"Prometí nunca más enamorarme de alguien, y tú no serás la excepción."
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"No conozco al amor, sólo al odio y la venganza."
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"Después de todo, no somos tan diferentes."
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A la mañana siguiente...
Morín se despertó temprano para poder hacer todo antes de irse a la secundaria. Después de tomarse un baño, se hizo el desayuno, ya que sus padres estaban trabajando. Mientras preparaba el desayuno, le entró una llamada de Joel y contestó.
"Buenos días dormilón."
"Dormilón, yo? Estás segura de eso?" preguntó Joel. "Sí, muy segura. La última vez, te levantaste como a las 9:00am y llegaste tarde a clases," señaló riendo. "Este año será diferente, por cierto, puedo pasar por ti?" "Claro, sólo déjame desayunar. Voy a dejar la puerta abierta por si llegas antes," dijo quitándole el seguro a la puerta.
"Está bien, entonces de una vez me paso."
Diciendo eso, entra Joel con el celular en la mano. Los dos terminan la llamada y Morín queda sorprendida. Después de un abrazo, golpeó su hombro.
"Ow! Por qué hiciste eso?" preguntó fingiendo el dolor. "Por no decirme que todo este tiempo estuviste afuera de mi casa." "Ay perdón por querer darte una sorpresa."
Morín sólo rodó sus ojos y sonrió.
"Señorita Morín," la llamó la doncella. "Que ocurre Mari?" Por la cara que tenía, no parecía ser algo bueno. "Se le quemó el desayuno... Pero no se preocupe, yo le preparo otro." "Ya ves lo que hiciste?" culpó a Joel, "y así está bien, desayunaremos en la cafetería, pero gracias. Nos vemos Mari."
Morín se despide sacando a Joel a empujones ligeros.
"Ya me estaba saboreando mis panqueques y ahora están todos quemados gracias a ti," se cruzó de brazos.
"Mañana te llevo a iHop, de acuerdo?" dijo abriéndole la puerta del coche. Con una sonrisa, Morín asintió entrando al auto.
Llegando a la escuela, formaron fila para el desayuno. Cuando Joel tomó su plato, llegaron dos chicos corriendo cortando línea. Empujándolo, agarraron sus desayunos causando que se le fuera el plato encima.
-Narra Morín- Me dio tanta furia al ver lo que hicieron y alcancé a agarrar uno de la manga de su camisa.
"Discúlpate idiota!" le grité, tomando la atención de todos en la cafetería. El otro chico se volteo y lo esperó como si estuvieran encadenados los dos.
"Tú también" le dije.
"Mi amigo no te ofrecerá una disculpa porque él no lo hizo, fui yo," habló el chico de cabello plateado.
