·38· No Podrá Suceder

597 40 1
                                    

Dentro de poco, sentí como el brazo de Mario se fue acomodando alrededor de mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dentro de poco, sentí como el brazo de Mario se fue acomodando alrededor de mí.

Seré honesta, por primera vez en mucho tiempo, un chico me ha hecho esto. Mi forma de ser lo explica todo. Si un chico intenta tocarme de alguna manera, con mi puño, se lo dejo bien claro que no vuelva a hacerlo. Sin embargo, en este caso tengo que aguantarme.

"Mira aquélla otra pecera, tiene a otros dos peces juntos," los apunta.

Vi la pecera grande de al lado y tomé esa oportunidad para alejarme de él. Lo tomé por su mano que colgaba en mi hombro y la quité lo más rápido posible para irme corriendo, con la excusa de que iría a ver las manta rayas.

"Ohh mira aquéllas manta rayas!" le dije.

Aunque me había escapado de su brazo a la primera, volvió a colocarlo donde mismo, al igual que las otras veces que intenté escaparme de nuevo. Por fin, me di por vencida y caminamos así el resto del camino. No sé por que pero en cada pecera que volteaba a ver, había por lo menos una pareja nadando juntos y era lo que Mario me señalaba cada vez.

"Oye, no te parece algo extraño?" él me pregunta.

"Qué cosa?" le pregunto.

"Pues todo esto," me dice.

"No sé de que hablas."

Él da la vuelta a una esquina del acuario conmigo.

"Hablo de que no te parece una coincidencia de como todos estos peces están en pareja y luego que estemos tu y yo?" me pregunta mientras me acorrala contra la pared.

"No..." fruncí el ceño al verlo acercarse más, "qué haces?"

"Tú sólo déjate llevar, sí?"

Antes de que pudiera responderle, coloco una mano en mi cintura y la otra bajo mi mentón para unir nuestros labios en un beso. Sí, me tomó por sorpresa, pero aún así no pude sentir nada. Sólo me podía imaginar lo mucho que iba a sufrir si él se llegara a enamorar, y por alguna razón eso era lo único que me mantenía en esta batalla. Tal vez soy demasiada fría, pero que puedo hacer si así soy yo?

-Narra Mario-

Mis ojos se cerraron en el minuto en que mis labios hicieron contacto con los suyos. Ella parecía estar confundida al principio pero una vez que mi lengua pidió entrar en su boca, ella me siguió el beso. Comencé a besarla con mucha lentitud, para poder recorrer cada lugar de su boca que mi lengua podía. Nuestros labios se movieron perfectamente en sincronía y eso a mí me encantaba. Cada segundo que pasaba, sólo hacía que yo la deseara más. Aunque quería seguirla besando aún más profundo, decidí calmarme, por que si no lo hacía probablemente me saldría de control.

Qué es lo que te está pasando Mario? Tú nunca habías deseado así de tanto a una mujer, me dije a mi mismo.

Aunque quería separarme, simplemente no podía. El sabor de su boca se había convertido en mi adicción. Sólo quiero besarla así todos los días por el resto de mi vida, pero eso no podrá suceder una vez que la deje.

En cuestión de segundos, ella termino el beso dándome un leve mordisco en mi labio inferior. Al separarnos ella me sonrió.

"Acaso le habrá gustado que hiciera eso o me sonríe por que me va dar mi merecido por no pedirle permiso?" me pregunto a mi mismo.

"Ambos," me dice para después golpear mi estómago.

"Como sabías lo que me estaba preguntando?" le pregunto mientras siseaba de dolor.

"Estabas pensando en voz alta tontito," me responde mientras pone sus brazos alrededor de mi cuello para darme un beso y hacer que me olvidara del dolor.

Rompecorazones vs. Mujeriego || Mario BautistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora