Capítulo 41. Almas gemelas

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Desperté por el ruido que provenía de afuera, me moví incómoda y el dolor de cabeza no se hizo esperar, tenía mucho sueño, lo cual era normal, ya que las chicas y yo, volvimos a la casa a las 5 de la madrugada. Miré el reloj en la pared y me giré dándole la espalda, apenas había dormido 4 horas, cerré mis ojos con fuerza intentando volver a dormir, pero todo comenzaba a molestarme, el ruido de afuera, el sonido de los animales, hasta la respiración de mi sexy, pero acosador esposo.

—Ethan ¿Qué haces en la cama conmigo? Estar fuera de Diamante Oscuro te ha vuelto perezoso ¿Es eso? —murmuré empujándolo para que me dejara más espacio en la cama.

—¿Te sientes bien mi alma? —preguntó suavemente, sonreí intentando tranquilizarlo, pero él siguió mirándome con preocupación—. Llegaste bastante cerca del amanecer, no quería despertarte, por eso no me he movido de la cama.

—Sí, es solo que los bebés están algo inquietos, ya no me dejan dormir y la verdad, siento que todo me molesta —respondí acurrucándome en la cama—. Una vez que despierto es casi imposible que vuelva a conciliar el sueño, estaré bostezando todo el día.

—Calma cachorros, alteran a mamá —dijo hacia mis bebés.

Después de que mis amigas se bebieron hasta el agua del florero, aclaramos varias cosas, ellas parecían haber entendido mi punto al pedirles que se marcharan de Diamante Oscuro si así lo deseaban. La verdad, Lydia y Kev me ayudaron bastante a la hora de encontrar las palabras adecuadas para hablar sobre el tema, sin ser muy brusca al respecto.

Luz ya le puso fecha a su matrimonio, ella deseaba que fuera después del nacimiento de mis hijos para no agobiarme, pero ambas sabíamos lo acelerados que eran los alphas, así que... en un par de semanas se llevaría a cabo la ceremonia en la iglesia, Lyd se encargaría de prepararlo todo en Luna Negra para la recepción.

—Perro tonto —susurró, yo reí un poco y Ethan lo miró enojado.

—Buenos días Kev ¿Qué te trae por aquí tan temprano? Si Luz te ve de nuevo usando la ventana y no la puerta, va a golpearte con uno de sus zapatos.

—No lo sabrá si no se lo dices —dio un salto dentro de la habitación y me entregó una bolsa—. Los bebés quieren comer fresas y melocotones —sonreí enormemente y tomé la bolsa para devorarlos al momento.

—¿Cómo puedes saber lo que mis hijos quieren? —Kev sonrió de lado y lo miré enarcando una ceja, negué levemente, pero mi querido vampiro no parecía querer enterrar el hacha de guerra.

—He compartido mi sangre con ella, por consecuencia, tus hijos también obtienen beneficios, creo saber mejor que tú, lo que quieren mi hermana y mis sobrinos, a uno le gustan las fresas y a la otra los melocotones.

Ellos... no parecían querer cambiar su actitud, por un lado, entendía a Kev, había recuperado a su hermanita y tan pronto como se distrajo la volvieron a alejar de su lado. Él nunca tuvo nada en contra de los lobos, es más, jamás lo vi tratar mal o llamarlos despectivamente, aunque parecía ser que, con Ethan, eso sería muy distinto.

Tampoco era como si mi esposo estuviera ayudando a mejorar la relación.

—Kev no le digas así, es el padre de tus sobrinos y mi esposo, ese pan ya está en el horno y a medio cocinar. Lo llamas de nuevo de ese modo y te corto la lengua —Kev se tensó y me sonrió inocente.

—No lo volveré a hacer mi dulce loba, lo siento, Ethan.

Y así como pasó la mañana, pasó una semana, Matt me preguntó si sería malo que invitara a su hermano a su boda, Ethan no estaba de acuerdo, pero yo le dije que lo hiciera. Josías era la única familia de sangre que le quedaba a Matt, y yo no sería la razón de su separación, además, yo no sentía nada malo hacia él, pese a que pudo hacerme mucho daño, pudo controlarse, y eso significaba mucho, él eligió alejarse antes de hacerme un daño irreparable.

DestruidaWhere stories live. Discover now