"Prometí nunca más enamorarme de alguien, y tú no serás la excepción."
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"No conozco al amor, sólo al odio y la venganza."
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"Después de todo, no somos tan diferentes."
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"Para la siguiente vez que no diga 'presente' a la primera, la voy a marcar ausente."
Después de haberme dicho eso, él continuó pasando lista y yo regresé a mi cel.
Yo: Entonces luego te hablo por que a mí casi me cachan😱😂. Joelito: Eso te pasa por andar texteandome durante clase😜. Yo: 🙄😝.
"Mario, Mario Bautista," llamó su nombre varias veces.
Hmm... Ese nombre me suena familiar, pero no recuerdo bien donde lo he escuchado. Quien sea que sea ese chico, seguramente está en su cel como yo lo estaba hace unos segundos. Y cuando un adolecente está en su celular, todo a su alrededor simplemente desaparece.
De pronto, mis pensamientos son interrumpidos por alguien llegando tarde a clase.
"Entonces como nadie contesta, supongo que Mario no está aquí," supone el Profesor de Química.
"Presente," dice una voz áspera y familiar.
Lo sabía, ya había escuchado aquél maldito nombre. Tenía que ser el más grande idiota en la historia de todos los idiotas, Mario Bautista.
"Veo que no ha cambiado desde el otro año, sigue llegando tarde," le dice el profesor.
"Juro que está vez planeaba llegar temprano. Es sólo que alguien se me atravesó en el camino y-"
"No quiero escuchar sus excusas Sr. Bautista, sólo vaya a tomar asiento junto a Morín."
Noté que su reacción fue igual a la mía, una mezcla de odio, detesto y con un toque de maldiciones bajo su aliento.
"No puedo sentarme en otro lugar?" pregunta Mario.
"Acaso ve otro asiento que este vacío?" el profe señala lo obvio.
Aunque estaba hasta atrás, pude escuchar como se quejaba y como estaba de necio que no quería sentarse conmigo.
Que menso es, pensé, que no sabe que por más que se queje, no hay nada que se puede hacer?
En fín, terminó perdiendo, ya que el profe le dijo que le llamaría a la oficina si no se sentaba. Lo miro caminar hacia a mí con una mirada asesina. Después de lo que le había hecho en el pasillo, no me daba miedo ni un poco. Él era el que me tenía que temer. Quizá sólo gané su odio pero, puedo vivir con eso.
"Eres una maldita perra," dice bajo su aliento.
"Y tú, un hijo de puta," dije entredientes.
Nos seguimos maldiciendo sin parar hasta que el profesor nos voltea a mirar.
