Con una taza de café en mano y mucha naturalidad, Jungkook entró esa mañana a su cuarto de torturas y encontró al rubio con expresión destrozada en la cama de acero. Su erección se mantenía apenas, el vibrador ya no funcionaba y el líquido contenido se alcanzaba a filtrar apenas un poco a través del dilatador.

—Te ves horrible, Taehyung– mencionó pero el rubio ni siquiera parecía escucharlo.

Se acercó a él y recorrió su rostro, tampoco era la mirada aterrada que buscaba.

¡¿Por qué no estaba llorando y suplicando piedad como el resto?!

Era frustrante.

Jungkook abandonó su taza de café y desató a Taehyung quien temblaba y jadeaba pesadamente. Lo llevó a rastras hasta la parte posterior de la habitación y volvió a amarrarlo esta vez de las cadenas que colgaban del techo reforzado. El rubio abrió los ojos justo cuando sintió el vibrador ser removido de su interior y la mordaza desapareció de su boca dejando un río de saliva espesa acumulada en sus labios.

Jungkook propinó un golpe en sus costillas cuando lo escuchó suspirar aliviado.

—Esto apenas empieza, estúpido– advirtió tomando su cuchillo de cazador de punta curva.

Lo siguiente que Taehyung recuerda es estar sintiendo su piel siendo rasgada justo en la zona donde la quemadura del día anterior se encontraba. Soltó un ligero chillido que logró controlar entre dientes hasta terminar meciéndose, sus pies no alcanzaban a tocar el suelo y sus hombros dolían.

—¿Quieres que saque esto?– preguntó Jungkook, apuntando al dilatador.

Taehyung asintió incapaz de hablar con cordura. Lucía agotado, medio ido y demacrado pero no asustado, él no estaba llorando y pidiendo ser liberado, no había gritado por ayuda apenas retirar la mordaza. Jungkook no entendía porque no lograba sacar el terror de Taehyung. Quizás estaba siendo demasiado blando con él, tal vez necesitaba cortarle una pierna a ver si reaccionaba, quizás debía sacarle los dientes uno por uno, luego las uñas y dárselas de comer.

Por su mente atravesó una y mil torturas más pero incluso con ello, dudaba que Taehyung reaccionara.

Tal vez sólo era algo estúpido y más lento que los demás.

—Me sacas de quicio– replicó entre dientes y tomando el anillo del tapón, lo retiró provocando que el cuerpo de Taehyung se arqueara y su semen saliera disparado en todas direcciones.

Jungkook retrocedió ligeramente, la corrida de Taehyung continuaba y el rubio gemía y suspiraba entrecortadamente mientras se retorcía haciendo tintilear las cadenas que lo suspendían en el aire. Su cara era de puro placer.

—¿Por qué no tienes miedo?– preguntó entre dientes antes de darse cuenta de que verlo de esa manera lo había puesto duro. —Imposible– se negó a aceptar que tenía una erección en sus pantalones con sólo ver a un chico corriéndose.

Taehyung soltó un suave ronroneo cuando finalmente su eyaculación paró y lo único que quería era dormir pero Jungkook tenía otra idea en mente.

El rubio parpadeó aturdido cuando escuchó la cremallera de un pantalón siendo abierta y entonces notó a su captor sacando su duro falo entre sus manos. Se sacudió pero aún así Jungkook lo tomó por los muslos obligándolo a abrir las piernas y lo penetró sin previo aviso. Taehyung sintió el dolor en su recto y ahogó un grito cuando sus paredes se extendieron para tomarlo y posteriormente succionar.

—No actues como si se sintiera bien– reclamó Jungkook pero aún así su mirada se mantenía fija en el rostro de Taehyung y la manera en la que parecía disfrutar la penetración.

El rubio ni siquiera era cien por ciento consciente de lo que ocurría cuando las caderas de su pelinegro captor empezaron a embestirlo con fuerza haciendo que su cuerpo se agitara de arriba hacía abajo en el aire. Aquello parecía más una sesión de sadomasoquismo que una violación, pensó mientras se arqueaba y lo tomaba.

Jungkook frunció el ceño, cualquier otro ya estaría llorando suplicando por que se detuviera. Una vez tuvo a un chico vómitando cuando le enterró el vibrador pero Taehyung se adaptaba e incluso parecía querer más. Y Jungkook estaba furioso pero al mismo tiempo disfrutó viéndolo retorcerse y esbozando muecas cuando su próstata era taladrada.

Los dientes del rubio sujetaban sus labios para no gemir pero llegó un punto en el que le fue imposible y terminó enroscando las piernas alrededor del cuerpo de su captor y se movió con él para encontrar las embestidas.

—¿Por qué siento que el violado estoy siendo yo?– escuchó murmurar a Jungkook y Taehyung soltó una risita.

El pelinegro se tensó visiblemente cuando sus ojos se alzaron encontrándose con la sonrisa cuadrada que recordaba haber visto aquel día cuando abrió su puerta y Taehyung estaba ahí todo bonito y adorable. Y seguía viéndose increíblemente adorable incluso ahora que tenía un pene entrando y saliendo de su interior.

Jungkook se estemeció sintiendo algo desconocido en el cuerpo cuando decidió liberar las ataduras de Taehyung y sostenerlo con fuerza. Los brazos del rubio se sentían adormecidos cuando los dejó caer sobre los hombros de su captor y se sostuvo de él. Estaban regresando a la incómoda cama de acero, lo supo en cuanto sintió la superficie fría contra su espalda.

Jungkook se acomodó entre sus piernas, alzándolas por encima de sus hombros para posteriormente salir por completo de su interior. Taehyung agachó la mirada justo a tiempo para ver como Jungkook se colocaba un anillo para pene. Sus ojos se agrandaron, se aferró a la superficie de la cama cuando nuevamente se enterró en él ahora rasgando su piel ante la ferocidad del impulso en la penetración.

El ritmo se convirtió en algo doloroso cuando la cama de acero se agitó y el cuerpo de Taehyung se sintió medio partido en dos. Las embestidas eran rápidas y cortas, molían su próstata y estimulaban sus sensibles paredes internas con ayuda de la textura del anillo para pene. Sintió que perdía la consciencia justo cuando llegó al orgasmo dejándolo deshuesado.

Jungkook se estresó.

—¡Deja de disfrutarlo!– ordenó y tomó el cuello de Taehyung entre sus manos hasta apretar duro y firmemente.

La respiración del rubio se cortó mientras su cuerpo seguía agitándose en olas de placer post orgasmo y el falo que lo penetraba seguía su recorrido en su interior. Arañó las manos que lo asfixiaban intentando mantener la cordura pero le fue imposible, perdía fuerza rápidamente y supo que no había mucho que pudiera hacer cuando sus ojos se cerraron y ya no fue consciente de lo que ocurría a su alrededor.

 Arañó las manos que lo asfixiaban intentando mantener la cordura pero le fue imposible, perdía fuerza rápidamente y supo que no había mucho que pudiera hacer cuando sus ojos se cerraron y ya no fue consciente de lo que ocurría a su alrededor

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Sweet Killer::KVWhere stories live. Discover now