•Capítulo 11•

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~•Mikaela•~

–¿Estas listo?– le pregunta no podía ser mas obvia, pero por el nerviosismo acentí turbante –.

–S-si

–¿Estas seguro? Te ves nervioso – dijo preocupado, ya que se había dado cuenta de que mordía mi labio inferior constantemente–.

–¿Como no estarlo?– caminé en círculos por la habitación, los nervios me estaban matando y eso no significaba nada bueno– ¿Y si hago algo mal y me despiden? ¿ que tal si se me cae algo sobre alguien importante? ¿¡ Y si me tropiezo con aquella mujer!?–.

–Calma, calma– Lacus trató de tranquilizarme tomándome de los hombros mirándome directamente a los ojos– Todo va a estar bien, respira y piensa que solo son clientes comunes, recuerda que hay que tratarlos con respeto y que ellos siempre tendrán la razón–.

Suspire agachando la cabeza respirando repetidas veces, mis nervios estaban de punta y tenia una ansiedad terrible. Pero sin darme cuenta ya lo estaba logrando tranquilizarme

–¿Prometes que me ayudarás?–.

–Lo prometo ¿De acuerdo? Estaré contigo cuando pueda– no estaba muy conforme con lo dicho pero sabía que no podía pedir más –.

–Vale –suspiré nuevamente, dándome cuenta de que me había tranquilizado lo suficientemente para ir al dichoso restaurante en donde se realizaría esa cena con gente importante –.

Horas antes...

El timbre del receso acababa de sonar y preferí quedarme en el salón por el momento, estaba nervioso, ya que esa noche iría con Lacus al restaurante donde ayudaríamos en realizar una cena para un don alguien importante.

No tenía apetito en lo absoluto, solo logré comer unas galletas que había traído desde casa que estaba en un estante de la cocina que al parecer Lacus se le había olvidado comer.

Unos pequeños golpes en la puerta del salón llamaron mi atención, dirigí mi mirada a donde se proporcionaba el sonido y me encontré con una mirada verde esmeralda que observaba en mi dirección.

–Hola, Mika ¿Puedo acompañarte? –preguntó señalando la silla vacía que se encontraba a mi lado –.

–S-si, adelante–.

Yūichirō se acercó a donde me encontraba y se sentó a mi lado, traía una bolsa de color negro lo que me extrañó pero no dije nada sobre ello.

–¿Te encuentras bien? – su pregunta me sorprendió ya que no entendía a qué se referia–.

–Estoy bien, no te preocupes –sonreí levemente inclinándome un poco hacia el pupitre de mi delante–.

–Ayer me pareció verte decaído – desvío la mirada en el momento que hizo una pausa para luego mirarme a los ojos y continuar hablando– y bueno...para tratar de animarte te iba a regalar esto– de la bolsa negra que traía consigo sacó un paquete rectángulo y me lo entrego –.

–¿Esto...?

–Abrelo– me pidió mirándome nervioso a lo que accedía a abrirlo–.

Lo que habia dentro me sorprendió bastante, en esa caja rectangular habían dos cupcakes con glaseado de dos colores diferentes, azul y verde.

–¡Muchas gracias! –volvía a mirarlo sonriendo ampliamente, mostrando mis dientes agradecido por su regalo–.

–No es nada– me devolvió la sonrisa nerviosamente rascando su nuca–.

Tome uno de los pequeños pasteles y se lo entregue lo cual agradeció.

Tome el otro que quedaba y probé el glaseado de menta, el dulce sabor inundó mi boca, no me pude contener y le di un pequeño mordisco al cupcake probando su familiar sabor a chocolate.

–Está rico– elogié el postre una vez de terminar de masticar el cupcake, vi claramente que se relajaba automáticamente y suspiraba a la vez–.

–Me alegra que te guste – le dio un mordisco a su cupcake que tenía glaseado de blueberry–.

–¿Lo preparaste tu?–le pregunté dando otro mordisco al pastel, estaba demasiado rico que provocó que mi apetito volviera vorazmente –.

–Si, pero debo admitir que Shinoa me ayudó, pero es muy mala explicando. Tuve que hacer al rededor de cincuenta cupcakes por que todos tenían defectos o me salían quemados –.

Reí sutilmente tapando con una mano mis labios entre abiertos, ya que tenía restos del postre en mi boca.

Daba mordisco tras mordisco al cupcake disfrutando su dulce sabor, me percaté de que Yūichiro me miraba atentamente mientras masticaba.

–¿Pasa algo?– me volví a mirarlo tomándole desprevenido –.

–Es que...– miro mis labios y se acercó despacio, llevó una de sus manos hasta mi mejilla, sin darme cuenta yo disfrutaba de su tacto–.

Su pulgar paso por la comisura de mis labios suavemente, pero se alejó rápidamente mostrando el glaseado de menta que había en su pulgar.

–Tenias esto–.

–¡A-ah! Si...– mire hacia otra dirección evitando verlo a los ojos, podía sentir ese familiar calor en las mejillas y lleve mi  mano a la mejilla que el tocó–.

–¿Estás bien?– lo mire aún avergonzado, fruncía el ceño levemente confundido –.

–S-si estoy bien, excelente – reí nerviosamente, pero fui interrumpido por el timbre que indicaba que el receso había terminado–.

–Tengo que irme– dijo Yūichiro parándose de la silla a mi lado– te veo luego – se despidió agitando su mano perdiéndose tras la puerta del aula que daba al pasillo–.

–Adiós...– susurré  tapándome la cara con las dos manos ya que esta estaba como cual tomate gracias a la vergüenza–.

Actualidad...

Lacud y yo ya habíamos llegado al restaurante acompañados de algunos compañeros, entramos y definitivamente podías saber que este lugar no era para todos.

Todos vestían con ternos elegantes y las damas con vestidos que relucían en su envidiable cuerpo. Habían niños que vestían igual o mejor que sus apoderados.

Corrimos todos a los camerinos porque era obvio que no encajabamos entre todas esas personas de clase alta.

Ferid recorría todos los lugares viendo si cometiramos algún error, quería que todo estuviese perfecto.

En un grupo de señores con elegantes trajes estaba nuestro jefe Crowley Eusford y su dama de compañía Horn Skuld, tomando una copa casi vacía de vino blanco mientras que otros tomaban champán.

Lacus y yo nos ocupabamos de personas adineradas que tenían conexión con nuestro jefe, no sabia exactamente si familiar o solo por trabajo.

La comida que servían ahí tenia nombres extraños y casi imposibles de pronunciar, hasta creo que hay palabras en alemán.

–¡Oe Mikaela!– el llamado de Lacus hacia mi persona hizo que viera en su dirección– ¡Mira! ¡Ayá!– señaló en dirección al ventanal junto a la puerta –.

Voltee y vi una limusina estacionada, de esta salio un hombre alto con traje negro y lentes oscuros, abrió la puerta trasera de la limusina y ayudo a salir a ¿una niña? Es pequeña pero por su mirada debe tener unos 24 .

Entro al restaurante acompañado del gorila, vestía un vestido  negro muy elegante, llevaba un moño alto con unos cuantos mechones sueltos a los lados de su rostro los cuales estaban ondulados.

Todos la miraban, mi jefe se acerco a ella y se inclinó como saludo luego dijo.

–Krul Tepes, bienvenida –.

—❇—

(Restaurante, imagen de arriba)

• [ C A F E T E R Í A ] • YuuMika Donde viven las historias. Descúbrelo ahora