Capítulo 68

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-¿Estas segura de que quieres ir?- me pregunto Kendall, mientras nos vestíamos en mi habitación.

-Sí, ya te lo dije como mil veces.

-Lo siento, me preocupa que te pase algo.

Suspire.

Hoy en la mañana America me había contado lo que pensaba hacer, y quería saber si contaba conmigo ya que yo también formaba parte de eso. Así que acepté. El soldado Leger nos había conseguido ropa propia de un seis a cada uno, Maxon y America se estaban cambiando en la habitación de ella y Kendall y yo en la mía. Kendall y Maxon usarían ropa que había sido del soldado Leger y America y yo de un soldado mas menudo.

Aunque la ropa estaba más chica que la otra a mí me quedaba de todos modos grande. Había tenido que doblar un buen cacho de los vaqueros para encontrar mis pies, además de doblar la camisa que llevaba hasta mi codo. Me puse mis botas, los únicos zapatos que si eran mios que tenia aquí.

-¿Ya estás listo?- le pregunté cuando acabe de ponerme la ropa.

En ese justo momento me estaba trenzando el cabello, así podría esconder mejor mi cabello en el gorro que me habían proporcionado. Escuche el roce de ropas antes de que contestará.

-Ya, puedes salir.

Abrí la puerta mientras con otra mano me sujetaba los pantalones. El soldado estaría más delgado y bajo, pero no lo suficiente para mí. Kendall sonrió divertido al verme, negué con la cabeza y fui hacia mi armario, saque un cinturón que tenía y cerré otra vez.

-Te ayudo- dijo y me quitó el cinturón de las manos.

Tomó el pantalón de donde yo lo estaba agarrando y empezó a pasar el cinturón por las trabillas del vaquero. Kendall se veía raro con la ropa, aunque no se veía tan cómico como yo, además se que la playera que llevaba hacia notar sus músculos. Deje de respirar ante la idea de que nos encontrarán así.

-¿Por qué no quisiste cambiarte frente a mí? Ni que no te hubiera visto mientras te vistes.

-No quiero ser tan obvia.

Se rió. Me acabo de poner el cinturón y me dio un beso.

-Estaba pensando que te llevaras un arma, pero no podemos sacar una- confesó.

Sin antes pensarlo le dije:

-De hecho...- empecé, y me calle al instante.

-¿Qué?

-No, nada.

-Carly...

-Nada, pensé que uno de los guardias me podía dar la suya.

Se quedó viéndome, esta vez no había podido mentirle.

-¿Leíste esa carta?- preguntó.

-¿Cuál carta?

Suspiró.

-La de los rebeldes.

-No, no lo he hecho- mentí.

-Claro que sí- dijo molesto-. Si no entonces, ¿cómo nunca te preocupaste por saber en donde estaba tu hermana?

-¿Y que tiene que la leyera?

-Nada- dijo después de un suspiro-. Pero sí si la respondiste.

-No la respondí- mentí de nuevo.

-¿Y entonces el arma que tienes?

Era demasiado rápido para comprender las cosas, pero lo malo es que yo era demasiado rápida para mentir.

The Girl On Fire (En edición)Where stories live. Discover now