Capítulo XII (Parte 2)

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Día 853.

Levantarse temprano nunca se había sentido tan bien: Iba a estar todo el día fuera de aquí y, lo más importante, ¡fuera de la ciudad! Y no nos olvidemos de que le había dicho a Jefferson aquella loca idea de ser algo más. Lo que quería comprobar era si realmente era capaz de soportar y aceptar tanto amor porque si de algo estoy segura, es que Stan iba a besarme bastante o sería exageradamente cariñoso. No lo dudes; además, tú también quieres comprobar otra cosa: El cómo sería tener una relación con él, Dizzy no había vuelto a molestarme, tenía que regresar él para que ella volviera al ataque. Suspiré mentalmente y me dispuse a ignorarla por el resto de la mañana.

Mientras me arreglaba, me di cuenta que no tenía nada que me cubriese las cicatrices a excepción del abrigo que me regaló el doctor. Doctor, hace tiempo que no le decía así, pensé. De doctor y Stan a Benjamín y Jefferson, estás confiando en él, soltó mi subconsciencia. Desafortunadamente, tenía razón, quiero decir, antes confiaba fácilmente en la gente pero desde hace tiempo ya no es así, ahora tengo problemas para creer en alguien y dar ese paso me asusta pero tenía el día de hoy, hoy intentaré saltar sin miedo a caer. Volví a mirar las cicatrices y me coloqué el abrigo.

Y como la puntual persona que él es, llegó a las siete.

-Buenos días, Elizabeth.-Sonrió.

-Buen día, doctor.-Sonreí.

-¿Cómo pasaste la noche?

-Bien, con pocas pesadillas.

-Patrick quiere verte.-Sonó preocupado y eso no me gustó. ¿Su jefe quería verme? Bueno, voy a salir de aquí por "primera vez", así que sé el por qué quiere verme, me dije a mi misma.

-¿En serio? Pues, vamos.-Iba a salir de la habitación hasta que él me tomó del brazo. Me giré.

-Ten cuidado con él, no creas en todo lo que te diga y lo más importante: Pendiente de sus trampas.-Asentí lentamente y me llevó a su oficina.

Al entrar, me di cuenta que era el triple de grande que mi habitación y que era bastante elegante. El jefe de Jefferson estaba sentado en una silla de cuero negro, en su escritorio había varios papeles y una foto mía.

-Espere afuera doctor Stan. –Él asintió y se fue. Me senté enfrente de él.- Así que Elizabeth Collins... si mal no me acuerdo, antes su pelo era de color rojo y lo tenía más largo.

-Lo que hace un día de aburrimiento y varios productos.

-¿Y ese anillo?-Lo vi por unos segundos y respondí:

-Me lo regaló el doctor Stan por mi cumpleaños.

-Dígame, ¿qué se siente salir por primera vez desde que entra?

-Extraño pero dígame usted algo: ¿Por qué accedió a que me dejaran salir?

-No es su asunto señorita Collins, ahora ¿me permite su anillo?-Iba a entregárselo pero recordé las palabras de Jefferson.

-No es su asunto. Además, ¿cómo está su familia? Si mal no me acuerdo, sus padres se llaman Amy y James, ¿no? El doctor Pierce me habló una vez que conoció a su madre y que le sorprendió lo cuan buena era ella como psicóloga pero... hay algo que él no sabe y yo sí: Tiene un oscuro y sangriento pasado con tu padre, ¿No es así?

-Eso es un tema muy delicado señorita Collins, además, usted lleva dos años y cinco meses metida aquí con una razón que aún desconocemos.

-Bueno, los rumores de pasillos decían bastantes cosas de unos tales maniáticos Way pero quién sabe si esos eran sus padres o no... hay conocimientos que son lo bastante profundos y prohibidos que de alguna forma conozco. Dos años y cinco meses es el tiempo suficiente para enterarse de todo menos todo. –Se tensó, sus brazos estaban encima de la mesa y sus dedos entrelazados con forma de puño. Bien, estábamos bien, lo había conseguido.- Sin embargo, estoy aun así metida aquí por una razón que nunca conocerán.

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanWhere stories live. Discover now