Capítulo LXXVIII : Ahora es tu turno

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Emtre aqiellos que decidieron permanecer aislados, estaba el muchacho afeminado de cabello verde. El único que tenía el privilegio de permanecer a su lado era su fiel compañero, que lo miraba con el entrecejo fruncido e insistía en que el chico aceptara tomar una golosina que lo ayudara a recobrar el ánimo. Era inútil, y ambos lo sabían. Un dulce no podía aliviar el ardor de la triación latente. De un corazón roto que tal vez, estando en bandos diferentes, pronto tendría que enfrentarse al vacío de la despedida definitiva.

No estaba listo para enfrentarse a Yuujin en el campo de batalla. No estaba listo para ser quien tuviera que tomar la única decisión que, en manos de otra persona, lucharía por cambiar, aunque tuviera que dar su último aliento.

Miraba la banda azul en su muñeca con el anhelo de que Minerva hubiera podido escuchar los alaridos desesperados de su corazón. La pantalla apagada no lo hacía sentir mejor. En absoluto.

Eri, Rei y Astra optaron por darle un poco de espacio, a pesar de que realmente deseaban acompañarlo. Sabían que no era el momento. Ni siquiera ellos sabían cómo sentirse al respecto.

Sin importar queYuujin hubiera dicho que no estaba traicionando a su equipo en realidad, era imposible dejar de pensar en él como algo totalmente diferente a un aliado.

El muchacho peliteñido observaba a Haru en la distancia. Recargaba ambos codos sobre el muro de piedra que los separaba. Pensaba con tanta fuerza, que realmente le sorprendía que su cabeza no estuviera doliendo.

Realmente estaba exhausto. La batalla contra el último Señor Demonio había sido algo totalmente fuera de sus límites. El cansancio mental era mucho peor que el físico, pues no se creía capaz de poder conciliar el sueño. Cada poco dirigía miradas hacia atrás para tratar de divisar a su mejor amigo. Yuu estaba totalmente fuera de su alcance. Y no quería forzar las cosas.

Suspiró. Negó con la cabeza. Miró su Xros Loader por un instante. Agradeció que Gumdramon aún estuviese durmiendo apaciblemente, junto con el resto de los Digimon que querían recuperar sus energías.

Se sobresaltó al escuchar pasos a sus espaldas. Apenas se giró con desgano. A pesar de que quería estar solo, le alegró que su mentor llegara a perturbar su paz.

Con una palmada en la espalda y una sonrisa confianzuda, Tagiru logró sentirse un poco más confiado.

—¿Por qué no quisiste cenar con los demás? —dijo Taiki, al colocarse en la misma posición que su aprendiz.

Tagiru se encogió de hombros.

—No tengo apetito. Creo que lo único que quiero es... poder disculparme con Yuu, y...

Recibió otra palmada en la espalda. Taiki añadió, además, un apretón en el hombro.

—No creo que sea buena idea... —dijo Taiki—. Yuu necesita estar a solas. Eso no significa que te odie. Puedes confiar en mí.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? Gracias a Taichi, perdiste la memoria...

—Algunas cosas siguen dentro de mí... Y preferiría no tocar esos temas frente a los demás... Estoy seguro de que en el castillo negro encontraré una solución, y así no tendré que hacer que los demás se preocupen por mí...

—Te necesitamos, Taiki.

Taiki esbozó media sonrisa y negó con la cabeza.

—Creo que, si este mundo realmente me necesitara, Ophanimon me hubiese llamado a mí... Pero no lo hizo, Tagiru. Este mundo decidió que son Nene, Lelouch y Kira quienes lo liberarán. Y yo realmente acepto ese designio del destino...

Nene de la RebeliónDove le storie prendono vita. Scoprilo ora