"Prometí nunca más enamorarme de alguien, y tú no serás la excepción."
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"No conozco al amor, sólo al odio y la venganza."
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"Después de todo, no somos tan diferentes."
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No es permitido hacer copias o adaptaciones.
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Después de una cena deliciosa, nuestros padres se quedaron platicando y yo decidí irme a mi habitación. Me acosté boca abajo en mi cama por unos minutos y luego busqué unas pijamas en mi armario para cambiarme.
Cuando estaba a punto de quitarme la blusa, escucho un ruido cerca de mi puerta. Camino hacia ella para rápidamente reaccionar con un golpe en cuanto veo a Mario.
Él sisea en dolor por un momento.
"Por qué hiciste eso?" me pregunta.
"Por qué estás queriendo entrar a mi recámara?" le pregunto.
"Okay perdóname, es que buscaba el baño," me explica.
Rodé los ojos.
"Sí como no, y yo estaba a punto de sacarme fotos desnuda."
"Enserio?!"
"No pendejo, estaba siendo sarcástica."
"Ohh.." dice un poco decepcionado.
"Okay adiós," me despido cerrando la puerta.
"No, espera," detiene la puerta con su pie.
"Si no quitas el pie ahora mismo, juro que te lo machuco."
"Quiero hablar contigo."
"De?"
"Abre la puerta primero," me dice.
Lo hice sólo para que me dejara en paz.
"Estoy esperando..."
"Bueno, quería saber si ya lo pensaste."
Fruncí el ceño.
"Mario, acaban de pasar unas cuantas horas y ya quieres que te responda?"
Él asintió con la cabeza.
"Ugh, está bien, empecemos desde 0."
Mario sonríe abriendo sus brazos, esperando un abrazo de mi parte pero en lugar de eso, extiendo mi mano.
"Bien.." dice, "puedo entrar?"
Me hecho a reir antes de cerrarle la puerta en la cara.
Al día siguiente, me levanté temprano para ir a hacer un trabajo que se me había olvidado. Iba en camino a la biblioteca de la escuela cuando Juanpa me detiene.
"Escuché que tú y Mario son amigos," me dice.
"Quien te lo dijo?!" pregunto.
"Entonces sí lo son?"
"Ugh sí, pero quien te lo dijo?"
"Mario," responde.
Lo maldije bajo mi aliento.
"Oye, quieres saber la verdad?" me pregunta.
"De qué?"
"Sobre Mario."
"Umm.. Okay," respondo entrando a la biblioteca con él.
Juanpa da un gran suspiro.
"Le contamos a Mario sobre ti pero no nos creyó, entonces hicimos una apuesta de $2500."
"Ah, ya veo. Con razón actuaba raro conmigo," le digo, "bueno, gracias por avisarme."
"No hay de que, hasta luego."
Después de lo que me dijo Juanpa, se me ocurrió una idea.
Este iba ser el comienzo de la Rompecorazones vs. Mujeriego.
