Capítulo 4

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Al despertar me quede un poco confusa ya que no había tenido ninguna pesadilla y eso era algo muy raro.

Ya había llegado un paquete de cartas, por lo que se me hizo muy rápido el servicio del palacio.

La primera que leí fue de mi madre, estaba feliz de que yo estuviera bien y contenta, además me decía que me comportara bien, aunque, también me decía que me quería mucho y me extrañaba ya que se sentía sola sin Katniss y yo, ya que Prim estaba casi todo el día en la escuela.

Prim me contaba que todo está bien allá, también me decía que disfrutará de todo en mi estancia en el palacio y quería que le contara a detalle cómo eran Kendall y Maxon. Me dijo que me quería mucho y que no me preocupará por ellas.

Haymitch en la mayoría de la carta me decía que dejara de comportarme como su madre que él era más grande y por lo tanto tenía más experiencia, pero también que no hiciera ninguna tontería para que me sacaran.

Peeta como siempre muy lindo y diciéndome que ahora Katniss ya se llevaba mejor con él y que como siempre el estaría pendiente de ella para todo.

Effie me dijo que se sentía bien de que todo lo que me enseño me sirviera, pero también me advertía que quería que llegara más lejos, si era posible a la final y también me mando un libro sobre protocolo.

Cinna me dijo que les mandaría materiales especiales para algunos vestidos y las ayudaría en lo que pudiera, pero además me dijo que si necesitaba algo solo lo llamara o le escribiera y como posdata me puso: Chica en Llamas sabes que sigo apostando por las dos.

La de Katniss decidí leerla al final. Me contó lo que sucedió en el Distrito 11 después de que ella hablará sobre Tresh y Rue, y que estaba muy nerviosa por si algo volvía a salir mal, también me dijo que Peeta ya sabía sobre la amenaza de Snow y se había enojado con ella porque no le contó. Ahora tienen que leer las tarjetas que les daba Effie (como yo en mi Gira de la Victoria), pero ella sabe que no lo hace bien, y me dijo que se alegraba de que yo estuviera bien y que esperaba que los príncipes enserio fueran buenos.

Después de leer las cartas mis doncellas me ayudaron a bañarme, vestirme y peinarme, aunque más bien deje que ellas hicieran todo. Mi vestido era de un naranja pálido, les pregunte que quien de ellas lo había hecho y me contestaron que todas, las elogie un buen rato, ya que la verdad era un vestido hermoso, me recogieron el cabello y apenas terminaron de arreglarme baje al comedor.

Por lo que tenía entendido la noche anterior America tuvo una cita con el príncipe Maxon, aunque ahora está muy callada, no es que esperara que estuviera hablándole a todo el mundo de su cita, pero no había dicho nada. En un momento Kriss reunió el valor suficiente para preguntarle cómo le había ido, llevaba la mitad del desayuno haciendo acopio de valor.

— ¿Qué tal te fue?—pregunto.

America respiro hondo como si le pesara lo que diría.

—Indescriptible—respondió.

Todas las chicas del alrededor se miraron entre sí queriendo saber más, creo que hasta yo quería saber más.

— ¿Cómo se comportó?—pregunto Tiny.

—Humm, muy diferente de lo que esperaba.

¿Pues qué habrá hecho?

— ¿Lo haces apropósito?—pregunto Zoe—. Si es así es de lo más rastrero.

America negó con la cabeza.

—No, es que...

America ya no pudo hablar más porque unos ruidos confusos procedentes del otro pasillo la interrumpieron.

Los gritos eran muy raros. Acto seguido se escucharon los pasos rítmicos de los guardias, las enormes puertas al abrirse y un tintineo de cubiertos contra platos.

— ¡Al fondo de la sala, señoritas!—grito el rey, que corrió a una ventana.

Todas fuimos a la cabecera de la mesa despacio por lo confundidas que estábamos, el rey bajo una persiana pero no una de las normales.

Era metálica. Los príncipes y la reina acudieron a su lado para bajar otra.

Fue entonces cuando llegaron muchos guardias a la sala. Algunos de ellos se quedaron tras las puertas, que cerraron con llave y aseguraron con barras.

—Han atravesado los muros, majestad, pero los estamos conteniendo. Las señoritas deberían marcharse, pero estamos tan cerca de la puerta...

—Entendido Markson—respondió el rey.

Yo no sabía que pasaba muy bien hasta que oí algo sobre rebeldes. ¿Pero que le pasaba por la cabeza al presidente Snow para mandarme aquí?

America se levantó a cerrar una persiana, inmediatamente yo me levante, ella me vio y me sonrió. Cuando America cerraba la persiana algo impacto contra ella entonces retrocedió y se cayó con su silla, inmediatamente cerré más rápido la persiana que tenía enfrente. El príncipe Maxon se le acercó para ver si estaba bien y luego nos dirigió al final de la sala.

Algunas chicas lloraban, otras tenían la mirada perdida y una estaba desmayada. La verdad no sé si algunas de ellas podrían llevar esto con calma si una llegara a ser la próxima princesa. Vi como América le decía a Marlee que no llorara y se pusiera derecha y tranquila.

El príncipe Maxon se acercó a mí, pero al ver que no estaba llorando, desmayada o temblando, solo me sonrió y yo le sonreí. Se sentó junto a América que estaba con la vista en un jarrón.

Había pasado por cosas mucho peores como para no poder soportar un ataque rebelde. Lo que probablemente no soportaría era quedarme aquí sin hacer nada por un buen tiempo. Yo era muy inquieta. Siempre tenía que estar haciendo alguna actividad aunque fuera muy poco laboriosa o me acababa desesperando.

Kendall se sentó a mi lado pero no dijo nada durante todo el tiempo que estuvo sentado. Yo tampoco pronuncie ni una sola palabra. A pesar de estar en silencio, no fue ningún silencio incomodo, de hecho fue un tanto reconfortable saber que no estaba sola.

Esperaba que en Panem no se enteraran de esto y que todos afuera estuvieran bien. No quería preocupar a mi familia.

Nadie ahí tenía ni idea de que aquí había rebeldes, lo cual me hizo enojar ya que en cualquier momento me podrían matar, y seguramente a Snow no le importaría. Esa era la razón por la que me había mandado aquí. Mucho mejor para el si mi muerte era a manos de otras personas y en otro país, así no tendría que inventarse alguna explicación del porque estaba muerta.

Después de lo que para mí fue un siglo nos dejaron salir.

Kendall me ayudo a levantarme y me sonrió, yo le sonreí de vuelta. Salí como si nada y camine a mi recámara, donde ayude a mis doncellas a hacer sus quehaceres, además de que me puse a platicar un poco con ellas, aunque como siempre me costaba un poco hacerlo.



The Girl On Fire (En edición)Where stories live. Discover now