Capítulo IV

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¿Qué me pasaba? ¿Acaso era su atractivo lo que me hacía hablar? ¿Eran aquellos ojos miel ocultos en esos lentes que hacían que mi mente me forzara a decir cosas que juré nunca contarle a nadie? ¿O eran sus labios los que clamaban ver los míos moverse? Dios. ¿Y el momento de hace un rato? Estábamos demasiado cerca para lo que usualmente suelo estar acostumbrada y yo me lo había buscado. De alguna forma, este hombre será la razón por la cual, finalmente, terminarán diciéndome loca. Admito que me gustó cuando me preguntó por las cámaras, fue un lindo gesto de su parte.

¡Dios, pero de qué hablo! Sí, él me volvería loca, pensé.

Recordé que le había dicho que seguiría con lo de ayer pero no: Me controlaría, me mordería fuertemente la lengua si era necesario. Si le dijera la razón por la que estoy aquí, probablemente pasaría más tiempo en este lugar y a lo mejor cargaría una camisa de fuerza.

-¿Estás bien? –Su voz me trajo a la realidad y caí en cuenta que lo estaba mirando fijo. No, no, no le vas hablar, pensé.- Volvimos a la actitud distante, bien. –Anotó en su libreta. Algún día se la quitaré.- Así que... Elizabeth, como no piensas decirme nada le diré más sobre mí.

No, no, no, no y no. Si lo escuchas decir una palabra más sobre cualquier cosa..., dijo mi subconsciente, sabes que su voz se está convirtiendo lentamente en tu perdición.

-No, no lo es.-El doctor Stan me miró y me di cuenta que había pensado en voz alta. Bajé la mirada, cubriéndome mis ojos con el pelo. Sentí su mirada intentando penetrar la fortaleza que había creado, entrar por las puertas encadenadas del castillo. Subí un poco la mirada y me fijé en sus labios: Eran carnosos, perfectos para morder.

¡Joder! ¿Qué me está haciendo este hombre?

-Muy bien, volvamos a las formalidades señorita Collins. Solo diré algo: Apenas estamos comenzando y no piense que me rendiré con usted. –Agarró su bloc de notas y su maletín.- Nos vemos.-Se fue volviéndome a dejar solas con mis pensamientos.

  ~~  

Me fui rápido del centro psiquiátrico antes de que me llamaran por haber desconectado las cámaras, sabía que estaría jodido más tarde pero valdría la pena. Elizabeth vale la pena, dijo mi subconsciente. Dejé caer mis cosas adentro del maletero del carro y me fui.

-Hey, ¿Cómo te fue?-Me preguntó Amelie cuando llegué a la casa. Apenas era mediodía.

-Bueno... -Dejé las cosas en la sala y me fui a la cocina. Olía a estofado de pollo.- Cuando creía que la señorita Collins sería más abierta, pasó lo contrario. Hice lo posible para que pudiera confiar en mí: Apagué las cámaras de la habitación, le hablé de mí y por fin hice que me dijera unas cosas pero cuando me preguntó si podía continuar con su historia y le había dicho que sí, se arrepintió.

-Pero ella ya te había contado algo, ¿Verdad? –Asentí. Amelie comenzó a servir la comida.- Yo creo que ella tiene miedo, digo, apenas te conoce y por lo que me has dicho... nadie sabe su verdadera historia. ¿No sabes de alguna fecha especial para ella?

-Este jueves... su cumpleaños.

-Vaya... -Nos sentamos y comenzamos a comer.- Estarás muy ocupado, ¿Verdad?

-Sí, me gustaría verla por lo menos feliz... aunque sea fingida. Que se sienta bien, que por fin me cuente lo que necesito saber. No sé si llegaré tarde ese día. –Noté la tristeza en su cara.- Linda, no te preocupes, sea lo que seas que estés planeando lo cumpliremos, ¿Sí?

-Vale, aún no he planeado nada pero... -Nos reímos.- ¿Has pensado en qué regalarle?

-Sí, creo que sí. –Le conté lo que tenía en mente.- Y creo que necesitaré de tu ayuda para comprar eso.-ella rió.

-Oh Jeff, sabes que no puedo negarme a eso.-Nos reímos y terminamos de comer.

Como amo a esta mujer.

  ~~  

Tenías tus audífonos puestos, intentabas no llorar pero fue inevitable, dándote cuenta de lo cuan patética eras al llorar por eso. Tenías trece y tú solo querías ir a su fiesta de cumpleaños. ¡Qué importaba si él vivía al otro lado de una ciudad! Le habías hecho una torta con tus amigas y querías verle su cara de emoción. ¡Podías haberte quedado en casa de una amiga! Pero no, tus padres, más bien tu madre, odiaban que durmieras en casas ajenas. La canción que escuchabas no ayudaba mucho pero tú eras así de masoquista. ¿Quién diría que después lo terminarías odiando?

-¿Quién está ahí?-Dije despertándome sobresaltada al escuchar el sonido de la puerta abrirse.

-Tranquila, soy yo. –Me froté los ojos y era el doctor Stan cerrando la puerta.- ¿Qué tal la tarde?

-Comer y dormir.-Y llorar, pensé. Dejó su maletín en la mesa y sacó algo que ocultó detrás de su espalda, se sentó en una silla en frente de mí. Él sonrió como respuesta.

-Te traje algo. –La curiosidad me ganó y no pude intentar echar un vistazo a lo que ocultaba.- Tranquila, toma. –Me paré y agarré el objeto, nuestros dedos se tocaron y sentí algo raro. Sabía lo que era y tuve que recordar que él estaba comprometido. Esperen, ¿por qué me lo recordaba si él realmente no me importaba? De repente, observé su pelo por unos segundos y estaba hecho un desastre, lo cual me pareció raro.- Ábrelo. –Hice lo que me pidió y arranqué el papel de regalo. Vaya... ¿En serio me había comprado un diario?- ¿Cuál es tu libro favorito?-¿Cómo es que puede cambiar de tema tan rápido? Oh sí, pudo haber aprendido de mí.

-R y Julie. –Dejé el cuadernito a un lado y le dije-: Creo que necesitas un peine o algo para controlar tu pelo rebelde.-se rió.

-¿Tan mal se ve? –Asentí. Su pelo corto era de un color marrón rojizo y ayer lo tenía peinado hacia arriba, ahorita lo tenía hacia abajo. Aunque... se ve sexy, susurró mi subconsciente.- ¿Qué te parece?

-Bueno, te veías mejor en la mañana.

-Me refiero a lo otro.-miré el cuaderno.

-Gracias.

-No, gracias a ti por sonreír.-Dios, sí vio mi sonrisa después de lo que dije y eso que no lo estaba mirando.







Nota del autor: Espero que les haya gustado. Los dejaré con un reto: El que logre adivinar en quién me estoy basando fisicamente respecto al personaje de Jefferson, conseguirá que suba el capítulo 5 n.n #TodosSalenGanando

PISTA: Es un actor del universo cinematográfico de marvel (jefferson tiene los ojos color miel pero el actor en el que me baso no)

16: La vida de Elizabeth Collins y Jefferson StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora