Capítulo XII (Parte 1)

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Día 852.

Dos semanas. Dos largas semanas estuve sin ver al doctor Stan.

Salí del hospital a los dos días. El doctor me había dicho que Benjamín había donado su sangre para salvarme debido a la gran cantidad que perdí; de alguna forma, aquel acto que él había hecho por mí lo sentía como si hubiera sido una obligación, es decir, él siempre cuidaba de mí pero ¿Acaso no ve que también puedo cuidarme yo sola? ¿En serio? ¿No es que tenías miedo? Además, recuerda lo que casi te pasa la última vez que estuviste sola, dijo Dizzy. Bien, sí, tengo miedo pero es porque aún me cuesta asimilar que llegaría a ese punto y segundo, tenía tiempo sin estar rodeada de gente, tenía tiempo sin acodarme sobre las reglas de la sociedad, tiempo sin recordar cómo era el mundo real. Durante dos años y casi cinco meses he estado adentro de un manicomio sin saber nada de nadie, era como si se hubiera borrado aquella parte de mi mente.

Jefferson no volvió; su amigo John, el mismo doctor que me avisó aquella vez cuando Stan no apareció el día después de mi cumpleaños, fue el que me buscó aquel día y cuando volví a mi habitación, en la mesa había un jarrón con una margarita blanca y grande junto con una nota. Suspiré y la agarré:

Olvida lo pasado

-J.S.

Arrugué la nota y me acosté en la cama. Oh Benjamín, ¿cómo quieres que olvide que tú hayas sido la razón por la cual me lastimé? Realmente me hizo sentir mal cuando confesó que comenzaba a desearme; yo no quería escuchar aquello, me temía oírlo porque sabía que era verdad: Desde el día en que cruzó, literalmente, en mi camino tuve una extraña sensación que no sentía desde... Nunca, jamás la habías sentido, completó mi subconsciente. ¿Esto era lo que la gente llamaba amor? Por eso había estado llorando, por miedo a que alguien realmente me quisiera; la última persona que realmente quise me terminó hiriendo y desde entonces había dejado de ser yo misma. Solo habían transcurrido tres semanas desde aquel momento en que nos vimos por primera vez, dos desde que lo besé y cuatro días desde que me dijo que me quería. Él sabía que tiene el poder de guiarme, que cuando tenga miedo pueda ir con él, siempre intentando llevarme a la luz, a la cima para superar el foso de la oscuridad. Él estaba cumpliendo su promesa: No está rindiéndose conmigo, me ha escuchado. Ha sido un amigo, me ha mantenido a salvo, ha intentado de darme fuerzas para seguir adelante y él quiso cuidar de mí en cuanto me conoció.

Eso fue lo que había pasado la primera semana sin verlo: Escribía absolutamente todo lo que tenía en mente, lo que sentía, lo que quería.

Con respecto a la segunda, antes de comenzar de decir lo que pasó, deben estar preguntándose si alguien me cuidó. Pues, la respuesta es no: John vino a la hora y ni se inmutó de la margarita, solo encendió las cámaras y me hizo una que otra pregunta. Me acordé de la pequeña probabilidad que tenía si aceptaba tener aquella salida con el doctor y me puse a pensar en millones de ideas sobre lo que llegase a ocurrir.

~ ♥ ~

Esta vez le dejé su espacio: Dos semanas me quedé en casa cuidando a Amelie, dos largas semanas en las que me había olvidado de Elizabeth hasta el día en que volví. Ella tenía razón en dos cosas: No la oía, simplemente la escuchaba pero nunca oía más allá de lo que quería decir; olvidaba lo cuan cerrada podría ser y que a veces nunca abriría las puertas, que ella era de corazón frío que al derretirse podría ser algo bueno o malo, era una caja de sorpresas. Y otro punto en el cual tenía razón era el por qué aún seguía con Amelie cuando la que yo quiero es a ella... la respuesta era realmente difícil y complicada, lastimosamente me di cuenta de eso muy tarde.

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanWhere stories live. Discover now