Capítulo 11. Luna

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Hablar de mí, hablar de mi pasado, dejarlo entrar, significaba mostrarme ante él tal cual, sin ninguna reserva, y no sabía si él se quedaría hasta que terminara de hablar, no sabía si sería capaz de soportarlo, suspiré tratando de tomar valor, debía sacarlo todo y si él no lo aceptaba, simplemente desaparecería de su vida.

—Yo... era feliz con mi familia, feliz como no te lo imaginas, pero cuando tenía 12 años, desterrados y vampiros atacaron a mi ex manada, Luna Negra. Mi padre era el beta de la manada, mi hermano mayor Ed, era el siguiente. Ese día fui mordida por un desterrado, en la pierna, pero Ed lo mató y me salvó, vi a mi mejor amiga en el suelo en un charco de sangre aferrándose a su hermanito, Lyd, mi Lyd murió entre mis brazos, daría todo por tenerla de vuelta —sollocé—. Un vampiro nos atacó a mi madre y a mí cuando íbamos al refugio, mi madre —ahogué otro sollozo—. Murió frente a mis ojos también, el mismo vampiro que le había desgarrado el cuello, lo hizo conmigo, mi padre descuidó al alpha por salvarme, pero fue el mismo alpha quien se lo ordenó, él decía que la familia estaba por sobre todas las cosas. Cuando estuve entre sus brazos, más vampiros y desterrados aparecieron, el alpha fue asesinado y mi padre me entregó a Ed. Nos dijo que nos amaba y le hizo jurar a mi hermano que me salvaría, esa fue la última vez que vi a mi padre, Ed me llevó a una cueva alejada, pero yo estaba muy mal, perdí mucha sangre y me costaba mantener los ojos abiertos, el veneno que el vampiro había inyectado en mi sangre se adueñó de mí hasta que me entregué al sueño —lo vi apretar sus labios y sus puños—. Ed me abrazó, me dijo que me amaba, que tenía un destino que cumplir, que yo debía vivir, Edward dio su vida por la mía, desperté ahogando un grito y regresé a la manada, sin nada, sin nadie. Sofía, la esposa del alpha me acogió como su hija y por un momento creí que no todo estaba perdido, pero ella murió semanas después, agobiada por la pena de perder a su amado, a su compañero. Josías, el hijo mayor, tomó el puesto de alpha, yo regresé al instituto, pero todo había cambiado, Matt el hijo menor del alpha quien fuera mi mejor amigo, me culpó de la muerte de su padre y se alejó de mí, ya no me defendía de nadie. Ese día fue el comienzo de continuas humillaciones, golpes, maltratos y abusos, Josías le cedió el mando a Matt pocos meses después de la muerte de su madre, y todo empeoró, me degradaron a omega y me prohibieron todo, lujos, instituto ¡Todo! Fui la sirvienta de la manada durante años, junto con otras chicas, otras omegas, a causa de la loba más desagradable de la manada. Kendra, la novia de Matt.

—Kells no —negué con la cabeza y él guardó silencio.

—Estas chicas me mantuvieron con vida porque al cumplir los 16 años, Kendra me puso el pie y tiré todo lo que llevaba en mis manos, para mi desgracia cayó sobre el alpha Matt, él me gritó y me arrastró hasta el calabozo, allí me dejó a manos de sus torturadores, quienes me azotaron tantas veces, me torturaron con esposas y dagas de plata pura. Cuando pude huir de allí tuve mi primera transformación, Kiara era realmente bella, Kiara me curó las heridas diciéndome que Ed me lo había dejado como un regalo, aquí no pude curarme porque ambas estábamos muriendo —suspiré—. El alpha me prohibió transformarme, lo peor era que yo lo reconocía como compañero, creía que lo era —sus ojos se oscurecieron—. Nadie nunca ha visto a mi loba, bueno dos vampiros y un lobo, pero ya están muertos, hasta ahora solo he podido transformarme unas cuantas veces, una vez en mi primera transformación, al no poder hacerlo en ese entonces mi loba moriría, pero yo le cedí la mitad de mi energía, al ser solo seis las que limpiábamos, cocinábamos, lavábamos. En fin, todas las labores de más de 600 personas, cuidar y recorrer todo el territorio, terminaba muy agotada, a veces tropezaba con mis propios pies y eso terminaba en golpes, cortadas, torturas. Mis chicas y compañeras me cedieron parte de su energía, sin ellas no hubiera vivido mucho tiempo, cuando eran atacadas a causa mía, las defendía y yo recibía sus castigos, incluso una vez Josías intentó tomarme, pero las chicas se lo impidieron, ese día ellas fueron encadenadas en el sótano y yo me las arreglé sola toda una semana.

DestruidaWhere stories live. Discover now