Me acerqué a ella y unos pocos centímetros separaban nuestras frentes... y labios.

-Quiero que te sientas bien conmigo, que estés cómoda. Quiero que te sientas como no te has sentido desde hace mucho tiempo.-Nos quedamos en silencio en esa posición tan desafiante por varios minutos, veía en sus ojos como las lágrimas subían.

-Jefferson...-Me abrazó. Le devolví el gesto y le acaricié el pelo.

-Eso es, desahógate. –Susurré.- Guardar tus pensamientos y no compartirlos nunca es bueno, necesitas expresarlos aunque sea en escrito si no piensas hablarme, claro.

-¿Entonces por qué estás aquí?-Me preguntó limpiándose las lágrimas y separándose de mí, volviendo a sentarse en la cama.

-Alguien debe cuidarte... o en mi caso, protegerte.

-¿Protegerme exactamente de qué?

-De ti misma, de tus demonios, de tus más oscuros pensamientos. Si quieres salir de aquí, debes controlarlos, enfrentarlos y dejar todo eso enterrado en el pasado.-Nos quedamos en silencio por varios momentos.

-Pregúnteme.-Soltó de repente.

-¿Cómo?

-Pregúnteme sobre cualquier cosa.-Agarré mi bloc y un bolígrafo.

-Bien, si eso es lo que quieres... comenzaremos por lo básico. ¿Fecha de nacimiento?

-18 de octubre de 1999.-Interesante, cumplimos el mismo día, pensé. Ya faltaba poco para esa fecha y creo saber lo que iba a regalarle.

-¿Nombre de tus padres y hermano?

-Anne y Robert, mi hermano se llamaba Kendall. –Me miró.- ¿Le gustaría que prosiguiera con lo de ayer?-La miré y busqué indicios de que no estuviese jugándome una broma: Solo conseguí sus ojos analizándome.

-Si quieres hacerlo, adelante.








Nota de autor: Espero que les guste

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanWhere stories live. Discover now