Epílogo. Eternos

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Abrí los ojos debido al cantar de los pájaros en mi ventana, era una de las cosas que más me encantaba de vivir rodeada de naturaleza, aunque ya no me dejaran dormir, me levanté y caminé hacia la ducha, luego de una hora, salí renovada y con mucha hambre, bajé a la cocina, tomé el tazón preferido de mi esposo y me preparé cereales con yogurt, desperté de nuevo con antojos, y ya que todo el mundo me hizo el gran favor de no hacer ruido, estuve durmiendo hasta las diez de la mañana.

Un sueño reparador, y muy necesario.

Aunque como todas las cosas, la paz de la casa, se acaba al despertar, sentí a la tormenta entrar por la puerta, seguido de su padre, quien ni siquiera reparó en mí y se dirigió al salón para luego encender la televisión.

¿Desde cuándo hacía eso? Desde hacía unos pocos días, se había vuelto perezoso y actual muy raro.

—¡Edward! —oí un grito lleno de enojo, suspiré y miré a mi adorado esposo, él estaba recostado en el sofá ¿Quién lo diría? ¡Estúpido Jake! ¿Quién demonios le dijo que podía darle los fines de semana libres al alpha? Agh—. Pequeño demonio de cuatro patas ¿Dónde te has metido? Juro que cuando te duermas, te voy a quitar todos los pelos con la cera de mamá, ven aquí, no seas cobarde, ahhhh ¡Voy a tirarte un diente! —lo escuché reír, como siempre yo debía ser la mala de la historia, ah, pero no.

Simplemente no se me daba la gana.

—Aquí vamos de nuevo ¿Ahora qué sucedió? —pregunté con los brazos en las caderas, escuché de nuevo a mi esposo reír—. Por favor no estoy de humor para esto, necesito unas vacaciones.

—¡Mamá, Edward acaba de arrancarle la cabeza a mis muñecas! ¡Todas mis muñecas! Es un, un estúpido lobo, tonto, tonto, ya no lo quiero, perro apestoso.

Ay diosa mía.

Mi hija pasaba demasiado tiempo con Kev, demasiado tiempo, la estaba influenciando, más de lo necesario.

—Shh, shh, cuidadito con lo que dices —suspiré, estúpido Kev tenía que enseñarle eso a mi hija, dejé mi desayuno sobre la mesa, ya que ni siquiera me había dado tiempo de terminar con mi cereal y caminé hasta la puerta del salón—. Esto es demasiado, Ethan encárgate tú ¿Quieres? Tengo hambre y estoy muy cansada.

—¿Qué? ¿Por qué yo? —cuestionó levantándose levemente del sofá.

Voy a golpear a mi esposo.

—¡Porque eres su padre! Ahora o te levantas de ese maldito sofá y arreglas esto o esa será tu nueva cama por el resto de la semana —él palideció, ya que la última vez que le dije eso, en efecto, durmió allí toda una semana, luego de ruegos, chocolates y muchas flores con notitas pidiendo perdón, lo dejé volver a la habitación.

Mis hijos cumplieron 4 años hacía unos pocos días, organizamos una enorme fiesta donde se reunió a toda la familia, y con eso me refiero a todas las que vivían en las otras manadas también, sí, pasaron años, años en los que habíamos vivido muy felices y sin ninguna otra preocupación que no fuera la crianza de nuestros hijos.

Ethan me sorprendió con una hermosa casa a la orilla de aquel hermoso manantial unos meses después de que mis bebés nacieron, ese lago dueño de muchos momentos agradables en mi vida, dijo que cada vez que se pudiera, me quería solo para él, porque seguíamos viviendo en la misma casa, excepto cuando me secuestraba para estar a solas.

Las guardianas se casaron en los años siguientes, una boda tras otra, claro, cada una de ellas debía tener su boda especial, como debía de ser.

Lyd y Jake... ellos no se habían casado, puesto que Lyd necesitaba más tiempo para asimilar las cosas, seguía posponiendo el darle una respuesta a la propuesta de su compañero, él tampoco le exigía nada, ya era su compañera y llevaba su marca, eso nadie podría cambiarlo. Para los lobos, en su gran mayoría, el matrimonio no era más que firmar un papel, lo más importante era la unión de su lazo, una unión inquebrantable.

DestruidaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin